DÁMASO JIMÉNEZ| EL UNIVERSAL
martes 3 de septiembre de 2013 12:00 AM
En un país donde los disparates y los gazapos verbales de un presidente en prime time por cadena de radio y televisión se convierten en el tema de la risa y la burla fácil de la población, no cabe la menor duda que cada uno de los temas tratados terminan por convertirse también en insignificante material para la chanza y la parodia, por muy graves que estos sean, obstaculizándonos una visión real de la trágica situación que se nos viene encima.
El Iceberg que hundió al Titanic fue asomado hace unos días por el principal vocero de gobierno y locutor de la nación, quien como el personaje cliché del periodista súper dateado frente a las cámaras nos adelantó como tubazo reservado para el show de las noticias de la noche, que "Estados Unidos prepara un colapso económico para Venezuela", de lo que realmente no deben preocuparse y pueden seguir en estado de ausencia desde sus asientos en el área de mayor confort de sus vidas frente a la televisión, porque el presidente Maduro dice poseer información fidedigna sobre el tema y en breve nos dará mayores detalles sobre los verdaderos responsables que nos inocularon desde Washington todo este desastre de la escasez, el desabastecimiento, la inflación y las largas colas del bachaqueo frente a los supermercados.
La verdad no debe sorprendernos. Sales a la calle y ya es un hecho tangible: No hay nada. Por otro lado están las cifras, los errores, la regaladera de dinero a otros países, la corrupción de la clase ascendente del chavismo, las necias políticas económicas del monje Giordani, la destrucción del aparato productivo privado, las expropiaciones a las fincas donde se producían nuestros propios alimentos, las importaciones exageradas que terminaron en el caso Pudreval, el abandono casi total del mantenimiento de nuestra principal industria petrolera, y la certeza de que la única forma que existe para meter a todo un país en el aro del comunismo es destruyendo su propia economía.
Toda la receta de este proceso de 15 años de chavismo terminó estrellando al país en este colapso económico que ya no se puede ignorar, a pesar del coma inducido en que se encuentra la ciudadanía venezolana.
Hasta ahora el país ha dejado pasar inadvertido un desabastecimiento del 50% en productos básicos, la posibilidad que la inflación supere el 40%, la caída del PIB de más de más del 6%, que no parece preocupar al grueso de la población mientras haya reposición de esta comedia de las equivocaciones de Maduro.
A pesar del discurso usado contra Obama y la intervención de una posible guerra en Siria por el uso de armas químicas, Maduro sabe "entredientes" que la explosión de esa nueva guerra en el Medio Oriente es la única esperanza por la que apuesta, el único milagro que podría cambiar la suerte de Venezuela y de este gobierno en fase terminal que requiere urgentemente de un incidente que dispare mucho más los precios del crudo que ya se encuentran bastante elevados, brindándole oportunidad al régimen de acelerar su plan para la tan ansiada radicalización del modelo castrocomunista y la sustitución de las alcaldías por las comunas antes de los comicios pautados para el 8D, que podrían perder intempestivamente por el voto castigo de los mismos chavistas defraudados por las políticas amorfas y sin sentido del heredero de Chávez.
Por supuesto que ese castillo de naipes en que devino el proyecto revolucionario chavista sólo se pudo mantener a flote gracias al liderazgo carismático de Chávez y al uso de su palabra certera en los momentos críticos, como sucedió en su salida en Amuay que terminó apagando el fuego ante tanta ineptitud a la vista, y durante toda su estancia en el poder en la que supo esconder a las masas los verdaderos problemas, verter en un relleno imaginario toda la basura, y mantener estable la presión entre las disímiles partes donde dormitaban los alacranes que lo acompañaron durante su gobierno.
Ahora Maduro intenta evadir su responsabilidad buscando chivos expiatorios en la oposición, en el imperio, en las iguanas, los pajaritos, y dentro de sus propias filas de ser necesario, con tal de contener la posibilidad de un estallido social en medio de tantas taras, como el auge de la delincuencia que aparenta mayor poder que los mismos organismos de Estado, y la triste realidad de ser el presidente de un país que no produce nada fuera del petróleo que fluye del subsuelo como la bilis del diablo.
Pero eso ya lo sabíamos antes que el presidente Maduro nos informara de buena fuente que gracias a sus espías en Washington posee información clasificada de una reunión celebrada en la Casa Blanca para idear la manera de provocar un caos en el país con un colapso económico casi hipnótico, porque intentan ofrecer la sensación de que existe una crisis falsa, donde no hay bolívares ni dólares, ni alimentos, ni desempleo, esos grupos intentan sembrar una inflación falsa a través de los medios independientes, en una nefasta manipulación del imperio que gusta jugar con nuestros sentidos, pero todo está bien, ya atrapamos a los sicarios del magnicidio cuando compraban ropa militar de la FANB en un centro comercial, que bonito, que bello, que bonito.
El Iceberg que hundió al Titanic fue asomado hace unos días por el principal vocero de gobierno y locutor de la nación, quien como el personaje cliché del periodista súper dateado frente a las cámaras nos adelantó como tubazo reservado para el show de las noticias de la noche, que "Estados Unidos prepara un colapso económico para Venezuela", de lo que realmente no deben preocuparse y pueden seguir en estado de ausencia desde sus asientos en el área de mayor confort de sus vidas frente a la televisión, porque el presidente Maduro dice poseer información fidedigna sobre el tema y en breve nos dará mayores detalles sobre los verdaderos responsables que nos inocularon desde Washington todo este desastre de la escasez, el desabastecimiento, la inflación y las largas colas del bachaqueo frente a los supermercados.
La verdad no debe sorprendernos. Sales a la calle y ya es un hecho tangible: No hay nada. Por otro lado están las cifras, los errores, la regaladera de dinero a otros países, la corrupción de la clase ascendente del chavismo, las necias políticas económicas del monje Giordani, la destrucción del aparato productivo privado, las expropiaciones a las fincas donde se producían nuestros propios alimentos, las importaciones exageradas que terminaron en el caso Pudreval, el abandono casi total del mantenimiento de nuestra principal industria petrolera, y la certeza de que la única forma que existe para meter a todo un país en el aro del comunismo es destruyendo su propia economía.
Toda la receta de este proceso de 15 años de chavismo terminó estrellando al país en este colapso económico que ya no se puede ignorar, a pesar del coma inducido en que se encuentra la ciudadanía venezolana.
Hasta ahora el país ha dejado pasar inadvertido un desabastecimiento del 50% en productos básicos, la posibilidad que la inflación supere el 40%, la caída del PIB de más de más del 6%, que no parece preocupar al grueso de la población mientras haya reposición de esta comedia de las equivocaciones de Maduro.
A pesar del discurso usado contra Obama y la intervención de una posible guerra en Siria por el uso de armas químicas, Maduro sabe "entredientes" que la explosión de esa nueva guerra en el Medio Oriente es la única esperanza por la que apuesta, el único milagro que podría cambiar la suerte de Venezuela y de este gobierno en fase terminal que requiere urgentemente de un incidente que dispare mucho más los precios del crudo que ya se encuentran bastante elevados, brindándole oportunidad al régimen de acelerar su plan para la tan ansiada radicalización del modelo castrocomunista y la sustitución de las alcaldías por las comunas antes de los comicios pautados para el 8D, que podrían perder intempestivamente por el voto castigo de los mismos chavistas defraudados por las políticas amorfas y sin sentido del heredero de Chávez.
Por supuesto que ese castillo de naipes en que devino el proyecto revolucionario chavista sólo se pudo mantener a flote gracias al liderazgo carismático de Chávez y al uso de su palabra certera en los momentos críticos, como sucedió en su salida en Amuay que terminó apagando el fuego ante tanta ineptitud a la vista, y durante toda su estancia en el poder en la que supo esconder a las masas los verdaderos problemas, verter en un relleno imaginario toda la basura, y mantener estable la presión entre las disímiles partes donde dormitaban los alacranes que lo acompañaron durante su gobierno.
Ahora Maduro intenta evadir su responsabilidad buscando chivos expiatorios en la oposición, en el imperio, en las iguanas, los pajaritos, y dentro de sus propias filas de ser necesario, con tal de contener la posibilidad de un estallido social en medio de tantas taras, como el auge de la delincuencia que aparenta mayor poder que los mismos organismos de Estado, y la triste realidad de ser el presidente de un país que no produce nada fuera del petróleo que fluye del subsuelo como la bilis del diablo.
Pero eso ya lo sabíamos antes que el presidente Maduro nos informara de buena fuente que gracias a sus espías en Washington posee información clasificada de una reunión celebrada en la Casa Blanca para idear la manera de provocar un caos en el país con un colapso económico casi hipnótico, porque intentan ofrecer la sensación de que existe una crisis falsa, donde no hay bolívares ni dólares, ni alimentos, ni desempleo, esos grupos intentan sembrar una inflación falsa a través de los medios independientes, en una nefasta manipulación del imperio que gusta jugar con nuestros sentidos, pero todo está bien, ya atrapamos a los sicarios del magnicidio cuando compraban ropa militar de la FANB en un centro comercial, que bonito, que bello, que bonito.
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