GUSTAVO LINARES BENZO| EL UNIVERSAL
sábado 7 de septiembre de 2013 12:00 AM
Probar es llegar hasta la evidencia, llegar hasta lo que no necesita demostración. En ese arte la humanidad tiene diez mil años y algo se ha aprendido. Por ejemplo, que decir que la destrucción de Amuay fue sabotaje "y en breve mostraremos las pruebas" o que Siria gaseó a sus ciudadanos "según revela informe técnico que se presentará al mundo", es exactamente igual a no decir nada, a meras afirmaciones gratuitas, sin fundamento alguno, hasta el día en que efectivamente se prueben esos hechos, es decir, se hagan evidentes.
El apagón del martes fue uno más. Lo nuevo fue la emisión en simultáneo de dos declaraciones públicas sobre el caso. Maduro culpó a la derecha, a la CIA, o sea a los de siempre, tan rápido que muchos se dieron cuenta del apagón gracias al anuncio del "golpe eléctrico". La gran novedad fue que inmediatamente después el Ministro de la energía eléctrica dijo con toda responsabilidad que se había abierto una investigación para determinar las causas de la falla. Esa segunda declaración es la prueba de que la primera era falsa, otro embuste del gobierno más embustero de la historia, acusar primero y decir que se probará después, lo que nunca ocurre.
De nuevo, Maduro no hace más que seguir los pasos del Gigante Eterno. Los complots de magnicidio durante catorce años sumaron decenas, jamás se probó nada, hasta donde puede saberse, ni hay nadie condenado por tribunal alguno. Consecuencia fatal: después de los primeros dos anuncios de magnicidio develado, nadie creyó en los siguientes. Pero de ahí no pasó la sanción, las mentiras de Chávez no afectaban mucho que se diga su popularidad. En otras sociedades mentir cuesta más caro.
Pregúntese a Bush y las armas de destrucción masiva en Iraq, embuste que hizo descender su popularidad, estratosférica durante la invasión y hasta su reelección, al abismo con que terminó su mandato luego que se demostró que de bombas atómicas en Bagdad, nada. Las mentiras del 2003, una década después, exigen ahora a Obama pruebas muy contundentes, más si pretenden justificar un ataque al régimen sirio.
Probar es elemento básico de la civilización. Pasar de las opiniones a las verdades, de la ideología a los hechos. El argumento de autoridad es el más débil, ya lo decía Aristóteles, si Chávez lo dice será por algo es el lema de otro retroceso más debido a Hugo Rafael. Gracias a Dios, no pasa lo mismo con Maduro, posiblemente ocurre al revés. Pero el amaestramiento mental, la domesticación popular intentada con toda premeditación por el chavismo ha hecho mella. Tristemente, además, porque sirve las más de las veces para justificar la ineptitud, la venalidad y la piratería.
Chávez y ahora Maduro mienten para taparear a los amiguetes que por incompetencia galáctica destruyeron una de las refinerías más importantes del mundo, logro de varias generaciones de venezolanos, y que un año después no han podido reparar los destrozos. Resulta que en Venezuela todo ocurre por culpa de otros, todo se debe a conspiraciones perversas y clandestinas. Probar, después de todo, no hace falta, igual se ganan (se ganaban) las elecciones.
Chávez murió de un cáncer inoculado, al igual que Bolívar fue envenenado por Santander, como nos dijo Chávez, sería por algo, él sabe más. (Salvo por el detalle de que luego de las profanaciones a los restos de El Libertador, resultó de las investigaciones del propio gobierno que lo que todos sabíamos era la verdad, Bolívar murió de tuberculosis. Al menos se probó, esperamos las investigaciones de la inoculación cancerígena). Amuay fue saboteada, se tardó un año en saberlo, todavía estamos esperando las pruebas. La escasez se debe a una guerra económica en la que no se ha hecho un prisionero, no al fracaso de los fundos zamoranos. La especulación es de la derecha, aunque lo que está probado es la merma de Mercal que termina en los buhoneros, que venden harina precocida a diez veces la regulación de ensueño del Gobierno. Etcétera.
Que probar es un formalismo llegó al paroxismo con la impugnación de las elecciones. El Tribunal Supremo prohibió probar. Tal cual, decidió el caso antes de todo juicio, sin permitir siquiera que la oposición llevara sus pruebas. En unas elecciones en que el Gobierno, con todas las ventajas del abuso, ganó por un pelo de acuerdo con las propias cifras del Ministerio para Asuntos Electorales (CNE).
La incredulidad es una virtud en los asuntos públicos. Exigir las pruebas, confrontar opiniones, sobre todo si se trata de informaciones mediáticas, es actitud esencial en cualquier ciudadano. El poder tiende a ser embustero, cualquier poder. Cuídense.
El apagón del martes fue uno más. Lo nuevo fue la emisión en simultáneo de dos declaraciones públicas sobre el caso. Maduro culpó a la derecha, a la CIA, o sea a los de siempre, tan rápido que muchos se dieron cuenta del apagón gracias al anuncio del "golpe eléctrico". La gran novedad fue que inmediatamente después el Ministro de la energía eléctrica dijo con toda responsabilidad que se había abierto una investigación para determinar las causas de la falla. Esa segunda declaración es la prueba de que la primera era falsa, otro embuste del gobierno más embustero de la historia, acusar primero y decir que se probará después, lo que nunca ocurre.
De nuevo, Maduro no hace más que seguir los pasos del Gigante Eterno. Los complots de magnicidio durante catorce años sumaron decenas, jamás se probó nada, hasta donde puede saberse, ni hay nadie condenado por tribunal alguno. Consecuencia fatal: después de los primeros dos anuncios de magnicidio develado, nadie creyó en los siguientes. Pero de ahí no pasó la sanción, las mentiras de Chávez no afectaban mucho que se diga su popularidad. En otras sociedades mentir cuesta más caro.
Pregúntese a Bush y las armas de destrucción masiva en Iraq, embuste que hizo descender su popularidad, estratosférica durante la invasión y hasta su reelección, al abismo con que terminó su mandato luego que se demostró que de bombas atómicas en Bagdad, nada. Las mentiras del 2003, una década después, exigen ahora a Obama pruebas muy contundentes, más si pretenden justificar un ataque al régimen sirio.
Probar es elemento básico de la civilización. Pasar de las opiniones a las verdades, de la ideología a los hechos. El argumento de autoridad es el más débil, ya lo decía Aristóteles, si Chávez lo dice será por algo es el lema de otro retroceso más debido a Hugo Rafael. Gracias a Dios, no pasa lo mismo con Maduro, posiblemente ocurre al revés. Pero el amaestramiento mental, la domesticación popular intentada con toda premeditación por el chavismo ha hecho mella. Tristemente, además, porque sirve las más de las veces para justificar la ineptitud, la venalidad y la piratería.
Chávez y ahora Maduro mienten para taparear a los amiguetes que por incompetencia galáctica destruyeron una de las refinerías más importantes del mundo, logro de varias generaciones de venezolanos, y que un año después no han podido reparar los destrozos. Resulta que en Venezuela todo ocurre por culpa de otros, todo se debe a conspiraciones perversas y clandestinas. Probar, después de todo, no hace falta, igual se ganan (se ganaban) las elecciones.
Chávez murió de un cáncer inoculado, al igual que Bolívar fue envenenado por Santander, como nos dijo Chávez, sería por algo, él sabe más. (Salvo por el detalle de que luego de las profanaciones a los restos de El Libertador, resultó de las investigaciones del propio gobierno que lo que todos sabíamos era la verdad, Bolívar murió de tuberculosis. Al menos se probó, esperamos las investigaciones de la inoculación cancerígena). Amuay fue saboteada, se tardó un año en saberlo, todavía estamos esperando las pruebas. La escasez se debe a una guerra económica en la que no se ha hecho un prisionero, no al fracaso de los fundos zamoranos. La especulación es de la derecha, aunque lo que está probado es la merma de Mercal que termina en los buhoneros, que venden harina precocida a diez veces la regulación de ensueño del Gobierno. Etcétera.
Que probar es un formalismo llegó al paroxismo con la impugnación de las elecciones. El Tribunal Supremo prohibió probar. Tal cual, decidió el caso antes de todo juicio, sin permitir siquiera que la oposición llevara sus pruebas. En unas elecciones en que el Gobierno, con todas las ventajas del abuso, ganó por un pelo de acuerdo con las propias cifras del Ministerio para Asuntos Electorales (CNE).
La incredulidad es una virtud en los asuntos públicos. Exigir las pruebas, confrontar opiniones, sobre todo si se trata de informaciones mediáticas, es actitud esencial en cualquier ciudadano. El poder tiende a ser embustero, cualquier poder. Cuídense.
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