MIGUEL BAHACHILLE M.| EL UNIVERSAL
lunes 30 de septiembre de 2013 12:00 AM
Mientras el país se desmiembra a pedazos, Nicolás insiste en la paparrucha de la conspiración comandada por la oposición para sacarlo del poder mediante un golpe de Estado. ¿Cree alguien que esta estrategia provenida de Cuba tendrá algún efecto en el ánimo colectivo que padece a diario todos los infortunios de un medio cada día más hostil? Nicolás aún no se ha dado cuenta que los tiempos han cambiado y que la figura del golpe de Estado feneció en 1992 cuando el finado encabezó una sanguinaria asonada fallida contra la Constitución y el orden democrático.
La atención pública está enfocada a defenderse de la violencia criminal, alto costo de la vida y la creciente incertidumbre. La falsa delación de golpe de Estado que refiere Nicolás en cada intervención, por cierto, con obscena frecuencia, tiende a inflar denuncias que enseguida se desinflan por inverosímiles. Mucha monserga y cero pruebas. Menosprecia la idoneidad del pueblo cuando supone que no sabe separar lo sustantivo de lo banal. Sucede todo lo contrario. En épocas de crisis es cuando la gente distingue lo insubstancial de lo relevante. Mientras Nicolás y compañía se estancan en lo trivial, la mayoría reclama mayor atención a la crisis. De allí el brusco descenso del Gobierno en las encuestas. ¿Hasta cuándo va a seguir sacándole la lengua al pueblo con tantos disparates?
El aumento desenfrenado de los accidentes viales, la ofensiva de grupos criminales que delinquen con impunidad, el desfalco del erario y de las asignaciones regionales, el conjunto de protestas y huelgas diarias en todo el país, la debacle de la infraestructura, ponen a prueba las aptitudes de Maduro como "jefe de Estado". Hasta ahora se ha negado, o no sabe, conferir significado a los conflictos que agobian a la patria. Para él nada grave acontece y, por el contrario, reacciona con azoradas actitudes belicosas acusando de "traidores intrigantes" a los denunciantes.
Curiosa conducta de un presidente que actúa con furia pero no para solucionar problemas sino para omitir los trances que le sulfuran. ¡No! Echa mano de la resabiada metafísica según la cual la importancia del diario de mañana consiste en que hace perecedero lo que sucedió hoy. Una vez liquidado hoy, la vida pasa al conjunto de episodios olvidados y desvinculados de los anteriores. Se aísla del ejercicio gubernamental mientras los conflictos se multiplican exponencialmente. No es pasando la página de los diarios como se puede gobernar. Los de mañana tendrán el mismo contenido de hoy más los creados ayer.
El pretexto del "complot de la derecha desestabilizadora" ya está muy deshilachado. Ahora se ensaya un nuevo plan para tratar de liquidar la indiscutible opción de poder de la MUD e impedir cualquier nexo con los sectores progresistas del país. El régimen no tiene otra opción que recurrir al ostracismo como forma gobierno porque no sabe hacerlo de otra manera. La ineptitud lo obliga a seguir comulgando con el modelo cubano aunque el país se arruine.
Todo el mundo siente, menos Nicolás, que los auténticos conspiradores están dentro del Gobierno. ¿No conspira acaso la señora Varela cuando niega que los reclusos están armados hasta los dientes mientras los vecinos de todas las cárceles viven aterrorizados por los frecuentes tiroteos? ¿No atenta ello contra la paz ciudadana? ¿No conspira el alto costo de la vida contra los más humildes? ¿Y el tétrico índice de asesinatos semanales? No le bastarán a Nicolás miles de horas en cadena para justificar el caos e instituir el estatismo inerme y una "conveniente" apatía. El trabajador está muy activo exigiendo demandas justas mientras la población en general se resiste a continuar con este oscurantismo ruinoso. Único conspirador contra la avenencia ciudadana.
"Coger calle" en estos momentos, cuando los números desfavorecen al gobierno, es lo menos conveniente pues daría motivos para que el régimen, con control de todas las instituciones, rebuscara y sometiera a juicio a "conspiradores callejeros por golpistas". La verdadera herramienta que debe ser estimulada desde ya con mucho vigor es el voto: avío más temido por el régimen porque expresa la real voluntad ciudadana que no puede ser acallada con represión.
La atención pública está enfocada a defenderse de la violencia criminal, alto costo de la vida y la creciente incertidumbre. La falsa delación de golpe de Estado que refiere Nicolás en cada intervención, por cierto, con obscena frecuencia, tiende a inflar denuncias que enseguida se desinflan por inverosímiles. Mucha monserga y cero pruebas. Menosprecia la idoneidad del pueblo cuando supone que no sabe separar lo sustantivo de lo banal. Sucede todo lo contrario. En épocas de crisis es cuando la gente distingue lo insubstancial de lo relevante. Mientras Nicolás y compañía se estancan en lo trivial, la mayoría reclama mayor atención a la crisis. De allí el brusco descenso del Gobierno en las encuestas. ¿Hasta cuándo va a seguir sacándole la lengua al pueblo con tantos disparates?
El aumento desenfrenado de los accidentes viales, la ofensiva de grupos criminales que delinquen con impunidad, el desfalco del erario y de las asignaciones regionales, el conjunto de protestas y huelgas diarias en todo el país, la debacle de la infraestructura, ponen a prueba las aptitudes de Maduro como "jefe de Estado". Hasta ahora se ha negado, o no sabe, conferir significado a los conflictos que agobian a la patria. Para él nada grave acontece y, por el contrario, reacciona con azoradas actitudes belicosas acusando de "traidores intrigantes" a los denunciantes.
Curiosa conducta de un presidente que actúa con furia pero no para solucionar problemas sino para omitir los trances que le sulfuran. ¡No! Echa mano de la resabiada metafísica según la cual la importancia del diario de mañana consiste en que hace perecedero lo que sucedió hoy. Una vez liquidado hoy, la vida pasa al conjunto de episodios olvidados y desvinculados de los anteriores. Se aísla del ejercicio gubernamental mientras los conflictos se multiplican exponencialmente. No es pasando la página de los diarios como se puede gobernar. Los de mañana tendrán el mismo contenido de hoy más los creados ayer.
El pretexto del "complot de la derecha desestabilizadora" ya está muy deshilachado. Ahora se ensaya un nuevo plan para tratar de liquidar la indiscutible opción de poder de la MUD e impedir cualquier nexo con los sectores progresistas del país. El régimen no tiene otra opción que recurrir al ostracismo como forma gobierno porque no sabe hacerlo de otra manera. La ineptitud lo obliga a seguir comulgando con el modelo cubano aunque el país se arruine.
Todo el mundo siente, menos Nicolás, que los auténticos conspiradores están dentro del Gobierno. ¿No conspira acaso la señora Varela cuando niega que los reclusos están armados hasta los dientes mientras los vecinos de todas las cárceles viven aterrorizados por los frecuentes tiroteos? ¿No atenta ello contra la paz ciudadana? ¿No conspira el alto costo de la vida contra los más humildes? ¿Y el tétrico índice de asesinatos semanales? No le bastarán a Nicolás miles de horas en cadena para justificar el caos e instituir el estatismo inerme y una "conveniente" apatía. El trabajador está muy activo exigiendo demandas justas mientras la población en general se resiste a continuar con este oscurantismo ruinoso. Único conspirador contra la avenencia ciudadana.
"Coger calle" en estos momentos, cuando los números desfavorecen al gobierno, es lo menos conveniente pues daría motivos para que el régimen, con control de todas las instituciones, rebuscara y sometiera a juicio a "conspiradores callejeros por golpistas". La verdadera herramienta que debe ser estimulada desde ya con mucho vigor es el voto: avío más temido por el régimen porque expresa la real voluntad ciudadana que no puede ser acallada con represión.
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