JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO)| EL UNIVERSAL
viernes 27 de septiembre de 2013 12:00 AM
Sigo sin entender cómo lo lograron. Porque, la verdad es que cuando me ha tocado viajar, he visto cómo el personal de la aerolínea suele ser muy estricto cuando las maletas tienen apenas un kilo más de lo permitido. Se ponen intransigentes y no hay derecho a pataleo: o se paga el exceso o se distribuye el excedente entre el resto del equipaje. Y eso si la línea aérea es de las que permite dos valijas, porque lo normal es que tan solo podamos llevar una y de apenas 23 kilitos.
También he sido testigo, por ejemplo, de cómo los guardias nacionales bolivarianos que están antes del counter nos hacen abrir el equipaje y buscan, hurgan, huelen, jurungan todo lo que llevamos, sin importarles que algunos pasajeros ya lo hayan plastificado. Incluso, una vez vi cómo a una muchacha, que no se lo ocurrió mejor idea que meter un frasco de mayonesa y harina PAN en su maleta –por cierto: ¿a quién se le ocurre llevar mayonesa y harina PAN a Estados Unidos, cuando allá se consiguen esos productos sin las peripecias que tenemos que hacer aquí para comprarlos?- la mandaron para el cuartico para someterla a una revisión aún más exhaustiva. La vieron sospechosa porque, viajaba sola y llevaba mayonesa.
Por eso me asombra tanto este caso del alijo de drogas encontrada en un avión de Air France y embarcada en el aeropuerto de Maiquetía. No hace falta mucha matemática para saber que cada una de las 31 maletas debe haber pesado, en promedio, unos 45 kilos. ¡Air France hubiera hecho su agosto cobrando exceso de equipaje! Pero, no. Los maletines llegaron a su destino y salieron de Maiquetía sin que se impusieran los controles y los chequeos a los que somos sometidos los ciudadanos comunes. ¡La droga llegó al viejo continente y en vuelo comercial! Demasiados implicados como para que, hasta ahora, solo imputen y priven de libertad a los cabos rasos. Los verdaderos cabecillas de esta operación, los peces gordos, tienen que estar en escalafones muchos más altos. Esto es apenas la puntica de un iceberg. Mucha gente involucrada a quien, imagino, debieron pagarles grandes sumas de dinero para que voltearan la mirada y se hicieran de la vista gorda.
Es más, mientras estamos enfrascados en este caso, distraídos con esta noticia que a medida que se profundiza nos deja aún más perplejos, me pregunto ¿cuántos alijos, quizá hasta más cuantiosos, no estarán embarcándose desde otros puntos de nuestra geografía? Porque, los entendidos en la materia, desde hace muchos años, han manejado la tesis de que los narcotraficantes cuando van a hacer una operación de mayor monta, delatan a la "mula" que transporta una cantidad importante, mas no cuantiosa, y así distraer y enfocar toda la atención de las autoridades en ese caso que queda al descubierto. Y mientras los ojos del mundo se concentran en ese hallazgo; por otro lado, el cargamento más grande está transportándose, sin problemas y sin amenazas, a su destino final. Es decir, sacrifican a un compinche con una cantidad interesante de "mercancía" en aras de un alijo mucho más rentable.
Pero, de nuevo, lo que se pone en evidencia es que la corrupción en el país está haciendo metástasis. La lucha de Maduro contra este flagelo, no es más que un parapeto donde caen presos los eslabones más delgados de las cadenas. Los verdaderos responsables, los nuevos ricos que han llenado sus arcas a punta de negocios oscuros y cobro de comisiones, siguen campantes e impunes cometiendo o facilitando delitos. La patria vuelve a ser noticia y no precisamente como un dechado de virtudes. Las reacciones de los voceros internacionales dan cuenta de nuestro mayor defecto como nación. Desde Obama hasta el director de la policía francesa resaltaron en sus declaraciones, palabras más palabras menos, el alto nivel de corrupción de los funcionarios venezolanos y el fracaso de nuestro país en la lucha contra el narcotráfico.
Para nadie es un secreto que Venezuela, desde hace mucho, ha sido el "puente favorito" de los carteles internacionales de las drogas por, entre otras cosas, su estratégica posición geográfica y su falta de controles, lo que les permite distribuir los estupefacientes con la facilidad de un delivery de pizzas. Problema que se agrava cuando nuestros oficiales, los encargados de cercenar las acciones delictivas, se dejan engatusar por unos cuantos dólares. ¿Qué hubiera pasado si en esas maletas, en vez de droga –empaquetada, algunas de las panelas, con el logo de la Cruz Roja- hubiera habido explosivos? Porque para nadie es un secreto que, dentro de ese submundo delictivo y de mercenarios, la venta y tráfico de armamento también es un negocio "jugoso".
Lo cierto es que el caso de las 31 maletas con más de una tonelada de drogas, es asombroso, Pero, más capciosa me parece la información confusa que ronda en torno a Rafael Isea y la DEA. ¿Piensa mal y acertarás? Sospecho que algo mucho más podrido está a punto de reventar.
También he sido testigo, por ejemplo, de cómo los guardias nacionales bolivarianos que están antes del counter nos hacen abrir el equipaje y buscan, hurgan, huelen, jurungan todo lo que llevamos, sin importarles que algunos pasajeros ya lo hayan plastificado. Incluso, una vez vi cómo a una muchacha, que no se lo ocurrió mejor idea que meter un frasco de mayonesa y harina PAN en su maleta –por cierto: ¿a quién se le ocurre llevar mayonesa y harina PAN a Estados Unidos, cuando allá se consiguen esos productos sin las peripecias que tenemos que hacer aquí para comprarlos?- la mandaron para el cuartico para someterla a una revisión aún más exhaustiva. La vieron sospechosa porque, viajaba sola y llevaba mayonesa.
Por eso me asombra tanto este caso del alijo de drogas encontrada en un avión de Air France y embarcada en el aeropuerto de Maiquetía. No hace falta mucha matemática para saber que cada una de las 31 maletas debe haber pesado, en promedio, unos 45 kilos. ¡Air France hubiera hecho su agosto cobrando exceso de equipaje! Pero, no. Los maletines llegaron a su destino y salieron de Maiquetía sin que se impusieran los controles y los chequeos a los que somos sometidos los ciudadanos comunes. ¡La droga llegó al viejo continente y en vuelo comercial! Demasiados implicados como para que, hasta ahora, solo imputen y priven de libertad a los cabos rasos. Los verdaderos cabecillas de esta operación, los peces gordos, tienen que estar en escalafones muchos más altos. Esto es apenas la puntica de un iceberg. Mucha gente involucrada a quien, imagino, debieron pagarles grandes sumas de dinero para que voltearan la mirada y se hicieran de la vista gorda.
Es más, mientras estamos enfrascados en este caso, distraídos con esta noticia que a medida que se profundiza nos deja aún más perplejos, me pregunto ¿cuántos alijos, quizá hasta más cuantiosos, no estarán embarcándose desde otros puntos de nuestra geografía? Porque, los entendidos en la materia, desde hace muchos años, han manejado la tesis de que los narcotraficantes cuando van a hacer una operación de mayor monta, delatan a la "mula" que transporta una cantidad importante, mas no cuantiosa, y así distraer y enfocar toda la atención de las autoridades en ese caso que queda al descubierto. Y mientras los ojos del mundo se concentran en ese hallazgo; por otro lado, el cargamento más grande está transportándose, sin problemas y sin amenazas, a su destino final. Es decir, sacrifican a un compinche con una cantidad interesante de "mercancía" en aras de un alijo mucho más rentable.
Pero, de nuevo, lo que se pone en evidencia es que la corrupción en el país está haciendo metástasis. La lucha de Maduro contra este flagelo, no es más que un parapeto donde caen presos los eslabones más delgados de las cadenas. Los verdaderos responsables, los nuevos ricos que han llenado sus arcas a punta de negocios oscuros y cobro de comisiones, siguen campantes e impunes cometiendo o facilitando delitos. La patria vuelve a ser noticia y no precisamente como un dechado de virtudes. Las reacciones de los voceros internacionales dan cuenta de nuestro mayor defecto como nación. Desde Obama hasta el director de la policía francesa resaltaron en sus declaraciones, palabras más palabras menos, el alto nivel de corrupción de los funcionarios venezolanos y el fracaso de nuestro país en la lucha contra el narcotráfico.
Para nadie es un secreto que Venezuela, desde hace mucho, ha sido el "puente favorito" de los carteles internacionales de las drogas por, entre otras cosas, su estratégica posición geográfica y su falta de controles, lo que les permite distribuir los estupefacientes con la facilidad de un delivery de pizzas. Problema que se agrava cuando nuestros oficiales, los encargados de cercenar las acciones delictivas, se dejan engatusar por unos cuantos dólares. ¿Qué hubiera pasado si en esas maletas, en vez de droga –empaquetada, algunas de las panelas, con el logo de la Cruz Roja- hubiera habido explosivos? Porque para nadie es un secreto que, dentro de ese submundo delictivo y de mercenarios, la venta y tráfico de armamento también es un negocio "jugoso".
Lo cierto es que el caso de las 31 maletas con más de una tonelada de drogas, es asombroso, Pero, más capciosa me parece la información confusa que ronda en torno a Rafael Isea y la DEA. ¿Piensa mal y acertarás? Sospecho que algo mucho más podrido está a punto de reventar.
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