La Nación
15/11/2012 http://www.lanacion.com.ar/1527025-se-nubla-el-cielo-de-america-latina
América latina ha vivido años de gloria. Desde 2003, el viento que sopló desde China no ha dejado de inflar precios internacionales que son el cimiento de este inédito lapso de crecimiento. La crisis de 2008 fue un sacudón momentáneo (el PBI cayó un 2,9% en 2009), enseguida superado por un 2010 y 2011 expansivos (6 y 4%). Este año, sin embargo, está terminando con números mucho más modestos, que ponen una nota por lo menos de prudencia. Brasil, la mayor economía, que hace dos años creció al 7,5% y el año pasado bajó al 4%, este año ha disminuido sus expectativas, hasta el punto de que sólo se espera un modesto 1,6%, según la última previsión del Banco Central.
La política tampoco se ve tan color de rosa. Las democracias electorales en que (salvo la monarquía hereditaria de Cuba) los pueblos siguen eligiendo gobierno, no resplandecen. Como suele decirse, su legitimidad de origen no se proyecta tan claramente hacia el ejercicio.
La prensa es víctima de constantes ataques, que van desde Venezuela hasta la Argentina, pasando por Ecuador. Muy especial es el caso argentino, con un Gobierno lanzado, con todos los medios a su alcance, hacia el 7-D (7 de diciembre), día en que el Grupo Clarín tendría que desarmar su estructura multimedial, vendiendo aquellas radios y canales de televisión que exceden los márgenes fijados por una ley hecha a la medida del caso, sobre la que aún falta pronunciamiento definitivo en cuanto a su constitucionalidad. Por esta razón, Clarín logró un recurso de amparo que vence ese día y que, de no prorrogarse, llevará la situación al rojo vivo. Esta situación de enfrentamiento nació durante el paro agropecuario de 2008, cuando el Gobierno argentino pretendió que los medios, especialmente de televisión, disminuyeran la visibilidad de una movilización que no tenía precedentes por su magnitud. Desde entonces, el Gobierno estableció que no existía la "prensa independiente" y que, siendo simplemente "opositora", merecía su constante ataque. No hay precedente de un jefe de Estado democrático que con tanta frecuencia, intensidad y virulencia verbal cuestionara a la prensa de su país. Cuestionamiento, por otra parte, que no ha tenido límites, porque ha incluido -entre otras tantas medidas- la confiscación de los derechos de difusión del fútbol y hasta la acusación -hoy desmentida por los exámenes de ADN- de que los hijos adoptivos de la propietaria de Clarín eran hijos de desaparecidos, sustraídos a sus padres por la dictadura militar. En estos días el Gobierno ha lanzado una campaña difamatoria contra jueces que intervendrían en el asunto y que son trasladados o se van excusando y renunciando.
En otro orden, el Mercosur ha suspendido -a finales de junio- la presencia de Paraguay, luego de que un juicio político, tramitado por los cuerpos parlamentarios legítimos, le quitara su investidura al presidente Lugo y ocupara su lugar el vicepresidente constitucional que, como consecuencia natural, no es un usurpador. Los otros tres presidentes del Mercosur, por sí y ante sí, sin las consultas que impone el tratado constitutivo del bloque, resolvieron suspender a Paraguay y, al mismo tiempo, sin aprobación parlamentaria de la unanimidad de los Congresos, incorporar a Venezuela al Mercosur. Podrá el juicio político al presidente Lugo ser un error político, pero nunca un golpe de Estado, y no es un detalle menor señalar que de los 125 senadores y diputados sólo 5 votaron en contra del relevo del mandatario. Se actuó por simple simpatía política y personal,
arrasando la institucionalidad del Mercosur, un proceso de integración que nació en 1991 con enorme expectativa y que, luego de años de avance, se ha ido estancando y desvirtuando.
Si miramos hacia la vida interna de los países, Brasil -pese a su solidez política- está viviendo en estos días un juicio a varios de los jerarcas principales del gobierno de Lula, que han sido procesados y condenados a prisión por el Supremo Tribunal Federal en una causa en que se demostró el uso concertado de dineros públicos para sobornar a legisladores a fin de que votaran determinadas iniciativas legislativas.
Chile, mirado en los últimos años como el modelo a seguir, registra un malhumor reflejado no sólo por las protestas estudiantiles, sino que la reciente elección municipal adoleció de una abstención de casi el 60% y resultó un revolcón muy fuerte para los partidos de centro-derecha hoy en el gobierno.
Venezuela, por su parte, en una elección donde el oficialismo disfrutó de una enorme ventaja en los medios, registró una vez más la victoria del presidente Chávez, pero ahora con la aparición de una oposición vertebrada en torno a un candidato que, por lo menos, pone fin al monólogo presidencial.
Las mejores noticias quizá sean las de México, donde vuelven a alternarse los partidos en el poder y nuevamente gobierna el PRI, con un candidato de la nueva generación.
Persiste entonces la estabilidad económica, aunque con nubarrones en el horizonte y una democracia que, pese a sus avances, no termina de alcanzar la madurez deseada. Estos años gloriosos de la bonanza, cuyas mieles han endulzado los consumos populares y engordado el gasto fiscal, comienzan a desvanecerse. Sin traumas, por ahora, pero con la sensación algo frustrante de que la fiesta va llegando a su fin y no quedará mucho para el día siguiente.
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