VÍCTOR SALMERÓN| EL UNIVERSAL
martes 24 de septiembre de 2013 12:00 AM
El desequilibrio que enfrenta la administración de Nicolás Maduro es de tal magnitud que la mayoría de las entidades financieras coincide en que el país, que ya sufrió un severo ajuste el 8 de febrero cuando el tipo de cambio oficial saltó desde 4,30 hasta 6,30 bolívares, marcha hacia otra devaluación que debería concretarse después de las elecciones de alcaldes previstas para este diciembre.
En realidad no hay sorpresa alguna porque tras devaluar en febrero el gabinete económico, liderado por Nelson Merentes y Jorge Giordani, no hizo nada para controlar la inflación, por lo tanto, la moneda venezolana es quizás la más sobrevaluada del planeta.
La combinación de un tipo de cambio estático en Cadivi con una inflación que supera por mucho a la de Estados Unidos y el resto de América Latina, crea la sobrevaluación de la moneda, un desequilibrio donde los productos importados son más baratos que los elaborados en el país y por tanto las compras en el exterior se disparan.
Con el tiempo el desequilibrio se torna insostenible, la alta demanda de divisas es imposible de satisfacer, las empresas disminuyen la producción ante la competencia de las importaciones baratas y el Gobierno no tiene más alternativa que devaluar la moneda.
Aparte del desequilibrio que genera la elevada demanda de divisas artificialmente baratas en Cadivi, el Gobierno tiene que devaluar porque la inflación hace que todo se encarezca y por tanto le es imposible cubrir sus gastos cambiando los dólares que recibe por el petróleo al tipo de cambio oficial de 6,30 bolívares.
De acuerdo con firmas especializadas el tipo de cambio de equilibrio, es decir, donde la moneda dejaría de estar sobrevaluada se ubicará al cierre del año en 15 bolívares por dólar, gracias a la elevada inflación de este año.
El Gobierno optará por una devaluación intermedia y muy posiblemente solo devalúe hasta 10 o 11 bolívares por dólar, con lo que la medida sería incompleta, aunque puede argumentarse la necesidad de ajustar gradualmente.
Pero el tema de fondo es que en el gabinete económico no hay discusión seria sobre el tema de la inflación y no está planteado suspender la impresión de bolívares en el Banco Central para cubrir gasto público, reconocer el fracaso de los controles de precios y acabar con las trabas a la producción.
Todo indica que el gobierno de Nicolás Maduro anunciará otra devaluación inútil a finales de año o principios de 2014, porque al no hacer nada para desacelerar la inflación al poco tiempo será necesario otro ajuste que seguirá empobreciendo a los venezolanos.
En realidad no hay sorpresa alguna porque tras devaluar en febrero el gabinete económico, liderado por Nelson Merentes y Jorge Giordani, no hizo nada para controlar la inflación, por lo tanto, la moneda venezolana es quizás la más sobrevaluada del planeta.
La combinación de un tipo de cambio estático en Cadivi con una inflación que supera por mucho a la de Estados Unidos y el resto de América Latina, crea la sobrevaluación de la moneda, un desequilibrio donde los productos importados son más baratos que los elaborados en el país y por tanto las compras en el exterior se disparan.
Con el tiempo el desequilibrio se torna insostenible, la alta demanda de divisas es imposible de satisfacer, las empresas disminuyen la producción ante la competencia de las importaciones baratas y el Gobierno no tiene más alternativa que devaluar la moneda.
Aparte del desequilibrio que genera la elevada demanda de divisas artificialmente baratas en Cadivi, el Gobierno tiene que devaluar porque la inflación hace que todo se encarezca y por tanto le es imposible cubrir sus gastos cambiando los dólares que recibe por el petróleo al tipo de cambio oficial de 6,30 bolívares.
De acuerdo con firmas especializadas el tipo de cambio de equilibrio, es decir, donde la moneda dejaría de estar sobrevaluada se ubicará al cierre del año en 15 bolívares por dólar, gracias a la elevada inflación de este año.
El Gobierno optará por una devaluación intermedia y muy posiblemente solo devalúe hasta 10 o 11 bolívares por dólar, con lo que la medida sería incompleta, aunque puede argumentarse la necesidad de ajustar gradualmente.
Pero el tema de fondo es que en el gabinete económico no hay discusión seria sobre el tema de la inflación y no está planteado suspender la impresión de bolívares en el Banco Central para cubrir gasto público, reconocer el fracaso de los controles de precios y acabar con las trabas a la producción.
Todo indica que el gobierno de Nicolás Maduro anunciará otra devaluación inútil a finales de año o principios de 2014, porque al no hacer nada para desacelerar la inflación al poco tiempo será necesario otro ajuste que seguirá empobreciendo a los venezolanos.
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