El frenazo de China, la caída del
precio de las materias primas y el elevado endeudamiento empresarial dificultan
un cambio de tendencia
La Bolsa
de Pekín sufrió severas caídas a lo largo del mes de agosto, reflejo de la
desconfianza de los inversores. / MARK
SCHIEFELBEIN (AP)
Después
de más de 20 años de fuerte crecimiento, el superciclo de los países emergentes
parece haber llegado a su fin. Por primera vez en casi 30 años, las grandes
economías emergentes dejarán de ser atractivas para la inversión y registrarán
una salida neta de capitales este año, según el Instituto de Finanzas Internacionales. A diferencia de otras
crisis, las causas de ese cambio de tendencia hay que buscarlas en los propios
emergentes: el frenazo de China, la caída del precio de las materias primas, el
elevado endeudamiento empresarial. Brasil y Turquía son los países que acumulan
más riesgos.
Los
flujos de capital hacia los grandes países emergentes se han debilitado
significativamente en lo que va de año. El Instituto de Finanzas
Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés) calcula que ese grupo de países
apenas recibirá este año inversiones por unos 548.000 millones de dólares (unos
490.000 millones de euros), muy lejos del billón largo que lograron atraer en
2014 e incluso por debajo de los niveles registrados en plena crisis financiera
internacional. El descenso es aún más dramático si lo medimos en términos de
PIB: si en 2007 los emergentes lograron atraer capitales por el equivalente al
8% de su PIB conjunto, los flujos que recibirán este año apenas representarán
el 2% del total.
“A
diferencia de la crisis del año 2008, la salida de los emergentes está
impulsada básicamente por factores internos, que reflejan una desaceleración
sostenida del crecimiento en estos países y que se ha visto amplificada por una
incertidumbre creciente en torno a China y a sus políticas”, explica el informe del
organismo que agrupa a los principales bancos privados del mundo.
A diferencia de
otras crisis, la desconfianza de los inversores tiene causas internas
A ese
negro escenario se suma la fuerte salida de capital privado de estas economías,
que rondará los 1,09 billones de dólares, “sobre todo, por el pago de los
créditos asumidos en dólares por parte de las empresas chinas”, explica el IIF
, y la reducción de la exposición de la banca extranjera a estas economías
(134.000 millones de dólares). Las caídas
sufridas por las Bolsas emergentes este verano también se reflejan aquí y,
con ello, la debilidad de las monedas emergentes. Tanto que, después de años
acumulando reservas a un ritmo de 500.000 millones anuales, muchos países están
tirando de ellas para defender sus monedas. “El cambio es especialmente elevado
en China, después de años de fuerte acumulación de reservas, y entre los países
del Golfo, que deben hacer frente a sus déficits ante la caída del precio del
petróleo”, señala el IIF.
El saldo
neto de las entradas y salidas de capital arroja números rojos por 541.000
millones de dólares, sin precedentes desde 1988. El IIF espera que la salida de
capitales prosiga en 2016, con una fuga de inversión por más de 300.000
millones “aunque los riesgos se sitúan claramente a la baja”, apuntaba por
teleconferencia el economista jefe del IIF, Charles Collyns.
Fin del superciclo
“El
superciclo de los emergentes ha quedado atrás”, sentenciaba ayer Hung Tran,
director ejecutivo del IIF. “El crecimiento en estos países se ha deteriorado
significativamente en los últimos cinco años y hay razones estructurales para
pensar que el cambio de tendencia no será rápido”. En ese escenario, los países
con mayores déficits por cuenta corriente, con marcos de política económica
“cuestionables”, un elevado endeudamiento en moneda extranjera de sus empresas
y acuciados por “incertidumbres políticas” son los que tienen mayor riesgo de
sufrir una crisis cambiaria o incluso de deuda. Brasil y Turquía se sitúan a la
cabeza del ranking.
Pese al
negro escenario que dibujan esas previsiones, el organismo que agrupa a los
mayores bancos privados del mundo se niega a hablar de riesgo de recesión
global, pese a que la conjunción de factores que describe —desplome del precio
de las materias primas, depreciación de las divisas y turbulencias financieras—
han propiciado en el pasado una fuerte desaceleración del PIB global. El IIF
prevé un crecimiento para las 30 mayores economías emergentes del 3,5% este
año, el más bajo desde la crisis financiera.
Un modelo de
crecimiento en crisis
La salida de capitales de los principales mercados emergentes refleja
las dudas de los inversores, ahora que China crece menos de lo previsto y que
el modelo de crecimiento basado en las exportaciones, sobre todo de materias
primas, ha demostrado sus límites.
El frenazo chino ha puesto en evidencia un “exceso de capacidad
generalizado en todo el sector industrial”, aseguraba Hung Tran, director
ejecutivo del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF). En los últimos cinco
años, el endeudamiento empresarial en los emergentes ha crecido el equivalente
al 30% del PIB de estos países.
“La velocidad a la que se ha producido ese endeudamiento juega un papel
decisivo, porque condiciona la calidad de esa deuda y el consiguiente manejo de
la crisis”, admitía ayer Tran.
Una tendencia a la que no es
ajena la política monetaria de los países desarrollados, con años de tipos
cercanos a cero y una liquidez sin precedentes. Ahora que la Reserva Federal se
plantea empezar a subir los tipos de interés, los emergentes pierden atractivo
inversor pero sus empresas están atrapadas por el elevado endeudamiento, en
muchos casos en dólares.
Vía
El País. España
Que pasa Margarita
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