El
caradura puede ejercer su desverguenza conscientemente. En este caso también
necesita un ingrediente moral: un fin superior. Hitler culpó a otros del
incendio del Reichstag, pero lo hizo por la "superioridad" de su
"raza", que para él era lo esencial
Es muy común en lengua española
el llamar "caradura" a las personas que -como dice el
diccionario- actúan con "descaro y sin vergüenza". Establecer
una teoría general del caradurismo no es fácil. Lo primero que hay que decir es
que está emparentado con eso que se denomina "cinismo".
Esta última palabra es la
mutación en el significado del nombre de una escuela filosófica de la antigua
Grecia, cuyo comportamiento era muy comprometido con la ética, cosa que no
sucede en la acepción moderna de la palabra. Un exponente de esta escuela es
Diógenes de Sínope y para dar idea de su actitud basta con recordar una
anécdota: una vez le preguntaron por qué la gente daba limosna a los pobres,
pero nunca a los filósofos, siendo que estos también llevaban una vida cargada
de miserias, a lo que él respondió: "porque todo el mundo piensa que algún
día puede llegar a ser pobre, pero nunca a ser filosofo".
"Los cínicos antiguos -a
diferencia de los de hoy- eran emblema de sinceridad y honestidad de vida,
mientras que los actuales son expresión de "desvergüenza en el mentir y de
la práctica de acciones o doctrinas vituperables".
Una de las grandes preguntas que
uno se hace frente a los cínicos o caraduras, sea en la cotidianidad de la
cercanía o en las alturas del poder es si efectivamente se creen
todo lo que dicen o mienten con premeditación. No deja de ser curioso que uno
llame "descarado" a un caradura, puesto que descaro viene de no tener
cara. ¿Y como no puede tener cara quien la tiene de piedra? Cosas del idioma.
Veamos algunos ejemplos de malos
gobernantes: Nerón, para irnos bien lejos. ¿Sabía Nerón que estaba destruyendo
a Roma o pensaba realmente que todo lo que acontecía era parte de una guerra
religiosa desatada por los primitivos cristianos? Lo que llamamos ideología en
el fondo es convertir nuestra particular visión del mundo en doctrina
universal.
Marx no mentía, creía que su
análisis de la sociedad era como el de Fleming de las bacterias, algo
absolutamente científico y objetivo. Parece que muchos gobernantes tienen que
perseverar ciegamente en la defensa de su discurso aunque este acabe con su
patria. Naturalmente, en este caso los adulantes o como llamamos nosotros
" jalabolas", cumplen un papel fundamental en hacerle creer al líder
que nunca se equivoca.
Stalin, para venirnos mas cerca,
cambiaba la historia a capricho. Trotsky, uno de los grandes líderes de la
revolución de octubre, terminó siendo un traidor porque así lo decreto "el
padrecito" y hasta se dispuso que desapareciera de las fotos en las que
había figurado y que su vida fuese reinveintada con hechos en los que no tuvo
nada que ver. Por algo Orwell tiene a la URSS como fuente de inspiración de sus
novelas.
El caradura puede ejercer su
desverguenza conscientemente. En este caso también necesita un ingrediente
moral: un fin superior. Hitler culpó a otros del incendio del Reichstag, pero
lo hizo por la "superioridad" de su "raza", que para él era
lo esencial.
Como se habla tanto de fascismo
en estos tiempos es bueno recordar los 11 principios de Goebbels, el
propagandista del fascismo:
1) Establecer un único enemigo.
2) Reunir diversos adversarios en
una sola categoría.
3) Culpar al adversario de los
propios errores.
4) Hacer de cualquier cosa
intrascendente una amenaza grave.
5) Asumir que las masas no
son inteligentes y pueden ser manipuladas con engaños hábiles y que creerán
cualquier cosa que se les asegure con determinación.
6) Entender que la propaganda
debe ser simple, de pocas ideas, fácil de captar para el alma primitiva a la
que le resulta mejor verlo todo en blanco y negro.
7) Crear elementos de distracción
permanente, para decirlo en criollo, trapos rojos de forma que la gente tenga
la mente ocupada en ellos y no sé de cuenta de la miseria que padece.
8) Armar falsedades a partir de
la union de muchas medias verdades.
9) Acallar la expresión de todo
aquello de lo que no se tenga respuesta coherente y creíble.
10) Fomentar odio a partir de
criterios primitivos. Por ejemplo: enemigos fronterizos, xenofobia, etc.
11) Crear sensación de
unanimidad, de que el que piensa como el poderoso, piensa como piensa todo el
mundo.
Si últimamente algo de lo
descrito le suena familiar, seguramente es que algún cínico caradura se ha
atravesado en su camino. Se reconocen fácilmente porque al escucharlos uno
siente la sensación de que haber perdido la razón y por otra cosa: huelen
a azufre.
Vía Tal Cual
Que pasa Margarita
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