Sunday, October 4, 2015

Fantasías y ficciones en el debate republicano

EN: Recibido por email







Tenemos candidatos presidenciales que hacen que Bush parezca Lincoln
Paul Krugman
 
El País

Septiembre 19, 2015
 
 
http://economia.elpais.com/economia/2015/09/18/actualidad/1442596576_521392.html
 
Decía Przeworski que la democracia es un sistema en donde los partidos políticos pierden elecciones. Esto es, que solo en una democracia las agrupaciones políticas se encuentran genuinamente al amparo de la voluntad popular: pueden ser aplaudidas, pueden ser aclamadas, pero nunca podrán asegurar su permanencia en el mando.

La verdadera medida de un sistema democrático no es el respaldo popular que reciba un líder o un régimen, sino la posibilidad de que ese mismo líder y ese mismo régimen pierdan el poder si una mayoría de ciudadanos desaprueba su desempeño.

He estado repasando lo que se dijo el miércoles en el debate republicano y estoy aterrado. Ustedes también deberían estarlo. Después de todo, dados los caprichos de las elecciones, es bastante probable que una de esas personas acabe en la Casa Blanca.

¿Por qué da tanto miedo? Podría argumentar que todos los candidatos del Partido Republicano demandan políticas que serían tremendamente destructivas dentro del país, fuera de él, o en ambos. Pero aun cuando les guste el carácter general de las políticas republicanas actuales, debería preocuparles el hecho de que los hombres y la mujer en el escenario estén viviendo, sin lugar a dudas, en un mundo de fantasías y ficciones. Y algunos parecen dispuestos a hacer realidad sus ambiciones recurriendo a mentiras descaradas.

Empecemos por el menor de los problemas, la economía fantástica de los candidatos oficiales del partido.

Probablemente estén cansados de oír esto, pero el discurso económico del Partido Republicano moderno está completamente dominado por una doctrina económica —la importancia soberana de unos impuestos bajos para los ricos— que ha fracasado completa y absolutamente en la práctica durante la generación anterior a la nuestra.

Piensen en ello. La subida de impuestos de Bill Clinton fue seguida de una enorme expansión económica, y las rebajas de impuestos de George W. Bush, de una recuperación débil que terminó en un desastre financiero. El aumento de los impuestos de 2013 y la llegada de Obamacare en 2014 han estado vinculados al mayor crecimiento del empleo que ha habido desde la década de 1990. La California de Jerry Brown, que recauda impuestos y respeta el medio ambiente, crece con rapidez; la Kansas de Sam Brownback, que recorta drásticamente los impuestos y el gasto, no.

Pero el control que ejerce este dogma fallido sobre los políticos republicanos es más fuerte que nunca, y están prohibidos los escépticos. El miércoles, Jeb Bush afirmaba, una vez más, que esta economía vudú duplicaría la tasa de crecimiento de Estados Unidos, mientras que Marco Rubio insistía en que un impuesto sobre las emisiones de carbono "destruiría la economía".

El único candidato que habló con sensatez sobre la economía fue, sí, Donald Trump, que declaró que "hace ya muchos años que tenemos impuestos progresivos, así que de socialista no tiene nada".

Si el debate económico era preocupante, el relacionado con la política exterior era casi de locos. Casi todos los candidatos parecen creer que la fuerza del Ejército estadounidense puede impresionar e intimidar a otros países para que hagan lo que queremos sin necesidad de negociaciones, y que ni siquiera deberíamos conversar con los dirigentes extranjeros que no nos gusten. ¡Nada de cenas con Xi Jinping! Y, por supuesto, nada de pactar con Irán, con lo bien que ha ido usar la fuerza en Irak.

De hecho, el único candidato que parecía remotamente sensato en lo relativo a la seguridad era Rand Paul, lo que resulta casi tan inquietante como el espectáculo de Trump convertido en la única voz de la razón económica.

Sin embargo, la verdadera revelación del miércoles fue el modo en que algunos candidatos fueron más allá de la exposición de malos análisis y la difusión de historias falaces como justificación de afirmaciones claramente erróneas. De hecho, probablemente lo hicieron de forma consciente, lo que convierte dichas afirmaciones en lo que técnicamente se conoce como "mentiras".

Por ejemplo, Chris Christie aseguró, como ya hizo en el primer debate republicano, que fue nombrado fiscal de Estados Unidos el día antes del 11-S. Sigue sin ser verdad: su selección para ese cargo ni siquiera se anunció hasta diciembre.

La mendacidad de Christie, no obstante, palidece en comparación con la de Carly Fiorina, aclamada por todos como "ganadora" del debate.

Una de las mentirijillas de Fiorina consistió en repetir afirmaciones probadamente falsas acerca de su trayectoria empresarial. No, no fue la responsable de un gran aumento de los ingresos. Hizo crecer Hewlett-Packard comprando otras empresas, principalmente Compaq, una adquisición que fue un desastre financiero. Ah, y si su vida es la historia de una "secretaria que llegó a ser consejera delegada", la mía es la de un cartero que llegó a ser columnista y economista. Lo siento, pero haber tenido trabajos de poca monta en la época de estudiante no convierte nuestra vida en una historia de Horatio Alger.

Sin embargo, el momento verdaderamente asombroso tuvo lugar cuando afirmó que en los vídeos que se utilizaban para atacar a Planned Parenthood aparecía "un feto completamente formado sobre una mesa, pataleando y con el corazón latiendo mientras alguien decía que había que mantenerlo vivo para extraerle el cerebro". No es así. Los activistas contrarios al aborto han proclamado que esas cosas suceden, pero no han aportado ninguna prueba, solo afirmaciones mezcladas con grabaciones de archivo de fetos.

De modo que ¿está Fiorina tan metida en la burbuja que no puede discernir la diferencia entre los hechos y la propaganda política? ¿O está propagando una mentira a propósito? Y lo fundamental, ¿importa eso?

Empecé a escribir para el Times durante la campaña de las elecciones de 2000, y lo que recuerdo sobre todo de aquella campaña es el modo en que

las convenciones de la información "imparcial" permitieron al entonces candidato George W. Bush hacer afirmaciones claramente falsas —sobre sus rebajas de impuestos, sobre la Seguridad Social— sin pagar por ello. Como escribí en aquella época, si Bush hubiese dicho que la Tierra era plana, habríamos leído titulares de este estilo: "La forma del planeta: ambas partes tienen razón".

Ahora tenemos unos candidatos presidenciales que hacen que Bush parezca Lincoln. ¿Pero quién va a contárselo a la gente?

© The New York Times Company, 2015.

Traducción de News Clips.
 
Paul Krugman (Albany, 1953). Economista (Universidad Yale, 1974), Ph.D. en Economía ( Massachusetts Institute of Technology [MIT] 1977). Fue profesor de Yale, MIT, London School of Economics y Stanford, antes de pertenecer al claustro de la Universidad de Princeton, desde el 2000 en las cátedras de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton. Desde 2000 escribe una columna en el periódico New York Times que semanalmente reproduce El País. Ha escrito más de 200 artículos y 21 libros -alguno de ellos académicos, y otros de divulgación-. Su Economía Internacional: La teoría y política es un libro de texto estándar en la economía internacional. En 1991 la American Economic Association le concedió la medalla John Bates Clark. Ganó el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en el año 2004 y el Premio Nobel de Economía en 2008. De 1982 a 1983, fue parte del Consejo de Asesores Económicos (Council of Economic Advisers) de la administración de Reagan. Cuando Bill Clinton alcanzó la presidencia de EE.UU. en 1992, se esperaba que se le diera un puesto en el gobierno, pero ese puesto se le otorgó a Laura Tyson. Esta circunstancia le permitió dedicarse al periodismo para amplias audiencias, primero para Fortune y Slate, más tarde para The Harvard Business Review, Foreign Policy, The Economist, Harper y Washington Monthly. Sus




críticos cuestionan su papel como miembro del panel de asesores de Enron durante 1999, antes de los escándalos de la empresa en 2002. Krugman es probablemente mejor conocido por el público como fuerte crítico de las políticas económicas y generales de la administración de George W. Bush, que ha presentado en su columna. Ha sabido entender lo mucho que la economía tiene de política o, lo que es lo mismo, los intereses y las fuerzas que se mueven en el trasfondo de la disciplina; el mérito de Krugman radica en desenmascarar las falacias económicas que se esconden tras ciertos intereses. Se ha preocupado por replantear modelos matemáticos para resolver el problema de dónde ocurre la actividad económica y por qué.

En el año 2012 publicó "Acabad ya con esta crisis", en el cual analiza las causas de la actual crisis económica, los motivos que conducen a que sigamos sufriendo hoy sus consecuencias y la forma de salir de ella, recuperando los puestos de trabajo y los derechos sociales amenazados por los recortes, se explican con una claridad y sencillez que cualquiera puede, y debería, entender."Naciones ricas en recursos, talento y conocimientos –los ingredientes necesarios para alcanzar la prosperidad y un nivel de vida decente para todos- se encuentran en un estado de intenso sufrimiento". ¿Cómo llegamos a esta situación? Y, sobre todo ¿cómo podemos salir de ella? Krugman plantea estas cuestiones con su habitual lucidez y nos ofrece la evidencia de que una pronta recuperación es posible, si nuestros dirigentes tienen "la claridad intelectual y la voluntad política" de acabar ya con esta crisis.
 
 

No comments:

Post a Comment