En: http://www.lapatilla.com/site/2013/09/26/antonio-de-la-cruz-el-prestamo-chino-una-forma-moderna-de-neocolonialismo-2-0/
Antonio De La Cruz
Maduro aseguró, el pasado sábado, que las relaciones con China son “modernas y ventajosas” para ambos países. Así mismo confirmó a través de su cuenta de twitter que el Banco de Desarrollo de China (BDC) se comprometió a otorgar una nueva línea de crédito de 5 mil millones de dólares para el financiamiento de proyectos en las áreas: vivienda, agricultura, transporte, industria, vialidad, electricidad, minería, salud, ciencia y tecnología.
Esta nueva línea de crédito formará parte de Fondo Chino Venezolano que fue creado por el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (BANDES) y el Fondo Desarrollo Nacional (FONDEN) en el 2007, y ha administrado recursos por 36 mil millones de dólares hasta el 2012.
La cancelación de la línea de crédito es en especie, es decir, se paga con la entrega de petróleo y/o productos derivados. Actualmente Petróleos de Venezuela (PDVSA) entrega a la Corporación Nacional de Petróleos de China (CNPC) – por la deuda china- 500 mil barriles diarios (mbd) equivalentes al 21 por ciento de la producción actual de crudos. La amortización de la deuda es efectuada por el mismo BDC quien recibe el pago de la factura de PDVSA a CNPC.
Con la nueva línea de crédito el monto adeudado a China es de 21 mil millones de dólares; ya que se han cancelado 20 mil millones de la deuda original según las declaraciones del presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, el 21 de agosto 2013.
Ahora bien, el crecimiento económico de China y su liderazgo cada vez más acentuado a nivel mundial son producto de la combinación política y económica. El BDC ha sido el arma financiera en la parte económica; jugando un rol estelar en el crecimiento interno chino, y en el exterior ha sido el habilitador para tener acceso a materias primas–que necesita la economía china- a cambio de préstamos.
En los países subdesarrollados de África, los préstamos del BDC están empezando a superar a los del Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales. Los mismos están dirigidos al desarrollo de la industria e infraestructura y los contratos producto del financiamiento son otorgados a las grandes empresas chinas. Si bien gran parte de los préstamos de China en África se centra en la extracción de petróleo y los metales para calmar la sed insaciable de China por las materias primas, en parte impulsado por el financiamiento de los nuevos centros urbanos, es sólo una parte de la historia. El sector que maneja las inversiones (capital equity) del Banco, el Fondo de Desarrollo China-África, está invirtiendo en el sector manufacturero africano en la medida que aumentan los costos laborales en China; ayudando a transformar países como Etiopía en un exportador de cuero y a las empresas chinas como Chery Auto a abrir plantas ensambladoras. En Ghana, el BDC financia la construcción de carreteras, ferrocarriles, terminales de petróleo y la red de oleoductos con un préstamo de 3 mil millones de dólares, el mayor en la historia de ese país, con la garantía de que las empresas chinas van a ganar la mayoría de los contratos.
Los préstamos chinos a América Latina pasaron de casi nada antes del 2008 hasta el punto que en el 2010, los compromisos adquiridos eran mayores a los créditos otorgados por el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco de Exportación e Importación de EE.UU.
El esquema utilizado por el BDC con Venezuela –un préstamo a cambio de petróleo y/o productos a futuro- es replicado en Ecuador y Brasil. Así como en Rusia, Turkmenistán y Myanmar. (Tabla 1)
Es un esquema en el cual China recibe recursos naturales –en este caso crudo y/o productos- y las compañías chinas, especialmente las grandes empresas estatales, obtienen miles de millones de dólares en contratos por parte de los gobiernos receptores del financiamiento de los proyectos en las áreas: vivienda, agricultura, transporte, industria, vialidad, electricidad, minería, salud, ciencia y tecnología.
En el caso de Venezuela, llama la atención la empresa china CAMC Engineering Company, una empresa que el BDC ha apoyado, y en la que el gobierno chino tiene una participación minoritaria. Esta empresa de ingeniería desarrolla proyectos que van desde plantas de generación eléctrica hasta sistemas de riego en todo el mundo. En su informe anual del 2011 muestra que la empresa obtuvo dos tercios de sus 5 mil millones de yuanes (817 millones de dólares) en utilidades en los proyectos desarrollados en Venezuela, entre otros el sistema de riego del rio Guárico; la planta de procesamiento de productos agrícolas en el Sombrero, Guárico, y los proyectos de generación eléctrica. En total, desde 2010 la CAMC Engineering Company ha firmado 1.680 millones de dólares en contratos; con una mayor participación en la construcción de proyectos hidroeléctricos en el sistema eléctrico nacional. (Tabla 2)
En resumen, las empresas chinas obtienen los contratos de la línea de crédito de 5 mil millones otorgados al gobierno venezolano por el BDC, y éstas , a la vez, sobre todo las empresas como Huawei, ZTE, Chery Auto y Sinohydro, reciben del BDC financiamiento en miles de millones de dólares para desarrollar su expansión en el extranjero. (Gráfico 1)
En este modelo China gana doble. Por el préstamo otorgado al país a cambio de materias primas que requiere para elaborar equipos, productos y partes, y por el financiamiento de los proyectos obtenidos por las empresas chinas que le permite el continuo crecimiento económico y la penetración de nuevos mercados. Mientras tanto, el país receptor de la línea de crédito compromete la producción de la materia prima que pertenece -dentro de un modelo rentista- a futuras generaciones y crea una dependencia tecnológica de las empresas chinas, comprometiendo el desarrollo de la industria nacional. Es un modelo que crea valor económico para China y destruye valor económico para el país receptor de crédito.
Al evaluar los resultados obtenidos por la línea de crédito de 36 mil millones de dólares durante el 2008 al 2012, el modelo de endeudamiento para desarrollar los proyectos en las áreas: vivienda, agricultura, transporte, industria, vialidad, electricidad, minería, salud, ciencia y tecnología ha dejado el flujo de caja de PDVSA comprometido. Así mismo, la industria nacional ha perdido mercado al contratar -el estado- empresas chinas para el desarrollo de los proyectos y al comprar productos chinos, lo que ha ocasionado un deterioro de la infraestructura y una escasez de productos. Por lo tanto, el modelo de financiamiento, “moderno y ventajoso” ha acentuado el modelo rentista al extremo que hoy el 96.2% de las exportaciones totales venezolanas es petróleo, creando una mayor dependencia de China. Así mismo, las obras de infraestructura asociadas a los 4 años de financiamiento demuestran que no han apalancado el desarrollo del país.
En el siglo XX la teoría de la dependencia desarrollada por Cardoso y Falleto y del neocolonialismo apuntaban a Estados Unidnos como el país que obtenía los recursos naturales de los países subdesarrollados a precios de mercado; los transformaban en mercancías y los vendía a los países de la periferia a través de las grandes corporaciones.
A través de las líneas de crédito a los países deudores, China reescribe las nuevas formas de dominación y de neocolonialismo del siglo XXI; obteniendo a cambio los recursos naturales que transforman en mercancías, que son incluidas en los proyectos que desarrollan en esos países las grandes empresas chinas.
Por último, el mercado como elemento del modelo de desarrollo no está en cuestión, tanto chinos como americanos lo tienen como eje central. Lo que ocurre es que en la China predomina la etapa “moderna” del capitalismo salvaje mientras que los Estados Unidos y Europa avanzan en el capitalismo “moderno” con responsabilidad social.
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