Por primera vez en la historia, hay hoy un mayor
número de latinoamericanos en la clase media que en la pobreza
En unos
días, el mundo financiero, económico y de desarrollo se dará cita en Lima
(Perú). Por primera vez en casi 50 años, la región de América Latina y el
Caribe será la anfitriona de las Reuniones Anuales del Grupo Banco Mundial y el
Fondo Monetario Internacional. Será un tributo apropiado para una región que ha
experimentado importantes transformaciones. Pero servirá también para
recordarnos que dichas ganancias se encuentran a prueba ante un entorno
internacional que se complica.
En 1967,
cuando las Reuniones Anuales del BM-FMI tuvieron lugar en Río de Janeiro
(Brasil) la esperanza de vida de los latinoamericanos era de 59 años. Ahora
podemos esperar vivir hasta los 75 años de promedio. En ese mismo periodo la
mortalidad infantil se redujo radicalmente de 96 por 10.000 a 16 y el comercio
de bienes y servicios como porcentaje del PIB se duplicó.
Pero no
hay que remontarnos tan lejos. A comienzos de la década pasada, la crisis
financiera asiática y la suspensión de pagos de Rusia habían hecho caer a
América Latina y el Caribe en picada. Solo 15 años más tarde, el mundo alcanzó
la meta de reducir a la mitad la tasa de pobreza extrema, y América Latina
logró ir más allá, aumentando más que cualquier otra región los ingresos del
40% más pobre y logrando disminuir la desigualdad mientras aumentaba en el
resto del planeta.
Por
primera vez en la historia, hay hoy un mayor número de latinoamericanos en la
clase media que en la pobreza. Brasil logró reducir el hambre en un 80% en la
última década y Perú redujo la mortalidad infantil más rápidamente que la
mayoría de los países de ingresos medios.
Los
países de la región han logrando disminuir la desigualdad mientras aumentaba en
el resto del planeta
Pero
también debemos ser realistas. A pesar de los sólidos beneficios para millones
de personas, el progreso ha sido desigual y el trabajo que nos queda por delante
es significativo, especialmente ahora.
China
crece menos, los precios de las materias primas han caído y muchos de nuestros
países enfrentan una situación económica difícil. En las calles se aprecia la
insatisfacción de la población y un clamor por que las autoridades respondan a
sus demandas, desde mejores servicios públicos, hasta mayor transparencia y
menor inseguridad. De hecho, según la reciente encuesta de Latinobarómetro, los
latinoamericanos han perdido la confianza en las instituciones: sólo el 34% de
los encuestados confían en el Estado. Existe malestar y la desaceleración
económica que comenzara en 2011 nos pone a prueba.
Este año,
de hecho, el promedio ponderado de crecimiento para América Latina y el Caribe
escasamente estará por encima de cero. Nuestros expertos en el Banco Mundial
advierten que el cambio en el entorno externo no es transitorio por lo que la
región tendrá que adaptarse a la nueva realidad. Diversos países se encuentran
en distintas fases de los ajustes necesarios para facilitar la transición.
Algunas acciones incluyen la depreciación en el tipo de cambio para volver sus
exportaciones más competitivas, así como ajustes al gasto público para volverlo
más eficiente. El objetivo común, con el que estamos comprometidos en el Banco
Mundial, será reactivar los propios motores de crecimiento de cada país sin
descuidar a las personas más vulnerables.
Para
sentar las bases de un crecimiento más sólido e inclusivo en los próximos años,
el aumento de la productividad sigue siendo prioritario. La continuación de las
reformas para mejorar la educación, la infraestructura, la competitividad y la
inversión del sector privado no deben postergarse, como lo vienen demostrando
muchos líderes en la región con sus acciones.
El
complejo entorno externo y el aumento interno de las demandas de la población
que exige un Estado más eficiente, abierto y transparente, requerirá un
liderazgo político hábil. Los actuales retos estarán, sin duda, en el centro de
las conversaciones que sostendremos en Lima, y de la manera en que los
enfrentemos dependerá en mucho el bienestar futuro de la población. Los
tremendos logros alcanzados en las últimas décadas en la región nos demuestran
que existen las bases sobre las cuales continuar avanzando hacia una mayor
prosperidad para todos.
Jorge Familiar es vicepresidente del Banco Mundial para
América Latina y el Caribe.
Vía El País. España
Que pasa Margarita
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