VÍCTOR SALMERÓN | EL UNIVERSAL
domingo 29 de julio de 2012 12:00 AM
La administración de Hugo Chávez profundiza un ciclo donde se endeuda masivamente para incrementar el gasto público, creando una inconsistencia que resta solidez al tipo de cambio oficial de 4,30 bolívares por dólar y presagia una nueva devaluación.
Decidido a generar un ambiente de bonanza en medio de la campaña electoral el Gobierno hundió el acelerador del gasto y los desembolsos del primer semestre, principalmente en salarios, viviendas, subsidios e importaciones, registran un alza de 33,8% en términos reales, es decir, después de limpiar el efecto de la inflación.
El problema es que a pesar de que la cesta petrolera venezolana se ha cotizado al elevado promedio de 106 dólares el barril el ingreso se queda corto frente al gasto y ha surgido un déficit de magnitudes importantes.
Barclays Capital señala en un informe fechado el 24 de julio que la tendencia apunta a que la brecha entre ingresos y gastos del sector público será de 16,5% del PIB versus 11,6% el año pasado.
Para obtener los recursos que permiten cubrir la diferencia entre el ingreso y el gasto, el Gobierno se endeuda en magnitudes importantes, a través del Ministerio de Finanzas y organismos públicos como el Fondo Simón Bolívar y el Fondo Zamora que reciben créditos de los bancos representados en bonos y letras que la República deberá cancelar al vencimiento.
De acuerdo con las estimaciones de Barclays al cierre de este año la deuda representará 51,6% del PIB, más del doble de lo que era hace cuatro años y un nivel que ya ha dejado de ser confortable para Venezuela que prácticamente solo exporta petróleo y su suerte está atada al precio del barril.
Como la deuda no puede continuar creciendo de manera indefinida y todo indica que el precio del petróleo no va a subir de manera importante en medio de la recesión en Europa y la desaceleración en el crecimiento de China, después de las elecciones del siete de octubre, muy probablemente el próximo año, el Gobierno tendrá que tomar medidas para ajustar el desequilibrio entre gastos e ingresos.
La devaluación como una manera de obtener más bolívares por los petrodólares y así cubrir parte del gasto y de la deuda que se tiene con la banca venezolana está latente.
"Si Chávez es reelegido, los riesgos de un retraso en el ajuste son más altos. Aunque en el pasado ha demostrado ser lo suficientemente pragmático como para ajustar cuando sea necesario, las dudas sobre su salud y la necesidad de consolidar su "revolución" significa que podría tener mayores incentivos para postergar un ajuste", indica Barclays.
Añade que cuando el ajuste se torne inevitable muy probablemente se centrará en "una devaluación de la moneda y desaceleración del gasto público".
La experiencia indica que la devaluación es dolorosa. Al aumentar el precio del dólar los productos importados se hacen más caros y Venezuela ha incrementado la necesidad de comprar en el exterior, de hecho, en el primer trimestre de 1997 las importaciones representaban 18% de la oferta total en la economía y al cierre del primer trimestre de este año 32,6%.
Así, el resultado de la devaluación es una caída del consumo que frena el crecimiento de la economía, dando paso a una recesión donde aumenta el desempleo.
Teóricamente la devaluación estimula las exportaciones no petroleras porque las empresas venezolanas pueden vender sus productos en el exterior más baratos al recibir más bolívares por cada dólar, pero la práctica indica otra cosa.
La historia demuestra que en Venezuela donde la inversión privada registra un descenso importante se requiere de medidas complementarias a la devaluación y de un tiempo largo para que las empresas puedan beneficiarse de la posibilidad de exportar.
El año pasado las exportaciones no petroleras solo sumaron 4 mil millones de dólares.
Decidido a generar un ambiente de bonanza en medio de la campaña electoral el Gobierno hundió el acelerador del gasto y los desembolsos del primer semestre, principalmente en salarios, viviendas, subsidios e importaciones, registran un alza de 33,8% en términos reales, es decir, después de limpiar el efecto de la inflación.
El problema es que a pesar de que la cesta petrolera venezolana se ha cotizado al elevado promedio de 106 dólares el barril el ingreso se queda corto frente al gasto y ha surgido un déficit de magnitudes importantes.
Barclays Capital señala en un informe fechado el 24 de julio que la tendencia apunta a que la brecha entre ingresos y gastos del sector público será de 16,5% del PIB versus 11,6% el año pasado.
Para obtener los recursos que permiten cubrir la diferencia entre el ingreso y el gasto, el Gobierno se endeuda en magnitudes importantes, a través del Ministerio de Finanzas y organismos públicos como el Fondo Simón Bolívar y el Fondo Zamora que reciben créditos de los bancos representados en bonos y letras que la República deberá cancelar al vencimiento.
De acuerdo con las estimaciones de Barclays al cierre de este año la deuda representará 51,6% del PIB, más del doble de lo que era hace cuatro años y un nivel que ya ha dejado de ser confortable para Venezuela que prácticamente solo exporta petróleo y su suerte está atada al precio del barril.
Como la deuda no puede continuar creciendo de manera indefinida y todo indica que el precio del petróleo no va a subir de manera importante en medio de la recesión en Europa y la desaceleración en el crecimiento de China, después de las elecciones del siete de octubre, muy probablemente el próximo año, el Gobierno tendrá que tomar medidas para ajustar el desequilibrio entre gastos e ingresos.
La devaluación como una manera de obtener más bolívares por los petrodólares y así cubrir parte del gasto y de la deuda que se tiene con la banca venezolana está latente.
"Si Chávez es reelegido, los riesgos de un retraso en el ajuste son más altos. Aunque en el pasado ha demostrado ser lo suficientemente pragmático como para ajustar cuando sea necesario, las dudas sobre su salud y la necesidad de consolidar su "revolución" significa que podría tener mayores incentivos para postergar un ajuste", indica Barclays.
Añade que cuando el ajuste se torne inevitable muy probablemente se centrará en "una devaluación de la moneda y desaceleración del gasto público".
La experiencia indica que la devaluación es dolorosa. Al aumentar el precio del dólar los productos importados se hacen más caros y Venezuela ha incrementado la necesidad de comprar en el exterior, de hecho, en el primer trimestre de 1997 las importaciones representaban 18% de la oferta total en la economía y al cierre del primer trimestre de este año 32,6%.
Así, el resultado de la devaluación es una caída del consumo que frena el crecimiento de la economía, dando paso a una recesión donde aumenta el desempleo.
Teóricamente la devaluación estimula las exportaciones no petroleras porque las empresas venezolanas pueden vender sus productos en el exterior más baratos al recibir más bolívares por cada dólar, pero la práctica indica otra cosa.
La historia demuestra que en Venezuela donde la inversión privada registra un descenso importante se requiere de medidas complementarias a la devaluación y de un tiempo largo para que las empresas puedan beneficiarse de la posibilidad de exportar.
El año pasado las exportaciones no petroleras solo sumaron 4 mil millones de dólares.
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