Jose Machillanda
Nicolás Maduro durante las tres últimas apariciones y ejecutorias: en su comparecencia ante la Asamblea, en el Campo de Carabobo y en su visita al Comando General del Ejército, se mostró cada vez más inseguro, atemorizado y titubeante, expresando una mueca de violencia, con tal incapacidad, descontrol personal, desconocimiento craso de los asuntos que trata; que el círculo de hombres de armas que lo asechan —y están convencidos ser herederos políticos de Chávez— le han cercado con un tutelaje militar. Tutelaje militar avieso y maligno, que secuestra sus decisiones políticas, enclaustra el sistema político venezolano en una dictadura como militares, que actúan con su condición de “categoría funcional militar” en la administración del estado venezolano.
Nicolás Maduro esta cautivo, controlado y bajo vigilancia en casi todo lo que hace con respecto al gobierno, y sus captores lo entienden como un mal político, un político sujeto a dudas que requiere del elemento armado como marco de autoridad, palanca de ejecución burocrática e instrumento para garantizar el orden y funcionamiento del país, ya que le ha quedado grande la Presidencia de la República. Maduro ha estado tan desacertado que ahora quiere que lo llamen “Colacho” y con ello cuanto ha hecho es precipitar el rechazo y la aversión en quienes ejercen el tutelaje militar.
La Presidencia de Venezuela es para que el Presidente y su gobierno presidan. Nicolás Maduro aparece casi pidiéndole permiso a los militares, de espalda a la dignidad, preeminencia y decoro que le corresponde a todo Presidente, en la cual él ha dibujado una extrema incapacidad y falta de valor para gobernar sirviendo de hazme reír. Las últimas tres apariciones reflejan que Nicolás Maduro como gobernante esta bajo control del tutelaje militar, lo cual habla de una muy riesgosa y explosiva situación política para el país.
El tutelaje militar que acecha a Nicolás Maduro es una expresión perversa de las relaciones civiles militares para controlar el poder político por parte de un elemento armado, en el cual una cúpula se nutre de la desconfianza generalizada del pueblo venezolano hacia el poder político y la ingobernabilidad militar, como consecuencia de las luchas militares interfuerzas e intrafuerzas . Esas luchas en el ambiente militar real están presentes desde el 8 de diciembre de 2012 cuando Chávez con la designación de Maduro sucesor, disparó las luchas de sectores y mafias militares que protegen y cuidan sus espacios y protegen sus intereses, aprovechándose de un poder político fragmentado que es vigilado permanentemente por la inteligencia militar.
Nicolás Maduro no ha podido imponer el “Gobierno Militar de Calle”, fracasó en el “Plan Patria Segura”, no entiende la tarea de los comandos militares de zonas para vigilar y fiscalizar a los gobernadores, se tropieza con una pirámide ocupacional invertida y no sabe qué hacer porque no lo entiende, hace unos aumentos salariales al elemento militar que lo que produce es una generalizada murmuración y su imagen… es cada día más rechazada en la medida que crece la convicción a lo interno de la organización que por colombiano no puede ser comandante de las Fuerzas Armadas.
Nicolás Maduro ha comenzado a entender tardíamente que aunque halla sido solicitado por Chávez como su sucesor —ante su ausencia absoluta—, las condiciones diversas alrededor de él impiden que sea reconocido como tal, eso fue lo que dio origen a que Molero Bellavia —un Almirante en Jefe que pareció mas bien el jefe de campaña de Maduro— montara en forma sibilina y sorpresiva un “teatro” para reconocer el 19 de abril, en un acto cerrado y controlado en el Batallón de Infantería Mecanizado Simón Bolívar en Fuerte Tiuna, a un Presidente y Comandante en Jefe sobre el cual hay severas sospechas con respecto a su legitimidad.
Nicolás Maduro en consecuencia, sufre un tutelaje militar del cual se aprovecha el teniente Diosdado Cabello —desde cuando fue apareado el 24 de junio en el desfile del ejército—, así se puede entender que lo controlan y vigilan los centauros de Chávez, que sí se entienden herederos del poder desde cuando fueron juramentados en el cuartel San Carlos como “comandantes de la Revolución”. Por la vía del tutelaje lo cercan y observan los 13 gobernadores —todos militares chavistas— quienes auscultan a distancia prudentemente el derrumbe acelerado de un hombre modesto, incapaz, iletrado y temeroso que por su analfabetismo político se acerca al obscurantismo político.
Nicolás Maduro potencia en cada una de sus actuaciones una plena inseguridad que lo acerca a la ingobernabilidad, con la concurrente inestabilidad en el país, como consecuencia de que de manera incremental todos los días crece y se hace mayormente asfixiante el ambiente político real. No se resuelve el desabastecimiento, se potencia la inflación, se observan niveles máximos en la inseguridad, el gobierno pareciera paralizado, el gobierno de calle se parece a una campaña o maniobra electoral y mientras todo esto es responsabilidad de Nicolás Maduro los centauros de Chávez con su tutelaje y Diosdado Cabello lo acechan y controlan.
Ingobernabilidad máxima en Venezuela. ¿Por qué? porque Nicolás Maduro no es capaz de entender qué significa ser Presidente. Pareciera que como actor político no termina de entenderse como Presidente de la República, cabeza principal de la política, primer ciudadano de la República, hombre y ciudadano superior para orientar a una Venezuela tiene que regirse por la Constitución vigente y las leyes, respetando y enalteciendo a los venezolanos, su historia y sus costumbres y tradiciones. Él, Nicolás Maduro permanece dentro de un gran caos, cautivo de quienes lo cercan: Los centauros de Chávez por la vía del tutelaje militar que pareciera que de manera de emboscada comanda Diosdado Cabello.
Nicolás Maduro ha comenzado a entender tardíamente que aunque halla sido solicitado por Chávez como su sucesor —ante su ausencia absoluta—, las condiciones diversas alrededor de él impiden que sea reconocido como tal, eso fue lo que dio origen a que Molero Bellavia —un Almirante en Jefe que pareció mas bien el jefe de campaña de Maduro— montara en forma sibilina y sorpresiva un “teatro” para reconocer el 19 de abril, en un acto cerrado y controlado en el Batallón de Infantería Mecanizado Simón Bolívar en Fuerte Tiuna, a un Presidente y Comandante en Jefe sobre el cual hay severas sospechas con respecto a su legitimidad.
Nicolás Maduro en consecuencia, sufre un tutelaje militar del cual se aprovecha el teniente Diosdado Cabello —desde cuando fue apareado el 24 de junio en el desfile del ejército—, así se puede entender que lo controlan y vigilan los centauros de Chávez, que sí se entienden herederos del poder desde cuando fueron juramentados en el cuartel San Carlos como “comandantes de la Revolución”. Por la vía del tutelaje lo cercan y observan los 13 gobernadores —todos militares chavistas— quienes auscultan a distancia prudentemente el derrumbe acelerado de un hombre modesto, incapaz, iletrado y temeroso que por su analfabetismo político se acerca al obscurantismo político.
Nicolás Maduro potencia en cada una de sus actuaciones una plena inseguridad que lo acerca a la ingobernabilidad, con la concurrente inestabilidad en el país, como consecuencia de que de manera incremental todos los días crece y se hace mayormente asfixiante el ambiente político real. No se resuelve el desabastecimiento, se potencia la inflación, se observan niveles máximos en la inseguridad, el gobierno pareciera paralizado, el gobierno de calle se parece a una campaña o maniobra electoral y mientras todo esto es responsabilidad de Nicolás Maduro los centauros de Chávez con su tutelaje y Diosdado Cabello lo acechan y controlan.
Ingobernabilidad máxima en Venezuela. ¿Por qué? porque Nicolás Maduro no es capaz de entender qué significa ser Presidente. Pareciera que como actor político no termina de entenderse como Presidente de la República, cabeza principal de la política, primer ciudadano de la República, hombre y ciudadano superior para orientar a una Venezuela tiene que regirse por la Constitución vigente y las leyes, respetando y enalteciendo a los venezolanos, su historia y sus costumbres y tradiciones. Él, Nicolás Maduro permanece dentro de un gran caos, cautivo de quienes lo cercan: Los centauros de Chávez por la vía del tutelaje militar que pareciera que de manera de emboscada comanda Diosdado Cabello.
El tutelaje militar significa que quienes gobiernan tras bambalina, son los militares golpistas del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992. Y solo ellos, gobiernan, con sus compañeros de promoción militar como expresión de un nuevo militarismo del siglo XXI. Es el neomilitarismo ideologizado que parió Chávez, es el “militar chavista”, que es parte de su legado cuando desestructuró de forma inmoral un cuerpo militar profesional que había sido creado desde 1908 y había logrado su maximización profesional derrotando a la guerrilla castrocomunista en 1973 y defendiendo al estado-nación venezolana en 1987 cuando la pretensión colombiana del CALDAS. Este nuevo neomilitarismo representado por los centauros de Chávez sigue creyendo que los militares que usan las bocas de fuego para matar y aterrorizar a la sociedad pueden seguir siendo gobierno en Venezuela.
Esos militares constituyen el tutelaje militar fundamentado en su “imaginario político real” al cual les sirve de fundamento y fuerza para hacerse gobierno, puesto que practican la relación de que el principio administrativo es mayor que el principio operativo y entonces, dejan de ser operacionales y se hacen administrativos. Administrativos por cuanto están de espaldas a la polemología y a la estrategia y al no tener misión, ni visión, ni concepción geopolítica, se auto convencen de que su tarea es la de gobernar. Obviamente por la vía de un mal gobierno ya que se imaginan que pueden militarizar la sociedad y la política por la vía de las armas, es decir, un gobierno que lo que genera es sufrimiento en el ciudadano y esos son quienes… ejercen tutelaje sobre Nicolás Maduro.
El tutelaje militar y su militarismo muestra al militar en su “categoría militar funcional”, integrados a la falsificación revolucionaria que creó Chávez, por esto han sido tan irresponsables, al extremo que han aceptado que Nicolás Maduro se presente en el Comando General del Ejército para crear y decretar el CESPPA, organismo que depende estratégicamente de Maduro y se ocupará de definir cuál es la información de interés para los venezolanos, violando así el artículo 57 de la Constitución. Quiere decir, que los militares se ocuparán en la persona de un mayor general en retiro, —ahora reincorporado y en servicio activo— a definir la política comunicacional restrictiva del neomilitarismo venezolano.
Nicolás Maduro prisionero de los soles en la situación que vive no es capaz de comprender que a mayor tutelaje militar mayor descontento en la sociedad y en las bases del PSUV, que además, devienen de AD, COPEI y el MAS y ahora están constituyendo las bases del PSUV. Esa gente buena, activista, de otros partidos y ahora del PSUV despreció la dictadura y combatió al militarismo que hoy reaparece en forma de Tutelaje Militar y se convierte en el mayor desatino y quizá desgracia por la pretensión que tienen estos hombres de izquierda sin preparación, sin fuelle político y mucho menos talante, para conducir la República porque solo saben de soles, estrellas y negociados.Esos militares constituyen el tutelaje militar fundamentado en su “imaginario político real” al cual les sirve de fundamento y fuerza para hacerse gobierno, puesto que practican la relación de que el principio administrativo es mayor que el principio operativo y entonces, dejan de ser operacionales y se hacen administrativos. Administrativos por cuanto están de espaldas a la polemología y a la estrategia y al no tener misión, ni visión, ni concepción geopolítica, se auto convencen de que su tarea es la de gobernar. Obviamente por la vía de un mal gobierno ya que se imaginan que pueden militarizar la sociedad y la política por la vía de las armas, es decir, un gobierno que lo que genera es sufrimiento en el ciudadano y esos son quienes… ejercen tutelaje sobre Nicolás Maduro.
El tutelaje militar y su militarismo muestra al militar en su “categoría militar funcional”, integrados a la falsificación revolucionaria que creó Chávez, por esto han sido tan irresponsables, al extremo que han aceptado que Nicolás Maduro se presente en el Comando General del Ejército para crear y decretar el CESPPA, organismo que depende estratégicamente de Maduro y se ocupará de definir cuál es la información de interés para los venezolanos, violando así el artículo 57 de la Constitución. Quiere decir, que los militares se ocuparán en la persona de un mayor general en retiro, —ahora reincorporado y en servicio activo— a definir la política comunicacional restrictiva del neomilitarismo venezolano.
Nicolás Maduro no sabe que esos hoy generales fueron hace 20 años capitanes y tenientes que el 4-F y 27-N actuaron en su condición de capitanes o tenientes como asesinos desbocados capaces hasta de bombardear la Casa Presidencial de la Casona, habitada por mujeres y niños, cierta y definitivamente, de esos hoy jefes del tutelaje militar no se puede pedir ni esperar nada, son torcidos, retuertos, avaros, torpes y cobardes que dicen lo que no sienten, que ya traicionaron a la sociedad y violaron las normas: La constitución. En manos del tutelaje militar se pasa de la inestabilidad política al caos político y si Nicolás Maduro no termina de advertir el acecho cautivo que hoy vive, será responsable porque el tutelaje militar termine de sentar al gobierno venezolano en la punta de las bayonetas.
José Machillanda es Doctor en Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar. Es Coronel (r) del Ejército de Venezuela.
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