7:43 PM - 15 / Septiembre / 2013
Los
altos niveles de inflación, escasez y desabastecimiento en el país
tienen implicaciones en los venezolanos que van más allá de la
imposibilidad de adquirir productos o manejar los recursos. Psicólogos
aseguran que los niveles de angustia y frustración han aumentado
considerablemente en el país en los últimos tiempos producto de la grave
crisis económica.
Cambio en la dinámica diaria de los venezolanos
"La
gente se toma la hora del almuerzo en el trabajo para correr e ir a los
supermercados a ver si hay leche o harina, hay todo un cambio en la
dinámica diaria de los venezolanos; es un tema de conversación en las
familias y grupos de amigos", afirma la psicóloga Lila Franco, quien
agrega que la coyuntura afecta de distintas formas a cada sector
socioeconómico.
La
especialista explica que "se invierte mucha energía psicológica,
emocional en estar pendiente de algo que no debería exigirte este
esfuerzo. Se debería estar en la capacidad de adquirir los alimentos o
productos cuando se quiera sin invertir energía en pensar y preocuparse
por cuándo se volverá a conseguir un producto".
Las
emociones que más se observan y asocian en los venezolanos como
consecuencia de la crisis económica son, según Franco, las siguientes:
angustia, desgaste emocional, frustración, presión, estrés, rabia,
depresión e incluso cansancio físico.
"No importa, tenemos patria"
Una
persona encuestada, dueña de una panadería en el interior del país, que
prefirió mantenerse en el anonimato, dijo que no resulta fácil manejar
los altos niveles de inflación. "Compras una cosa, le pones un margen de
ganancia y a la semana siguiente es el doble con tu ganancia y además
hay que ponerle capital", indica y asegura que sus clientes no la
culpan, pues "saben que es por el Gobierno, no es el negocio, es la
situación del país".
Agregó que quienes compran en su establecimiento siempre repiten de manera irónica la frase "no importa, tenemos patria".
Psicología de abundancia en el venezolano
Por
su parte, el psicólogo social Axel Capriles asegura que las
implicaciones tienen bastante profundidad, "que van más allá de la
inquietud y zozobra del momento que implica estar saltando de un lado al
otro para conseguir los productos que se necesitan".
Explica
que el venezolano se formó bajo una psicología de abundancia, con una
imagen de la Venezuela de la posibilidad, por lo que la escasez tiene un
alto impacto. "La sociedad siempre fue muy consumista (...) En el
momento en que el individuo tenía dinero inmediatamente lo aplicaba al
consumo y no al ahorro o a la inversión", por lo que el tener ahora un
límite "afecta una de las imágenes centrales de nuestra identidad
colectiva", indica Capriles.
Asegura que el "tener que hacer cola para adquirir un producto no estaba dentro de la geografía mental del venezolano"
Disminución en las expectativas: "La gente se adapta a cada vez menos recursos"
Una
usuaria de los Abastos Bicentenarios en Caracas afirmó en el canal del
Estado que "lo bueno es que cuando no se consigue el producto que se
busca, se encuentra un sustituto". Sobre esto, Capriles explica que "ha
habido una disminución paulatina del nivel de aspiraciones de la
población, lo que ha generado un acostumbramiento en el que la gente se
adapta a cada vez menos recursos".
Esta
disminución en las expectativas, según Capriles, le ha permitido al
venezolano afrontar la dura realidad económica de una forma menos fuerte
para su psique.
El
especialista indica que siente mayor frustración y le impacta muchísimo
más la escasez a aquel que puede viajar al exterior y establece la
comparación de la libertad de elección que se ve en otros países,
mientras que en Venezuela se está obligado a consumir un solo producto o
una sola marca. El que todavía mantiene expectativa se ve afectado en
otro nivel "porque sabe que no es la condición natural de la sociedad".
Desvalorización del dinero desvaloriza al venezolano
Dijo
que la inflación afecta directamente la autoestima del venezolano, pues
el dinero es un símbolo relacionado al valor del trabajo y la
productividad, por lo que su desvalorización desvaloriza al individuo
directamente. "Va poco a poco disminuyéndote al ritmo en que se
disminuye el bolívar (...) Mientras que todo sube, el dinero y yo
perdemos valor, valgo menos".
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