La nota resalta que la MUD se
perfila para obtener el triunfo en los comicios. Asimismo, elogia que las
distintas corrientes ideológicas que conviven en la MUD hayan
logrado ponerse de acuerdo en un objetivo común.
En su
edición de este sábado, el semanal británico The Economist dedicó
un artículo a la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y
el posible escenario que se verá al enfrentarse al oficialismo en las próximas
elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
La nota
resalta que la MUD se perfila para obtener el triunfo en los comicios.
Asimismo, elogia que las distintas corrientes ideológicas que conviven en la
MUD hayan logrado ponerse de acuerdo en un objetivo común.
Por su
parte, hacen referencia a la escasez de productos alimenticios y la inflación
que padecen los venezolanos: “El pueblo se ha enfurecido por la escasez de
todo, desde las aves de corral hasta los productos farmacéuticos, por la
inflación que se acerca al 200% y por la corrupción y delincuencia rampantes.
Recientes encuestas reflejan que 70% de los venezolanos expresan una
preferencia de votar a favor de los opositores al gobierno socialista liderado
por Nicolás Maduro, el sucesor de Chávez elegido a dedo”, señalan.
Lee la nota de The
Economist, traducida al castellano:
Algunos de sus líderes están en la cárcel. Otros
tienen prohibición de postularse para un cargo. Todos están en contra de un
gobierno autocrático con recursos formidables. Sin embargo, en las elecciones
legislativas previstas para el 06 de diciembre, la oposición de Venezuela tiene
su mejor oportunidad de obtener una victoria nacional desde 1998, cuando el
difunto Hugo Chávez, un populista carismático, comenzó su carrera de mal
gobierno autoritario. El pueblo se ha enfurecido por la escasez de todo, desde
las aves de corral hasta los productos farmacéuticos, por la inflación que se
acerca al 200% y por la corrupción y delincuencia rampantes. Recientes
encuestas reflejan que 70% de los venezolanos expresan una preferencia de votar
a favor de los opositores al gobierno socialista liderado por Nicolás Maduro,
el sucesor de Chávez elegido a dedo.
La potencial ganadora, la Mesa de la Unidad
Democrática (MUD), es un batiburrillo político. Formada en 2008, alberga
ideologías desde marxismo hasta el conservadurismo de libre mercado, unidas
solamente por un odio compartido hacia el gobierno. Los líderes más prominentes
de la MUD son Leopoldo López, ex lcalde que fue sentenciado el mes pasado a
casi 14 años de cárcel por cargos inventados de incitar a la violencia, y
Henrique Capriles, gobernador de estado y excandidato presidencial. Su programa
electoral se compone principalmente de la incontestable, pero deliberadamente
vaga, proposición de que Venezuela “quiere un cambio”.
Partidarios del gobierno dicen que la unidad de la
MUD es un acto. Tanto que el Sr. Capriles y el señor López, se burlan, son políticos playboy que
no saben nada de los barrios. Que si la coalición tomara el poder, advierten
los chavistas, Venezuela volvería a la esclerótica, la dominada “cuarta
república” que precedió a la “revolución bolivariana” de Chávez.
La evidencia de esta caricatura es débil,
particularmente en el caso del Sr. Capriles, el popular gobernador del estado
Miranda, que casi venció al Sr. Maduro en las elecciones de 2013. La alianza ha
demostrado impresionante flexibilidad y disciplina estoica en el período previo
a las elecciones. Ha convencido a sus miembros de enterrar sus diferencias y
presentar un solo candidato opositor para cada cargo. La comisión electoral
controlada por el gobierno buscó hacer tropezar a la coalición al insistir en
que al menos el 40% de los candidatos legislativos deben ser mujeres, poco
después de que la MUD presentara una lista que cayó muy por debajo de eso. La
alianza respondió laboriosamente al compilar una nueva lista que cumplió con
las reglas.
Una crítica más fuerte a la coalición es que ésta
prefiere quedarse en la oposición que gobernar. Todavía tiene que ofrecer un
manifiesto para la reforma de la disfuncional economía o las ahuecadas
instituciones del Estado venezolano. Sus candidatos defienden su falta de
propuestas concretas al subrayar que están luchando contra un sistema. Solo una
vez los votantes hayan reinstalado una democracia normal, argumenta Julio
Borges, uno de los fundadores del partido del Sr. Capriles, puede empezar un
debate político genuino.
El logro indiscutible del chavismo es su récord
perfecto en las elecciones presidenciales y legislativas. Luis Vicente León,
encuestador, cree que la pérdida de la Asamblea Nacional, incluso por un solo
asiento devastaría a los socialistas destrozando su ilusión de invencibilidad.
Pero la popularidad relativa de la oposición no es garantía de que se hará
cargo de la cámara. Gracias al sistema electoral de Venezuela, complejo y
semi-proporcional, agravado por la manipulación flagrante de las
circunscripciones electorales, tanto bajo Chávez como bajo el Sr. Maduro, la
MUD necesitará mucho más que una mayoría simple de los votos para ganar
control. No obstante, si las encuestas se sostienen y se confirman, entonces en
ausencia de cualquier fraude electoral -plomo actual de la alianza- más de 20
puntos porcentuales debería ser suficiente. Incluso sin el mínimo de dos
tercios de la cámara, una mayoría podría permitir a la oposición programar un
referéndum revocatorio contra el Sr. Maduro el próximo año.
Los optimistas como el Sr. Borges esperan que la
pérdida del Poder Legislativo conduzca a los chavistas moderados a derrocar al
presidente y empezar a limpiar el desorden que su movimiento dejó atrás. Este
escenario optimista atrae a muchos miembros de la MUD, que son cautelosos de
asumir el costo político de los ajustes inevitablemente dolorosos por venir.
Pero
eso requeriría la salida del Sr. Maduro, y nadie sabe hasta dónde va a ir para
evitar una victoria de la MUD. En junio, dijo que se produciría “caos porque
nuestro pueblo no se rendiría… Yo sería el primero en tirarme a la calle”. El
truco más fácil sería utilizar las menguantes reservas de efectivo del gobierno
para reducir la escasez: abundan los rumores de barcos cargados de mercancías
humeantes hacia Caracas. Otro truco de larga tradición sería idear nuevas
justificaciones para descalificar candidatos de la MUD. Si eso no funciona, una
táctica de último recurso podría ser la de retrasar la votación, con el
pretexto de una crisis manufacturada como disputas fronterizas con Colombia o
Guyana. Incluso, si la coalición prevalece, podría ejercer protestas callejeras
y provocar presión extranjera para que el Sr. Maduro ceda.
Vía
The Economist / El Nacional
Que pasa Margarita
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