Ricardo Escalante, Texas
La petición de ayuda lanzada por el Rey de España a la Cumbre Iberoamericana de mandatarios celebrada en Cádiz -a la cual no acudió el Presidente venezolano aunque su presencia se respiraba en el ambiente-, no sin cierta razón fue interpretado por algunos atrevidos como un “Hugo, tú que eres mano suelta, tírame algo… ¡Hugo, sálvanos!” … No faltaron, por supuesto, otros que en el acto se cruzaron miradas y se preguntaron: “¿Eso es contigo o conmigo?”…
El apurado monarca -que en sus momentos de esparcimiento no vacilaba en gastar euros para cazar elefantes en África, sin detenerse entonces en reparos a los inmisericordes desalojos que ya sufrían muchas familias españolas y que ahora han causado una ola de suicidios-, tal vez pudo haber hecho algo para prevenir el desastre actual . Sin embargo, ni siquiera hacía reparos -que podían haber sido aleccionadores desde el punto de vista moral-, a los turbios negocios del yerno vivaracho que… Bueno, eso es harto conocido.
Lo cierto es que allá en Cádiz había representantes de Bolivia, Nicaragua, Paraguay, Cuba, Honduras, Guatemala y Paraguay, entre otros, y, claro, habría que menzar por investigar si era a ellos a quienes apuntaba la súplica monárquica de esa nación que hace quince años disfrutaba de bienestar social y prometedor desarrollo industrial. ¿El Rey se dirigía a ellos o de manera específica a Brasil –el gigante de economía fuerte aunque con cuellos de botella- , o a Chile y Colombia, o a ese país extraño, ahora irreconocible, que anda a la deriva con su reputación tropical a cuestas y un alucinado gobernante al estilo de Rico McPato?.
Brasil ha demostrado su habilidad imperial en América Latina y, a deducir por recientes declaraciones de la presidenta Dilma Rousseff, prefiere administrar sus reservas para estimular el crecimiento propio, que da signos de haberse moderado. Ella no oculta, además, su crítica al manejo europeo de la crisis, lo que casi equivale a decir “resuelvan ustedes su problema”. Y, por lo demás, México, Chile, Colombia y Perú, parecen estar claros en que para ellos es impensable asumir compromisos de la magnitud requerida por España, porque ahora ellos unen esfuerzos para establecer un mercado regional propio. De allí que lo concreto de la Cumbre de Cádiz fuera apenas una línea de crédito por 420 millones de dólares, que ante el tamaño descomunal del problema es apenas un pañito caliente.
Por otro lado, aunque “Rico McPato”, que ha gastado varios miles de millones de dólares en armas, barcos, radares y otros equipos militares españoles, ya agotó su capacidad dilapidadora internacional. No obstante, hay que reconocer que conserva intacta su destreza para ofrecer villas y castillos y eso, por supuesto, cuando menos servirá para insuflarle ánimo a las raídas ilusiones de Juan Carlos.
¿Ahora, por qué tantos vaporones? Porque la irresponsabilidad que en España ha generado 25 por ciento de desempleo, recesión y acogotado a los ciudadanos con desajustes sociales capaces de provocar una explosión social, se gestó en el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero -sobre todo al permitir que la banca hiciera y deshiciera a su antojo-, y se profundizó con la llegada de Mariano Rajoy al poder con sus píldoras de estricnina para las clases media y baja.
Por eso, Dilma Rousseff, que con destreza ejerce el papel de líder de la nueva potencia económica de inocultables ambiciones, le ha dicho a Juan Carlos, a Rajoy y a todo aquel que quiera oírla, que la estricnina es contraindicada cuando se quiere reanimar al enfermo. Les ha dicho que apretar el cinturón demasiado, sin permitir posibilidades de crecimiento, puede desatar una peligrosa recesión en el Viejo Continente y que, además, los países fuertes de esa zona, con Alemania a la cabeza, tienen que meterse la mano en el bolsillo. Brasil lo hará sólo si sus intereses resultan favorecidos. ¿Y a todas éstas qué hará “Rico McPato”?
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