En: http://www.lapatilla.com/site/2012/11/21/jose-guerra-el-socialismo-comunal-de-lenin-a-pol-pot/
José Guerra
El llamado socialismo del siglo XXI, también etiquetado bolivariano y más recientemente comunal, es una especie de minestrón ideológico. Luce como una mezcla irreconciliable de términos y acepciones doctrinarias que no cuadran unas con otras. Es el caso del pensamiento de Bolívar, profundamente liberal, y el marxismo-leninismo. Ahora hay algo nuevo, el modelo comunal, basado en la figura de los Consejos Comunales y del Poder Comunal. De acuerdo con la profesora Margarita López Maya: “Según la propuesta de Chávez, este poder no nacería del sufragio universal directo y secreto, ni de elección alguna sino nace de la condición de los grupos humanos organizados con base en la población”. Recuerda la profesora López Maya que esto mismo contemplaba la propuesta de reforma constitucional en su artículo 136 para conducir al país al Socialismo del siglo XXI, la cual fue rechazada en referendo popular en diciembre de 2007. Es decir, Chávez quiere aprobar lo que el pueblo desaprobó mediante un referendo. La figura de los consejos comunales viene fungiendo como sucursales del PSUV, no como entidades autónomas de los ciudadanos. Afirma López Maya que “Los consejos comunales también se desdoblan en células políticas del PSUV en tiempos electorales. Por ello su tendencia es a constituirse en una estructura del Estado, concebida verticalmente de arriba hacia abajo y que funciona a la vez como una vasta red clientelar”. Con el Estado comunal el poder se concentra todavía más en manos del presidente. Es imposible creer que quienes fraguaron meticulosamente un golpe de Estado para tomar el poder, luego ganaron la elección presidencial y posteriormente lograron la reelección indefinida, vayan ahora a compartir el poder con el pueblo.
Estos consejos comunales o poder comunal está asociado a la economía comunal para construir el socialismo comunal. De verdad que ya el presidente Chávez no encuentra qué inventar. El socialismo fue concebido como un modo de producción que superaría al capitalismo, jamás para regresar al feudalismo. De hecho, la experiencia de construcción del socialismo que arrancó en octubre de 1917 en Rusia nada tiene que ver con comunas, ni cosas por el estilo, salvo las locuras y experimentos de Mao Tse-tung que causaron millones de muertos por hambre, hasta que los líderes chinos se dejaron de cuentos y desde 1980 construyen una economía de mercado en medio de una dictatura en lo político. Lenin siempre creyó que el socialismo estaba asociado al aumento de la producción material y especialmente al desarrollo de la industria pesada porque era la única manera de incrementar la productividad de los trabajadores. Igualmente, la industria sería la base para la mecanización de la agricultura. Luego del fracaso y la hambruna que provocó el llamado comunismo de guerra, entre 1918 y 1920, donde los campesinos fueron obligados a entregar sus cosechas al gobierno, se prohibió el comercio privado y se suprimió la moneda, Lenin se dio cuenta que debía dar un viraje y se comenzó a aplicar la nueva política económica, en 1921, la cual consistió en dar incentivos a los campesinos para que produjeran más y el restablecimiento del comercio y del dinero. Así, el socialismo ruso se propuso desarrollar la industria y construir empresas estatales en todos los ámbitos. Al final igualmente el modeló naufragó y la Unión Soviética se desmoronó.
Un verdadero salto al medioevo lo representó el socialismo agrario y comunal que trató de implementar Pol Pot en Camboya, con el denominado Jemer Rojo entre 1975 y 1979. Más allá de los millones de muertos que este ensayó causó, las tesis de Pol Pot se basaban en el rechazo a todo elemento no camboyano en Camboya, es decir en aislar al país en todos los ámbitos. Igualmente implantó Pol Pot la colectivización forzada de la agricultura, mediante granjas propiedad del Estado, donde no circulaba el dinero sino que el intercambio se basaba en el trueque. Se prohibió cualquier tipo de actividad mercantil y se trató de establecer unas comunas donde sus integrantes vivían en la autarquía. Al tomar el poder los comunistas camboyanos se plantearon reescribir la historia y todo el pasado se borraba. Por ello, Pol Pot estableció a 1975 como el año cero en la historia de Camboya. Pero el giro más vertiginoso lo dieron en materia de educación. Ensayaron una ingeniería social para crear el nuevo camboyano, libre de toda influencia de la sociedad burguesa. Millones de ciudadanos fueron trasladados de la ciudad al campo a cultivar arroz para que se regeneraran. Fue famosa esta frase de uno de los líderes de Camboya: “Basta con un millón de buenos revolucionarios para el país que nosotros construimos”. Semejante atrocidad acabó en unos de los mayores genocidios humanos, solamente comparable con las purgas llevadas a cabo por Stalin, los campos de concentración nazi y las muertes causadas por la Revolución Cultural China y el Gran Salto Adelante liderados por Mao Tse-tung.
Cuando se escucha hablar de las comunas que se están construyendo en Venezuela, donde los comuneros trabajan su tierrita, fabrican sus zapatos y elaboran sus camisas que intercambian con la comuna vecina, mediante el trueque, viene a la mente el experimento de Pol Pot, claro sin la tragedia humana que aquel representó. También se interroga uno, cómo alguien en el siglo XXI puede imaginar que estas micro unidades sociales puedan funcionar y ser eficientes. En realidad, si funcionan, pero como instrumento de control social. Ninguno de los próceres, civiles o militares, de esta revolución está dispuesto a que sus hijos o familiares sean usados como instrumentos de este laboratorio social que se procura construir en Venezuela.
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