ALFREDO YÁNEZ M. | EL UNIVERSAL
sábado 24 de noviembre de 2012 12:00 AM
Pasado el sacudón emocional, luego de la derrota del siete de octubre, las aguas vuelven a su cauce.
Ciertamente "hay un camino" que no necesariamente implica cegueras, ni cheques en blanco ni apatías ni indiferencias. Hay un camino claro en función de salidas electorales, con férrea participación de los ciudadanos; y un camino que no es distinto, que contempla con decisión y voluntad, la denuncia, la protesta y la obligada defensa de espacios, derechos.
La apuesta comunal y sus previsibles consecuencias nefastas es la mejor campaña anticipada -por contraste- para que los candidatos que defienden la descentralización política sostengan la aplicación de programas que beneficien a la gente y soporten sus propuestas; radicalmente distintas al continuismo parasitario de los caprichos personales de aquel que no ha sido capaz de mostrar obra, sino palabras.
Con sobradas razones para la molestia, con argumentos de sobra para la frustración y la desesperanza; los venezolanos que quieren a sus estados y municipios, que entienden del valor de la gerencia regional o municipal; que han sido testigos de la eficiencia a la hora de la rendición de cuentas; no van a caer en la tentación de dejarse vencer por aquellos que promueven la anarquía comunal como forma de vida en los años por venir.
Les va a salir el tiro por la culata. Sus intentos de desmovilización, su incesante campaña de vínculo directo con el encantador de serpientes, antes de repetir los éxitos de hace unos años; van a ratificar el valor que los venezolanos le damos a la democracia.
Comienza el festival de encuestas, y ahí se ve que el pulso político sigue. Proyectar en razón del resultado del siete de octubre es un error. La realidad regional es distinta y el portaaviones ya no es tal.
Ciertamente "hay un camino" que no necesariamente implica cegueras, ni cheques en blanco ni apatías ni indiferencias. Hay un camino claro en función de salidas electorales, con férrea participación de los ciudadanos; y un camino que no es distinto, que contempla con decisión y voluntad, la denuncia, la protesta y la obligada defensa de espacios, derechos.
La apuesta comunal y sus previsibles consecuencias nefastas es la mejor campaña anticipada -por contraste- para que los candidatos que defienden la descentralización política sostengan la aplicación de programas que beneficien a la gente y soporten sus propuestas; radicalmente distintas al continuismo parasitario de los caprichos personales de aquel que no ha sido capaz de mostrar obra, sino palabras.
Con sobradas razones para la molestia, con argumentos de sobra para la frustración y la desesperanza; los venezolanos que quieren a sus estados y municipios, que entienden del valor de la gerencia regional o municipal; que han sido testigos de la eficiencia a la hora de la rendición de cuentas; no van a caer en la tentación de dejarse vencer por aquellos que promueven la anarquía comunal como forma de vida en los años por venir.
Les va a salir el tiro por la culata. Sus intentos de desmovilización, su incesante campaña de vínculo directo con el encantador de serpientes, antes de repetir los éxitos de hace unos años; van a ratificar el valor que los venezolanos le damos a la democracia.
Comienza el festival de encuestas, y ahí se ve que el pulso político sigue. Proyectar en razón del resultado del siete de octubre es un error. La realidad regional es distinta y el portaaviones ya no es tal.
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