Saturday, July 14, 2012

Gustav Klimt sigue besando el arte

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DUBRASKA FALCÓN |  EL UNIVERSAL
sábado 14 de julio de 2012  12:00 AM
Su Beso cuelga en las paredes de miles de salas de estar. Su Judit I es considerada un icono de las femme fatale. Su Adele dorada adorna bolsas de mercado y hasta se convirtió en una edición especial de la muñeca Barbie. Gustav Klimt, de cuyo nacimiento se cumplen hoy 150 años, le entregó al mundo de ayer lo que en realidad le pertenecía al hoy. Fue un artista adelantado a su época, que recibió críticas buenas y no tan buenas.

De Klimt son muchas las cosas que se han dicho. Por ejemplo, que tuvo 14 hijos y que en su atelier cumplía la mayor parte de sus fantasías. Que vivió en casa de su madre hasta que ella murió en 1915. Que él era un hombre tímido y retraído. También que pintaba solamente lo que le apetecía. Que nunca quiso casarse a pesar de la larga relación que sostuvo con la diseñadora de modas Emilie Flöge. E incluso, que fue uno de los pintores mejor pagados de la época.

¿Verdad? ¿Mentira? Klimt tenía una respuesta para eso: "Quien quiera saber algo acerca de mí, como artista, que es lo único digno de atención, deberá contemplar atentamente mis cuadros e intentar inferir de ellos qué soy y qué quiero".

Nacido en 1862 en la ciudad de Baumgarten, cerca de Viena, al segundo de siete hijos le tocaba heredar la profesión del padre: ser grabador de oro. Y aunque ello no ocurrió, Klimt llegaría a usar el pan de oro en sus pinturas tras ganar una beca para estudiar arte.

Aún joven pintó varios murales del Teatro Burgtheater y decoró la escalera del Museo de Historia del Arte de la capital austríaca. En 1893 recibió el encargo de decorar la universidad, responsabilidad a la cual renunciaría después para concentrarse en trabajos privados.

"Klimt vio la realidad como un mosaico", asegura la curadora Josefina Manrique. "Ahí conjugaba elementos ornamentales con una estética muy fuerte. Su obra es bella y difícil; bella e intrincada. La ornamentación que utilizó nunca fue fácil ni condescendiente. Por un lado tenía la tradición ornamental y orientalista, pero a la vez era contemporáneo. Eran piezas eróticas, pero también expresionistas y espirituales".

Con el desnudo femenino, Gustav Klimt encontró una de sus musas. El erotismo y la sensualidad en sus obras fue muy apreciado, aunque también desató maliciosos comentarios. "Se dejó dominar por las fantasías al mejor estilo de Las mil y una noche que tanto dominó al romanticismo. Para su época tenía una lenguaje muy original. Sorprendió al usar el desnudo junto a toques orientales, de brillo y oro. Sus trazos sensuales marcaron la diferencia. Por ejemplo, El Beso, sutil, delicado y sensual, se convirtió en una de las piezas más inspiradoras del arte", apunta el historiador Eduardo Planchart.

A través de sus planteamientos impresionistas y puntos de vista abstractos, Klimt representó a la mujer en todas sus facetas: madre, amante, joven, anciana. Todas con su peculiar forma decorativa, que perfeccionó en el período dorado gracias al oro, el brillo y la ornamentación. En esa época también realizó obras paisajísticas creadas durante sus estancias en el lago Atter.

"Enfocó la pintura a un nuevo realismo distinto al neofigurativismo de la época. Logró ver de manera distinta al paisaje. A través de la ornamentación de símbolos y elementos plásticos toma elementos que pudiesen ser parte de la naturaleza. Eso le da un puesto en el arte moderno", asegura el artista plástico Juvenal Ravelo.

A través de la creación del grupo La Secesión, que fundó Klimt en 1897, se opuso a la interpretación tradicional del arte, criticando a la ciencia como forma de expresión. Esa posición le valió una medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1900, pero en Viena generó numerosas protestas.

"En los Espacios Cálidos del Ateneo de Caracas expusimos algunos de sus paisajes", asegura Elsa Pericchi, ex directora del espacio. "Esto fue gracias a una de las ediciones del Festival Internacional de Teatro. No eran los originales, pero me pareció novedoso porque Klimt logró texturas maravillosas en todas sus obras. Fue el gran representante de La Secesión y del Art Nouveau!", comenta la especialista.

Sin embargo, los historiadores del arte no consideran a Klimt como uno de los radicales en la época. "Sé pintar y dibujar. Yo mismo me lo creo, y también otras personas dicen que se lo creen. Pero no estoy seguro de que sea cierto", dijo en una oportunidad el propio Gustav Klimt, a quien Viena le rinde hoy tributo con más cinco exposiciones de obras y objetos personales.

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