SAMMY EPPEL | EL UNIVERSAL
jueves 29 de noviembre de 2012 12:00 AM
El ser mas indefenso es el recién nacido por razones obvias y el segundo es el preso, pues sus necesidades no pueden ser procuradas por esfuerzo propio; su seguridad, alimentación, educación, salud, alojamiento, justicia y derechos humanos le deben ser gestionados por su carcelero que normalmente es el Estado que por alguna razón lo privó de su libertad. Ahora bien, el ciudadano común y corriente, respetuoso de las leyes, asume que el que está preso es porque cometió algún delito por el cual fue condenado por un juez imparcial luego de un juicio donde se le permitió defenderse. Claro, estamos hablando de gobiernos democráticos con separación de poderes y bajo el imperio de la ley.
En regímenes no democráticos existe el confinado de conciencia, también llamado preso político. Desgraciadamente la patria de Bolívar se ha convertido en un país de perseguidos y perseguidores, de aquellos que ciegamente obedecen y los que luchan por mantener su libertad, de listas negras con millones de ciudadanos que no cometieron ningún crimen. Pareciera que vivimos en un mundo al revés donde los criminales tienen "carta blanca" para cometer fechorías y los ciudadanos tenemos que vivir encerrados para evitar ser víctimas.
Bajo este estado de cosas, el joven Gustavo Arráiz aparentemente comete un desliz sentimental que lo lleva en un instante de ser el niño de oro de la boliburguesía chavista a ser un perseguido y pasar casi seis años en la cárcel y arrastra consigo al banquero Eligio Cedeño que luego de más de dos años sin juicio, es puesto en libertad por la juez María Afiuni y ésta a su vez es enviada a la cárcel por Chávez de manera pública y, por lo tanto, es su responsabilidad lo que luego le ocurrió bajo la custodia del régimen. ¡Será!
En regímenes no democráticos existe el confinado de conciencia, también llamado preso político. Desgraciadamente la patria de Bolívar se ha convertido en un país de perseguidos y perseguidores, de aquellos que ciegamente obedecen y los que luchan por mantener su libertad, de listas negras con millones de ciudadanos que no cometieron ningún crimen. Pareciera que vivimos en un mundo al revés donde los criminales tienen "carta blanca" para cometer fechorías y los ciudadanos tenemos que vivir encerrados para evitar ser víctimas.
Bajo este estado de cosas, el joven Gustavo Arráiz aparentemente comete un desliz sentimental que lo lleva en un instante de ser el niño de oro de la boliburguesía chavista a ser un perseguido y pasar casi seis años en la cárcel y arrastra consigo al banquero Eligio Cedeño que luego de más de dos años sin juicio, es puesto en libertad por la juez María Afiuni y ésta a su vez es enviada a la cárcel por Chávez de manera pública y, por lo tanto, es su responsabilidad lo que luego le ocurrió bajo la custodia del régimen. ¡Será!
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