DANIEL LANSBERG RODRÍGUEZ| EL UNIVERSAL
viernes 2 de agosto de 2013 12:00 AM
En La Divina Comedia, el celebrado poeta y "cartógrafo infernal" del siglo XIII, Dante Alighieri afirmó que "Los lugares más calientes del infierno están reservados para aquellos que en tiempos de crisis moral mantienen su neutralidad." Sin duda, un poco draconiano, pero no sin razón. La condición humana asegura que con bastante frecuencia, la distinción entre el bien y el mal llegue a ser inconfundible, y tal como medio milenio después de Dante, postularía el filósofo irlandés Edmund Burke, lo único que requiere el triunfo del mal es que "los hombres buenos no hagan nada".
Sin embargo, si los fuegos más ardientes se reservan para los neutrales, me pregunto, ¿qué vamos a hacer con aquellos que, en tiempos de crisis moral, activamente colaboran con los poderes nefastos? Es decir, esos que cínicamente respaldan y mantienen al mal a cambio de favores, acceso, y –sin duda- obscenas cantidades de dinero.
Estas preguntas, se hacen cada vez más relevantes en la Venezuela de hoy. Aunque debo acotar, que el hecho de que el sector privado busque sacar provecho a gobiernos corruptos o de dudosa legitimidad no es nada nuevo en nuestro país. Nuestra historia económica, trae con ella un diverso carrusel de colaboradores. Así como la revolución bolivariana ha fomentado su oligarquía, también muchas de las fortunas más establecidas de hoy, por debajo del polvo acumulado tras años, cargarían las huellas digitales de figuras como CAP, Pérez Jiménez, Gómez o Cipriano Castro.
Pero el pasado no excusa el presente, y aunque Venezuela haya sido un caso bastante ilustrativo para la famosa observación de Tolstoi que "detrás de cada gran fortuna se encuentra un gran crimen", esta vez es diferente.
Sin pasar por alto los excesos y males de los regímenes de antaño, y a quienes cínicamente amasaron fortunas a través a través de colaborar con los mismos, es hora de aceptar que estos fueron productos de otra época. Durante la era de Pérez Jiménez o de Gómez, nuestras circunstancias nacionales reflejaban el momento histórico de una región entera, y nuestras realidades eran también las realidades de nuestros vecinos. Pero hoy en día somos atípicos. Sudamérica ha avanzado. El mundo ha avanzado. Mientras que Venezuela, y sus pocos aliados (parásitos) permanecen voluntariamente estancados.
El hecho que el mundo haya progresado a nuestro alrededor, le ofrece a Venezuela un rayo de esperanza durante esta larga noche. Lo cual, imagino debe causarle algunas noches de insomnio a los "rojitos dorados." A esos que giran los tornillos del garrote vil -que estrangula a este país y a sus ciudadanos a diario– y que además se llenan de dinero al hacerlo. No los nombro porque todos sabemos quiénes son. Son los primos, hermanos, yernos y compinches de nuestros "líderes" revolucionarios: el hombre que dirige nuestra Asamblea Nacional, el hombre que dirige el PSUV, una exjuez principal, y por supuesto la mafia familiar que el propio Chávez dejó atrás.
El mundo esta pendiente de lo que ocurre dentro de nuestra pecera y algunas veces reaccionan. El año pasado, el Congreso de Estados Unidos aprobó una nueva ley -el Acto de Magnitsky- negándole las visas y acceso a la infraestructura financiera de Estados Unidos a miembros de la oligarquía rusa sospechosos de corrupción o de abusos contra los derechos humanos. En una economía mundial, cada vez más globalizada, la capacidad de los oligarcas, para trabajar dentro del sistema norteamericano resulta ser invalorable.
¿Será que próximamente tomaran medidas similares contra la boliburguesía venezolana? Ya parecen haber tomado algunos pasos tentativos en ese sentido. Hace unas semanas el gobierno estadounidense revocó las visas de algunos exfuncionarios venezolanos, incluyendo la del extesorero nacional Alejandro Andrade, quien anteriormente había estado viviendo como un Borbón en Miami.
¿Podría ser éste un primer indicio de más por venir?
Esperemos que sí, y ¿quién sabe? Existe una frase, usualmente atribuida a Winston Churchill, que dice que el mundo puede depender de Estados Unidos para "hacer lo correcto, después de haber agotado las demás alternativas". Después de catorce años bajo el yugo "revolucionario", podemos suponer que las opciones estarían tan agotadas como el mismo venezolano. Mientras tanto, Venezuela espera su futuro en un limbo, digno tal vez del mundo que se imaginaba Dante.
Sin embargo, si los fuegos más ardientes se reservan para los neutrales, me pregunto, ¿qué vamos a hacer con aquellos que, en tiempos de crisis moral, activamente colaboran con los poderes nefastos? Es decir, esos que cínicamente respaldan y mantienen al mal a cambio de favores, acceso, y –sin duda- obscenas cantidades de dinero.
Estas preguntas, se hacen cada vez más relevantes en la Venezuela de hoy. Aunque debo acotar, que el hecho de que el sector privado busque sacar provecho a gobiernos corruptos o de dudosa legitimidad no es nada nuevo en nuestro país. Nuestra historia económica, trae con ella un diverso carrusel de colaboradores. Así como la revolución bolivariana ha fomentado su oligarquía, también muchas de las fortunas más establecidas de hoy, por debajo del polvo acumulado tras años, cargarían las huellas digitales de figuras como CAP, Pérez Jiménez, Gómez o Cipriano Castro.
Pero el pasado no excusa el presente, y aunque Venezuela haya sido un caso bastante ilustrativo para la famosa observación de Tolstoi que "detrás de cada gran fortuna se encuentra un gran crimen", esta vez es diferente.
Sin pasar por alto los excesos y males de los regímenes de antaño, y a quienes cínicamente amasaron fortunas a través a través de colaborar con los mismos, es hora de aceptar que estos fueron productos de otra época. Durante la era de Pérez Jiménez o de Gómez, nuestras circunstancias nacionales reflejaban el momento histórico de una región entera, y nuestras realidades eran también las realidades de nuestros vecinos. Pero hoy en día somos atípicos. Sudamérica ha avanzado. El mundo ha avanzado. Mientras que Venezuela, y sus pocos aliados (parásitos) permanecen voluntariamente estancados.
El hecho que el mundo haya progresado a nuestro alrededor, le ofrece a Venezuela un rayo de esperanza durante esta larga noche. Lo cual, imagino debe causarle algunas noches de insomnio a los "rojitos dorados." A esos que giran los tornillos del garrote vil -que estrangula a este país y a sus ciudadanos a diario– y que además se llenan de dinero al hacerlo. No los nombro porque todos sabemos quiénes son. Son los primos, hermanos, yernos y compinches de nuestros "líderes" revolucionarios: el hombre que dirige nuestra Asamblea Nacional, el hombre que dirige el PSUV, una exjuez principal, y por supuesto la mafia familiar que el propio Chávez dejó atrás.
El mundo esta pendiente de lo que ocurre dentro de nuestra pecera y algunas veces reaccionan. El año pasado, el Congreso de Estados Unidos aprobó una nueva ley -el Acto de Magnitsky- negándole las visas y acceso a la infraestructura financiera de Estados Unidos a miembros de la oligarquía rusa sospechosos de corrupción o de abusos contra los derechos humanos. En una economía mundial, cada vez más globalizada, la capacidad de los oligarcas, para trabajar dentro del sistema norteamericano resulta ser invalorable.
¿Será que próximamente tomaran medidas similares contra la boliburguesía venezolana? Ya parecen haber tomado algunos pasos tentativos en ese sentido. Hace unas semanas el gobierno estadounidense revocó las visas de algunos exfuncionarios venezolanos, incluyendo la del extesorero nacional Alejandro Andrade, quien anteriormente había estado viviendo como un Borbón en Miami.
¿Podría ser éste un primer indicio de más por venir?
Esperemos que sí, y ¿quién sabe? Existe una frase, usualmente atribuida a Winston Churchill, que dice que el mundo puede depender de Estados Unidos para "hacer lo correcto, después de haber agotado las demás alternativas". Después de catorce años bajo el yugo "revolucionario", podemos suponer que las opciones estarían tan agotadas como el mismo venezolano. Mientras tanto, Venezuela espera su futuro en un limbo, digno tal vez del mundo que se imaginaba Dante.
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