JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.| EL UNIVERSAL
viernes 6 de septiembre de 2013 12:00 AM
Al tomar posesión del cargo que usurpa de manera ilegal, el actual representante de la tiranía habanera decía que venía a ser el primer mandatario chavista. Lo que nadie se atrevía a pensar es que también sería el primer mandatario no venezolano. Como siempre la realidad supera lo imaginable, nos encontramos en la tesitura de una república traicionada e invadida por agentes que representan intereses extranjeros.
Desde que comenzó esta farsa con ropaje de institucionalidad, el representante de la invasión extranjera, no ha dejado de mostrar cuáles son los intereses que lo mueven. Un dato interesante puede ser el número de viajes al exterior que ha hecho en un corto periodo de tiempo. Aproximadamente un 25% del tiempo de su corto mandato lo ha pasado en el exterior. Si lo enfocamos desde el punto de vista del dinero gastado hace tiempo que está sobregirada la partida para viajes. Teniendo en cuenta la grave crisis económica que vivimos, es un dato que por lo menos resulta inmoral y corrupto.
Ya conocemos que la avidez de los invasores no tiene límite. El usurpador está dispuesto a mantener una lealtad sin quiebre a sus patrones extranjeros. En el caso de los cubanos no son suficientes los cien mil barriles diarios de petróleo, y los 5.100 millones de dólares al año por el servicio de intrusismo profesional, y espionaje, de aproximadamente 30.000 médicos cubanos en nuestro país. Los cubanos quieren participar de los negocios con China y con Rusia. Y el ilegítimo los anima.
Desde hace años la Contraloría es una oficina de auditoría al servicio del régimen. En nuestro país no es posible saber cuántos bocados del fondo chino o de los intercambios con Bolivia han quedado en manos de los invasores cubanos y sus socios locales. ¿Qué pasó en realidad con las reservas en oro?, o ¿cuánta ha sido la participación de los chinos y los cubanos en las estafas al sistema eléctrico?, por ejemplo, son otros misterios sin resolver. Lo cierto es que nuestras reservas internacionales siguen bajando y nuestra capacidad crediticia se debilita. Además de estar invadidos, somos un país hipotecado.
En el manejo de las relaciones internacionales, el usurpador ha mantenido una actitud similar a la forma en que dilapida los fondos públicos. Todo es a favor del extranjero. Nuestras relaciones con Colombia están signadas desde hace años por una balanza de pagos que nos desfavorece. Frente a esta realidad, la posición del invasor corresponde a lo que más conviene, según el caso, a la política antiterrorista del gobierno colombiano o a los intereses económicos de las FARC. En ningún caso responde a lo que pueda mejorar la vida de los venezolanos en la frontera.
Con Estados Unidos la política no es muy diferente. Más allá de la retórica antiimperialista de la que ya hemos hablado anteriormente, existe una esquizofrenia entre lo político y lo económico. Al tiempo que se amenaza y sataniza el imperio, aumenta la insolvencia económica de nuestra principal industria. Dependemos, como nunca antes, de los negocios petroleros con los norteamericanos. Se habla de detener un desastre humanitario en Siria amenazando al imperio, al tiempo que se olvida cuáles son las principales necesidades del desmantelado aparato económico nacional. Ciertamente, la intervención de los norteamericanos acentuaría el genocidio que se desarrolla en Siria, pero la posición de nuestra cancillería responde a una estrategia propagandística dirigida desde La Habana, no a la legítima defensa del pueblo sirio.
El caso de Guyana es emblemático. Es una muestra clara de cómo el usurpador actúa sistemáticamente en contra de los intereses nacionales. El hecho de que la visita del representante de los intereses cubanos a Guyana, haya coincidido con la noticia de que el gobierno de ese país otorgó concesión a tres transnacionales petroleras en la fachada atlántica del delta del Orinoco, contradice la posición de Venezuela ante la ONU durante la reclamación del año 2011. El hecho de que los venezolanos no podamos enterarnos con certeza cuál fue la posición del representante de Castro, ni tampoco hasta qué punto perdimos el uso y usufructo de una parte importante de nuestro territorio, sólo puede ser juzgado como traición a la patria.
Son innumerables las intervenciones que podríamos poner como ejemplo de cómo en Venezuela existe un mandatario que juega a favor del contrario, del extranjero, del invasor. Juega pa'l otro equipo, pero no lo mencionan en la AN. Si existiera algún indicio de institucionalidad, estaría más que justificada una investigación sobre la legitimidad de la nacionalidad y los vínculos internacionales del usurpador. Sin embargo, tendremos que seguir soportando el desfalco de la nación, hasta que algún gendarme con dignidad le grite al representante de Castro: ¡Cédula, contra la pared!
Desde que comenzó esta farsa con ropaje de institucionalidad, el representante de la invasión extranjera, no ha dejado de mostrar cuáles son los intereses que lo mueven. Un dato interesante puede ser el número de viajes al exterior que ha hecho en un corto periodo de tiempo. Aproximadamente un 25% del tiempo de su corto mandato lo ha pasado en el exterior. Si lo enfocamos desde el punto de vista del dinero gastado hace tiempo que está sobregirada la partida para viajes. Teniendo en cuenta la grave crisis económica que vivimos, es un dato que por lo menos resulta inmoral y corrupto.
Ya conocemos que la avidez de los invasores no tiene límite. El usurpador está dispuesto a mantener una lealtad sin quiebre a sus patrones extranjeros. En el caso de los cubanos no son suficientes los cien mil barriles diarios de petróleo, y los 5.100 millones de dólares al año por el servicio de intrusismo profesional, y espionaje, de aproximadamente 30.000 médicos cubanos en nuestro país. Los cubanos quieren participar de los negocios con China y con Rusia. Y el ilegítimo los anima.
Desde hace años la Contraloría es una oficina de auditoría al servicio del régimen. En nuestro país no es posible saber cuántos bocados del fondo chino o de los intercambios con Bolivia han quedado en manos de los invasores cubanos y sus socios locales. ¿Qué pasó en realidad con las reservas en oro?, o ¿cuánta ha sido la participación de los chinos y los cubanos en las estafas al sistema eléctrico?, por ejemplo, son otros misterios sin resolver. Lo cierto es que nuestras reservas internacionales siguen bajando y nuestra capacidad crediticia se debilita. Además de estar invadidos, somos un país hipotecado.
En el manejo de las relaciones internacionales, el usurpador ha mantenido una actitud similar a la forma en que dilapida los fondos públicos. Todo es a favor del extranjero. Nuestras relaciones con Colombia están signadas desde hace años por una balanza de pagos que nos desfavorece. Frente a esta realidad, la posición del invasor corresponde a lo que más conviene, según el caso, a la política antiterrorista del gobierno colombiano o a los intereses económicos de las FARC. En ningún caso responde a lo que pueda mejorar la vida de los venezolanos en la frontera.
Con Estados Unidos la política no es muy diferente. Más allá de la retórica antiimperialista de la que ya hemos hablado anteriormente, existe una esquizofrenia entre lo político y lo económico. Al tiempo que se amenaza y sataniza el imperio, aumenta la insolvencia económica de nuestra principal industria. Dependemos, como nunca antes, de los negocios petroleros con los norteamericanos. Se habla de detener un desastre humanitario en Siria amenazando al imperio, al tiempo que se olvida cuáles son las principales necesidades del desmantelado aparato económico nacional. Ciertamente, la intervención de los norteamericanos acentuaría el genocidio que se desarrolla en Siria, pero la posición de nuestra cancillería responde a una estrategia propagandística dirigida desde La Habana, no a la legítima defensa del pueblo sirio.
El caso de Guyana es emblemático. Es una muestra clara de cómo el usurpador actúa sistemáticamente en contra de los intereses nacionales. El hecho de que la visita del representante de los intereses cubanos a Guyana, haya coincidido con la noticia de que el gobierno de ese país otorgó concesión a tres transnacionales petroleras en la fachada atlántica del delta del Orinoco, contradice la posición de Venezuela ante la ONU durante la reclamación del año 2011. El hecho de que los venezolanos no podamos enterarnos con certeza cuál fue la posición del representante de Castro, ni tampoco hasta qué punto perdimos el uso y usufructo de una parte importante de nuestro territorio, sólo puede ser juzgado como traición a la patria.
Son innumerables las intervenciones que podríamos poner como ejemplo de cómo en Venezuela existe un mandatario que juega a favor del contrario, del extranjero, del invasor. Juega pa'l otro equipo, pero no lo mencionan en la AN. Si existiera algún indicio de institucionalidad, estaría más que justificada una investigación sobre la legitimidad de la nacionalidad y los vínculos internacionales del usurpador. Sin embargo, tendremos que seguir soportando el desfalco de la nación, hasta que algún gendarme con dignidad le grite al representante de Castro: ¡Cédula, contra la pared!
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