Luis Garcia Mora
Difícil. Muy difícil. Cada quien por su lado.
La MUD por allá, y Henrique por el suyo, con el referendo revocatorio.
El viernes se reunían los delegados de cada partido del llamado “Grupo de los Cuatro” de la MUD con Rodríguez Zapatero, por iniciativa de Timoteo Zambrano, por separado. Precisamente cuando sigue pasando el tiempo y las señoras del CNE posponen y posponen el cronograma del plebiscito.
Malo hasta para el propio negociador, el expresidente español que se juega su reivindicación política, porque está muy venido a menos y hasta quizás su aspiración in pectore al premio Nobel de la Paz.
Proceso de diálogo que en estos momentos avala la comunidad internacional tras la resolución del miércoles de los países miembros de la OEA de respaldarlo con el apoyo de UNASUR. Muy presionados por la decisión previa de su secretario general, Luis Almagro, de adelantárseles a solicitar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana al régimen de Maduro, por estar golpeando como a un punching-ball nuestro orden democrático.
Se anuncia la Carta y casi simultáneamente Maduro se explaya en la defensa del acercamiento a los bordes de un diálogo en Punta Cana, propuesto por UNASUR, Samper y Zapatero, con Fernández y Torrijos como miembros de una supuesta “comisión de la verdad”. Una comisión oficialista, creada también por Maduro, para investigar los asesinatos cometidos bajo su propio mando durante la feroz y sangrienta represión de las protestas ciudadanas de enero-abril de 2014.
Un sainete político en el que la sangre y la muerte se mezclan con el espectáculo y la miseria de una crisis alimentaria y de salud, que sin exageraciones llama a gritos al auxilio internacional, como si se tratara de un sismo de 7-8 en la escala sismológica de Richter.
O de una guerra civil.
Al final son fenómenos todos que en las antípodas del absurdo que nos mata, dominan este escenario político con un canibalismo de contornos tan ideológicos y egocentristas, que han terminado por encontrarse y potenciarse unos con otros en detrimento de encontrar una solución pronta a la implosión nacional.
Lo del viernes fue cruel.
Una clase política que tiene la responsabilidad social y humana para con los 30 millones de venezolanos atrapados en la crisis sin vislumbre de salida inmediata, lucía más confrontada que nunca.
No se aguantan
Para los cuatro de la MUD el revocatorio es Capriles. Y como priva lo personal, es mejor que ese RR se joda y con él Henrique, antes que salir de esta vaina. Y para Henrique la MUD está esperando que esto se resuelva solo.
Al tiempo que para el Gobierno, mientras no haya una sola política no hay ninguna amenaza.
Un juego muy difícil, pues hay una mamá de las crisis alimentarias. Todo el mundo habla de implosión. Y Maduro deja que la crisis se pudra. No mueve un dedo y la dinámica propia del conflicto social avanza demasiado rápido sobrepasando por varios cuerpos de ventaja a la agenda política.
Esta es una dirigencia que no ha asumido todavía la responsabilidad que tiene.
Desde el principio de esta legislatura, el 5 de enero, hubo una entente entre AD, VP y UNT para dominar a una PJ que carece intrínsecamente de una mínima sensatez a la hora de las alianzas. Por lo que habiendo sacado el mayor número de parlamentarios, aceptó el pacto con Ramos Allup para contar los apoyos de los otros partidos. Después de haber aceptado la tarjeta unitaria de la MUD que borraba los partidos.
De ahí en adelante, Allup pugna por dominar el cotarro. Presidente del Parlamento con una enorme y sí, reconocida y respetable experiencia histórico legislativa, pero con fobia a la calle: la agorafobia compartida por casi todos los nacidos, educados y crecidos en la política de salón.
Luego, los cuatro de la MUD se reunen –obligados por las circunstancias– a escoger un mecanismo constitucional que conduzca a la oposición en una política unitaria y coherente frente a la celda en la que nos ha encerrado Maduro. Y fracasan estruendosamente: al salir del cónclave anuncian al país que todos los planteamientos (la enmienda, la constituyente, el referéndum y hasta la ingenuidad política de la solicitud de la renuncia) son válidos.
Entonces Capriles da el paso y pone el revocatorio en la calle. Nariceándolos prácticamente (se notaba en la actitud de Ramos Allup y hasta en la de algunos miembros del propio partido de Capriles). Entonces se abocan a la recolección de las firmas con un éxito multitudinario y total.
Listo, se dijo. Ahora sí.
Pues no.
En lugar de acorazarse alrededor de lo decidido de cara a una sociedad que merece respeto y que firmó y espera por una unidad contundente, comenzó el culipandeo.
La unidad jamás se terminó de expresar de manera evidente y ahora se manifiesta falsa. Bastó una arremetida de Maduro y UNASUR y los tres expresidentes que intentan replicar, si los deja la implosionante crisis, el show del 2014 que desconectó los ánimos, para que ahora en lugar de la calle se retraigan nuevamente al confort del salón e inventen algo tan autogol como repetir las firmas.
De viernes para domingo.
Tras la decisión de Capriles, del viernes también, de convocar a una marcha nacional para el miércoles, y con la determinación de Allup de “agotar el diálogo” de Zapatero y compañía, “aunque muchos se pongan bravos”, amén de prepararse hasta para hablar en la OEA y robustecer estrictamente su presencia y figuración.
Es un hecho que el despliegue nacional producido por la imantación del país alrededor de la revocación de Maduro sacudió hasta al chavismo. El mayor general Clíver Alcalá Cordones, “filohuguista” frontal, se declaró partidario de esta para buscar una salida lógica, incruenta y negociada al escenario inminente –y en desarrollo– de caos y anarquía.
Con tres centros de crisis que se están potenciando entre sí: el de escasez, el de una franca hiperinflación y el de la crisis la alimentaria. Los cuales ya comenzaron a romper las estructuras básicas de las relaciones sociales.
El país está en shock, se dice en los multilaterales.
Hay zonas donde no está llegando la comida. Hay gente desplazándose de sus poblaciones en busca de alimento. Se están cerrando todas las posibilidades de producción.
Y todo lo que depende de la gestión pública (escuelas, hospitales, servicios públicos, inversión, mantenimiento) está en vías de paralizarse.
¿Qué va a pasar?
Primero, militarmente hablando (no hay que olvidar que todo este proceso de transición y negociación obligada pasa por la tutoría de las Fuerzas Armadas). El propio Alcalá Cordones (que sabe de Cabello porque es su especialidad) afirma: 1) que esto no es chavismo, es anarquía; 2) que el 6-D Maduro recibió un mandato del pueblo; 3) que la FA no se identifica con él; 4) que 90% de los cuadros medios e inferiores de la FA sufre lo mismo que el pueblo; 4) que estos son momentos que no puedes controlar cuando se trata del hambre, el padecimiento humanitario que se está dando en Venezuela por falta de medicinas, por no conseguir leche para tu hijo o conseguirlo pagando lo que ganas al mes; y 5) lo más importante: que en este momento no hay un líder de rango medio dentro de la FA ni un MBR-200.
No habla de rangos altos.
Mientras que una fuente de El País de España afirma que una FAN purgada y depurada desde abril de 2002 de arriba abajo y sometida al escrutinio escrupuloso de un comisariado político se mantiene en situación de atención (interesado, vigilante y alerta) ante 1) la presión internacional y 2) ante una situación de preguerra civil, para actuar y negociar reteniendo prerrogativas y prebendas propias de una democracia esquelética. Y que mientras tanto se atendrán (como lo están haciendo) a la Constitución y las leyes, con, por supuesto, una lectura oficialista de sus preceptos.
El Gobierno luce bastante fragmentado. A Maduro se le advierte bastante zarandeado: lo militar se impone sobre lo civil y las decisiones brillan por su ausencia porque giran alrededor de una persona o un grupo y no alrededor de una política. Así es casi imposible dar coherencia a cualquier acción de gobierno.
En consecuencia, la crisis, el país, marchan a la deriva. Pérez Abad habla y nadie le para. Su voz es un hilo perdido en la maraña y el ruido. Se dice que se están adelantando unas propuestas económicas con Francisco Rodríguez, quien dejó Bank of America.
Es decir, que ante la intensidad del sismo, se acortan los tiempos (a Maduro se le acortan los tiempos), pues sería muy difícil evitar la implosión (Felipe González y el gobierno español, lo creen), pues la crisis humanitaria (enmascarada por el régimen) socioeconómica e institucional y de seguridad, empujan.
Caramelo y cañón
La desunión y la desconfianza son tremendas.
Al agitar (demagógicamente o no) las banderas del dialogo, Maduro simultáneamente acusa ante el TSJ a la Asamblea de traición a la Patria y de querer darle un golpe de Estado.
La cercanía de la implosión de la crisis crispa. Por otra parte, en la OEA, si se cubrieran todas las instancias y finalmente se aprobara la activación de la Carta, lo único que se conseguiría es (como ocurrió con Cuba) sacar a Venezuela de la OEA y desconocer el gobierno de Maduro.
De manera que, amigo lector, todo debe resolverse aquí. En Venezuela. En la calle o en el confort de las negociaciones.
Ojalá no sea en los cuarteles.
Y echando un ojo a los últimos números, 90% del país pide orden. 86% considera que Maduro debe dialogar. 72% está casi convencido de que la corrupción acabó con este proyecto y el país. 90% que la situación es mala. 80% no le tiene confianza a Nicolás. 75% (y creciendo) considera que Venezuela necesita urgentemente un nuevo Gobierno.
Y un nuevo Presidente.
No comments:
Post a Comment