Rocío San Miguel
15 Noviembre, 2012
Venezuela es un Estado federal. Se divide en estados, y estos en municipios autónomos y estos a su vez en parroquias. En total, el país tiene 1.136 parroquias que forman los 335 municipios, integrados a los 23 estados y al Distrito Capital.
¿A qué juega el gobierno? ¿Quiere hacernos perder el tiempo a los ciudadanos, especialmente a los más pobres, como lo hizo con las cooperativas, consejos locales de planificación publica y consejos comunales, ningunos de los cuales sirvió para nada en la práctica? Todo el país sabe que este nuevo cuento está orientado a distraer. Sabe que esto no conducirá a nada y solo será una nueva fórmula de engaño para continuar vendiendo un eslogan en el que ya nadie cree, el del “poder popular”. En Venezuela, lo sabe el país entero, el poder lo monopoliza Chávez, un poder que está a su servicio y el de su familia. Es ejercido de manera populista, demagógica y autocrática, sustentado en los inmensos recursos lícitos e ilícitos que genera el país y es mercadeado para la digestión del pueblo, a través de una plataforma propagandística machacante que nos recrea hasta el cansancio diariamente la figura del nuevo libertador, el corazón de la patria, el insustituible y vital para toda una Nación. Al tiempo que destruye la independencia de los poderes y el Estado de Derecho.
¿Hasta cuándo puede aguantar esto? Los signos y señales comienzan a decir que es finito, al tiempo que avanzan los métodos de coerción e intimidación para arrastrar votos y apoyos, haciéndose cada vez más difícil contener la frustración de la gente. Recordemos el ejecutado, sin pudor e ilegal, “Plan de articulación del 7-O entre el Poder Popular, la Milicia Bolivariana y la Guardia del Pueblo”.
Lo sucedido el 8 de noviembre pasado en Buenos Aires fue un recordatorio del poder que puede llegar a tener la indignación de los ciudadanos frente a los abusivos mandatarios latinoamericanos, que violando la regla democrática de la alternabilidad, pretenden perpetuarse en el poder. En Venezuela están aumentando dramáticamente las protestas sociales, a un punto que pueden llegar a converger en un estallido social. Chávez lo sabe, lo mide diariamente en su sala situacional y le teme por sus repercusiones sobre el poder que ejerce sin límites ni contrapesos, no precisamente por los daños que pueda generar a la propia población. Por ello se preparará aceleradamente para la activación de los distritos militares, aquellos que comenzarán a decretarse en zonas urbanas y darán significado al control militarizado de una sociedad obediente, subordinada y disciplinada a la que en definitiva aspira en su llamado socialismo del siglo XXI. El Plan Socialista no será impuesto a través de las comunas…vendrá por los distritos militares dependientes de los Regiones Estratégicas de Defensa Integral (REDI), con más poder a estas alturas que los propios gobernadores de estado, en competencias y recursos.
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