Dentro y fuera de Venezuela hay escepticismo sobre las nuevas iniciativas de diálogo de Maduro. Han sido muchas las promesas incumplidas. Es más, analistas consideran que es “una estrategia para evadir la realidad”.
DW
Un grupo de diputados de la Asamblea Nacional de Venezuela se apostó este 15 de junio a las puertas del palacio presidencial de Miraflores para pedir al Ejecutivo que “reflexione” sobre la decisión del Supremo de declarar inconstitucional una ley para atender lo que consideran una “emergencia humanitaria” de salud.
“Aquí estamos en el palacio de Miraflores diciéndole: “Presidente Maduro podemos tener diferencias en el tema que usted quiera, pero la vida de los venezolanos nos obliga a ponernos de acuerdo”, dijo José Manuel Olivares.
Justamente el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, anunció conversaciones con el Gobierno de Venezuela, pocas horas después de respaldar la convocatoria a un referéndum que podría acortar el mandato de Nicolás Maduro.
Maduro también invitó a los tres expresidentes que lideran la iniciativa de diálogo entre el Gobierno y la oposición a una sesión extraordinaria el 21 de junio en la sede de la OEA en Washington, dos días antes del encuentro para debatir si se aplica a Caracas la Carta Democrática del organismo. A dicha reunión están convocados el español José Luis Rodríguez Zapatero, el dominicano Leonel Fernández y el panameño Martín Torrijos, que encabezan el diálogo auspiciado por Unasur.
¿Empezará ahora el diálogo que los venezolanos esperaban?
“Ya son muchas las veces que Maduro ha prometido un diálogo que nunca se da”, dice a DW Rocío Guijarro Saucedo, directora ejecutiva de CEDICE, un centro de pensamiento que aboga por los valores liberales. “El diálogo en política internacional siempre es útil, pero nunca es inofensivo”, dice a DW, por su parte, el experto colombiano en derecho constitucional Walter Arévalo, quien agrega que “el diálogo le sirve muchísimo a Maduro porque le ayuda a construir una agenda internacional, distinta a la muy complicada que tiene en casa”.
Arévalo, estudioso de Venezuela e internacionalista del Stetson University College of Law, advierte que un diálogo que tenga por la solución definitiva puede ser solo “una válvula de escape para el mismo régimen” y pregunta: “¿Qué mejor le puede pasar a Maduro que sentarse con la primera potencia del mundo a hablar de gobernabilidad?” Eso, agrega Walter Arévalo, “tiene mucho más capital político que estar en Caracas rodeado de manifestaciones y perseguido por la oposición”.
Ahora la pregunta que surge es si la sociedad civil o la oposición van a tener parte en los diálogos entre Kerry y Maduro. “Si la oposición venezolana no es tenida en cuenta en esos diálogos, será muy difícil lograr avances en la crisis humanitaria, por ejemplo”. En todo caso, concluye el analista colombiano, los diálogos entre Caracas y Washington, así como con los tres expresidentes latinoamericanos, son “una excelente distracción política que no soluciona nada”.
Al borde de un “estallido social”
Venezuela está al borde de un estallido social a causa de la situación de crisis humanitaria que vive el país, advirtieron este 15 de junio en Ginebra diputados de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). “La comida no llega y hay brotes de violencia”, dijo Rafael Guzmán, del partido Primero Justicia. “La crisis, es en efecto, real, cotidiana y gravísima”, recalca Guijarro en DW.
Las “colas” para hacer compras es la imagen que muestra al mundo la Venezuela bajo el chavismo. Algunos lectores y televidentes empero, le recriminan a medios internacionales como DW, que “hablar de carencia de alimentos y medicamentos es una mentira”.
¿Mienten los medios internacionales cuando muestran colas, revueltas y protestas en Venezuela? “A mí como venezolana, me toca hacer cola determinado día de la semana porque es el terminal de mi cédula de identidad para poder conseguir los productos básicos para alimentarnos”, narra la analista de CEDICE, Rocío Guijarro y confiesa que, a veces no hace la cola “porque la gente está parada desde las dos de la mañana y cuando le toca ya no hay lo que necesita”. Guijarro cuenta además, que “desde luego que hay tiendas que venden productos de lujo que no están supeditados a un control de importación y se venden al precio del dólar libre”, explicando que “la mayoría no tiene acceso a esas tiendas porque no puede pagarlos”. Guijarro reitera: “Yo no me alimento de vino tinto y quesos gourmet. Lo que necesito es lo que no hay: leche, carne y harina de maíz para hacer las arepas”, uno de los alimentos básicos y tradicionales de la mesa del venezolano.
Independientemente de la agenda o el enfoque que cada medio le de a la crisis venezolana, “lo cierto es que hay una escasez de alimentos y una inflación inéditas”, dice, por último, el profesor e investigador Walter Arévalo y concluye que “no hay nada más personal para los habitantes de cualquier país, independientemente de la razón ideológica, que el propio sustento”.
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