Las fotos publicadas por el ministro de Finanzas son la imagen del país que dicen gobernar. Ellos no tienen problemas en conseguir café, tomarlo en plena calle sin miedo a un asalto y pasear por la avenida más cara del mundo con los dólares que la mayoría de los venezolanos no pueden conseguir.
Por Elizabeth Fuentes @fuenteseliz.
La imagen es patética. Y dice más que mil discursos ante la ONU. El Presidente de la República – de cualquier república, tomando un café en una esquina de Nueva York, solitario, apoyado en una baranda, mirando hacia la nada. Porque es la nada lo que tiene alrededor. Nadie le solicita un selfie, un autógrafo, nadie se le acerca, lo reconoce, le da un apretón de mano solidario o de complicidad. No. Es un hombre solo y perdido en quién sabe cuál pensamiento. Parece un don nadie con frío que se toma un café en una de las esquinas mas caras de Nueva York. Si le pusieran un sombrero en el piso, cualquiera podría arrojarle una moneda. Que es más o menos lo que hace cuando viaja a China o Rusia.
En la foto siguiente, el Presidente exhibe la misma actitud de hombre derrotado, como si lo acabaran de despedir del empleo o si en el Bank of America, que se ve al fondo, le hubiesen dado muy malas noticias sobre el país y su economía. Quizás el ministro paparazzi Rodolfo Marco Torres le pidió que lo acompañara a la reunión que sostuvo con los representantes del banco y salió de allí dispuesto a ahogar sus penas en café.
En la segunda foto, ya sin la taza de café en la mano pero con la esposa al lado, parado frente a la vitrina de la tienda H&M donde fueron retratados, ambos lucen como otra pareja aburrida más, una de esas donde ella ni siquiera se ocupa de cuidar las apariencias frente al marido: con un conjunto azul deportivo que parece comprado en Canal Street del barrio chino, una cola de caballo descuidada, aferrada al celular desde donde envía o recibe algún mensaje que deben ser más atractivos que cualquier cosa que diga el hombre que la acompaña, Cilia Flores, la supuesta combatiente, dejó que la foto del ministro hiciera de las suyas. Y es así como descubrimos que los socialistas están en la mejor zona de Nueva York, rodeados de las tiendas más caras del planeta, a pasos de Lord & Taylor, Tahari o Zara, joyerías, bancos y hoteles cinco estrellas. Nadie se les acerca, todos los ignoran. Podrían haber dejado en esa esquina a cualquiera de sus dobles – aquellos que utilizaron en la cumbre de Panamá, y nadie habría notado la diferencia.
Pero más patética que la soledad que se desprende de la imagen es cómo las fotos podrían convertiste en la representación de lo que los Maduro han hecho con el país. En esa “Anatomía de un Instante”, como titula su novela de Javier Cercas, se resume mucho de los males que los Maduro le han infringido a Venezuela. Allí están fotografiados el café que no podemos tomar, porque ni se consigue o se consigue súper caro, la seguridad que no podemos disfrutar en ninguna calle, la imposibilidad de recorrer la Quinta Avenida de Nueva York y mucho menos, como Cilia, sacar un celular en plena calle y fajarse a mandar mensajes de texto – ¿o fotos de vitrinas, de trajes, de zapatos?, sin el temor de terminar en la morgue de Bello Monte.
Pero también delatan las fotos del ministro Marco Torres el desorden que invade al tren ejecutivo, porque ningún analista serio podría explicar cómo se lanzó ante la opinión pública semejante documento sin que la Ministra de Información, Desiree Santos que se ha rumbeado todos los viajes del Presidente, haya tenido la oportunidad de evitarlo. O que el encargado de seguridad de la pareja haya permitido que, con todos los magnicidios que ha anunciado el presidente, alguien haya delatado en tiempo real, donde se encontraba Maduro, solo y desamparado, mientras la esposa mantiene un celular abierto, sensible a que cualquier terrorista cibernético descubra qué está diciendo y a quién.
Y, en tercer lugar pero no menos importante, está el dolce far niente que evidencia el ministro de Finanzas, que tiene el tiempo para tomar una fotico tipo paparazzi al Presidente como si se tratara de Taylor Swift, un ministro de Finanzas que demuestra con esto que tiene la brújula descontrolada no solo en cuanto a la economía, sino que no duda en publicar esas fotos y ponerle un comentario tan lamentable como las imágenes. “Acompañando al presidente Maduro a tomarse un café en una esquina de Nueva York observado la luna llega roja”, como si la economía del país estuviese para semejantes sandeces y, además, mintiendo descaradamente porque el presidente Maduro no está precisamente viendo la luna sino más bien con la mirada perdida en la quinta avenida de Nueva York, apoyado en una baranda, debajo de una tienda H&M, que anuncia la nueva colección de otoño.
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