Editorial de www.analítica.com
De permitir el gobierno nacional que se efectúen perforaciones en lo que es la fachada atlántica de nuestro país estaría cometiendo un delito de traición a la patria
El anuncio realizado por el gobierno guyanés sobre el inicio de perforaciones petroleras en la fachada Atlántica venezolana por
parte de compañías transnacionales es una violación inadmisible de
nuestra soberanía e integridad territorial. Ello ocurre por causa del
silencio culpable de las autoridades venezolanas que no han actuado con
diligencia para impedir hechos como estos.
En
derecho internacional el silencio es una forma de aquiescencia y las
omisiones reiteradas de la cancillería venezolana frente a los actos del
gobierno guyanés en áreas que, o bien son objeto de reclamación, o más
grave aún en las que pertenecen sin discusión alguna al territorio
nacional.
El
argumento esgrimido por Maduro y Jaua de que eso es materia del Buen
Oficiante es falaz, a éste no le corresponde en ningún caso lo que no
sea la zona en reclamación, además el buen oficiante no tiene la
capacidad jurídica de proponer soluciones, no es un mediador, sino un
simple facilitador de las conversaciones y acuerdos entre las partes.
De
permitir el gobierno nacional que se efectúen perforaciones en lo que
es la fachada atlántica de nuestro país estaría cometiendo un delito de
traición a la patria.
Es
hora de que los venezolanos exijamos de nuestros gobernantes que actúen
responsablemente en la preservación de nuestra soberanía e integridad
territorial y no permitan que las transnacionales exploten, sin nuestro consentimiento, hidrocarburos frente a nuestras costas.
La
Constitución establece muy claramente cuales son los límites del
territorio nacional tanto en su ámbito terrestre como marítimo y ningún
gobernante puede renunciar a ellos. El deber de todo venezolano es
impedir que este desafuero pueda ocurrir.
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