ALEXANDER CAMBERO | EL UNIVERSAL
miércoles 21 de noviembre de 2012 12:00 AM
María Corina Machado le está hablando claro al país. Sin discursos fofos y poses grandilocuentes que buscan el protagonismo en los medios ávidos del vedetismo fosforescente, se ha transformado en una de las mejores parlamentarias de ese circo de enanos trapecistas que es la Asamblea Nacional. Llama a las cosas por su nombre con mayor valentía que muchos de sus colegas. Actores que tiemblan cuando sienten la presión del Gobierno o se derriten buscando alguna prebenda. En medio del oscurantismo cómplice alza su voz para desenmascarar todas las propuestas totalitarias del régimen. Con gran inteligencia ha marcado distancia de algunos sectores democráticos que creen que es posible convivir con el comunismo como expresión mortífera de la irracionalidad militante.
Nuestro mayor drama es que muchos de los nuestros sostienen que es posible el reencuentro, que podemos conciliar con el enemigo y lograr avances que quedaron atascados por el duro revés electoral del pasado 7 de octubre. Una especie de dormir con el adversario sin salir rociados por la desaforada micción nocturna del Gobierno incontinente. Creen que el monstruo ávido de nuevos trofeos y dispuesto a descuartizar oponentes y desbaratar cualquier escenario para la discusión civilizada, entrará de pronto en un proceso de rectificación. Que los asteroides que giran en torno al planeta Júpiter lograron moderar el espíritu indócil de Hugo Chávez, hasta transformarlo en tierna hermanita de los pies descalzos.
Han pasado catorce años y todavía no han comprendido. Este régimen quiere terminar de liquidar nuestra democracia e instaurar un modelo totalitario en donde un hombre decida todo. Que la suprema institución del voto esté supeditada a las decisiones que emanen de la voluntad de Hugo Chávez. Lo que hace con nuestros ingenuos representantes de la libertad es jugar con ellos hasta cansarlos. La imperiosa necesidad del chavismo de terminar de construir su mundo socialista pasa por aniquilar al adversario, allí no existe posibilidad de conciliar. Es la democracia contra el totalitarismo, dos mundos que jamás podrán vivir bajo el mismo techo.
El comunismo muestra sus garras. Sabe pelear estas batallas en donde su adversario se distrae en pequeñeces. Cualquier aspiración personal es minúscula si la comparamos con la patria que estamos entregando mansamente en manos de un turba de resentidos sociales. María Corina es una de las pocas figuras nacionales que vislumbra lo que se avecina. No estamos en los tiempos de disfrazar los escenarios, de permanentemente estar dentro de la gran burbuja de las cobas que nos metemos muchos de los que militamos en el campo de la oposición. Bien ingenuo es aquel que crea que Hugo Chávez tenderá puentes con los factores democráticos, que escuchará propuestas que redunden en beneficio de todos. Ellos están acelerando el camino hacia el totalitarismo. Si no activamos el músculo democrático podemos quedar como espantapájaros guindados de cualquier árbol de ceiba. Es ahora o nunca que debemos emprender una cruzada por la libertad. Si no serán décadas en donde veremos consumirse el país en las llamas de la destrucción de los sueños.
Nuestro mayor drama es que muchos de los nuestros sostienen que es posible el reencuentro, que podemos conciliar con el enemigo y lograr avances que quedaron atascados por el duro revés electoral del pasado 7 de octubre. Una especie de dormir con el adversario sin salir rociados por la desaforada micción nocturna del Gobierno incontinente. Creen que el monstruo ávido de nuevos trofeos y dispuesto a descuartizar oponentes y desbaratar cualquier escenario para la discusión civilizada, entrará de pronto en un proceso de rectificación. Que los asteroides que giran en torno al planeta Júpiter lograron moderar el espíritu indócil de Hugo Chávez, hasta transformarlo en tierna hermanita de los pies descalzos.
Han pasado catorce años y todavía no han comprendido. Este régimen quiere terminar de liquidar nuestra democracia e instaurar un modelo totalitario en donde un hombre decida todo. Que la suprema institución del voto esté supeditada a las decisiones que emanen de la voluntad de Hugo Chávez. Lo que hace con nuestros ingenuos representantes de la libertad es jugar con ellos hasta cansarlos. La imperiosa necesidad del chavismo de terminar de construir su mundo socialista pasa por aniquilar al adversario, allí no existe posibilidad de conciliar. Es la democracia contra el totalitarismo, dos mundos que jamás podrán vivir bajo el mismo techo.
El comunismo muestra sus garras. Sabe pelear estas batallas en donde su adversario se distrae en pequeñeces. Cualquier aspiración personal es minúscula si la comparamos con la patria que estamos entregando mansamente en manos de un turba de resentidos sociales. María Corina es una de las pocas figuras nacionales que vislumbra lo que se avecina. No estamos en los tiempos de disfrazar los escenarios, de permanentemente estar dentro de la gran burbuja de las cobas que nos metemos muchos de los que militamos en el campo de la oposición. Bien ingenuo es aquel que crea que Hugo Chávez tenderá puentes con los factores democráticos, que escuchará propuestas que redunden en beneficio de todos. Ellos están acelerando el camino hacia el totalitarismo. Si no activamos el músculo democrático podemos quedar como espantapájaros guindados de cualquier árbol de ceiba. Es ahora o nunca que debemos emprender una cruzada por la libertad. Si no serán décadas en donde veremos consumirse el país en las llamas de la destrucción de los sueños.
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