"La música es mi esencia y no pude darle la espalda"
Musical por sobre todas las cosas. Así se define una de las pianistas más internacionales que tiene Venezuela. Reconocida por sus improvisaciones, asegura que no existe ningún lugar en el mundo donde le falte presentarse.
CAROLINA CONTRERAS A.| EL UNIVERSAL
miércoles 12 de junio de 2013 04:09 PM
Todo empezó gracias a un pianito de juguete y a la terquedad de una abuela. Gabriela Montero, una de las más aclamadas y reconocida pianistas venezolanas, cuenta que gracias a su abuela fue que comenzó a tocar piano.
"Mis padres me regalaron para mi primera navidad, cuando tenía siete meses, un pianito de juguete que estaba destinado a mi prima que es mayor que yo, pero mi abuela, cuando vio el pianito, decidió que debía ser para mí. Como buena persona del signo tauro terminó ganando la discusión y yo terminé con el pianito de cola", cuenta Montero.
La abuela no se equivocó. No hay duda de que fue una niña prodigio. Al año y medio de edad, y con ese pianito de juguete, ya tocaba melodías infantiles como Palomita blanca y Niño lindo. A los tres años dio su primer recital delante de los invitados a su fiesta de cumpleaños, a los cuatro años empezó a recibir clases privadas de piano con una profesora, a los cinco años realizó su primer concierto y a los ocho hizo su debut con la Orquesta,. Luego Fundayacucho la becó para que estudiara en el exterior. Lo demás es historia.
Desde pequeña, la música y el piano marcaron su vida, pero en algún momento, pensó que podría dedicarse a otro oficio.
"Varias veces me plantée ser otra cosa. Con los niños prodigio pasa que uno siente que la decisión fue tomada por la vida. Hubo un momento, ya en la adolescencia, y a los veintipico de años, que me cuestioné todo y quise estudiar psicología, pero yo soy entera y absolutamente musical. Esa es mi esencia y, realmente, fue imposible darle la espalda", rememora.
Montero le ha dado la vuelta al mundo con su talento. Es reconocida y aclamada por sus improvisaciones en el piano y recordada porque tocó en la primera investidura del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Para Gabriela, ese momento tuvo muchos significados ya que para ella se "rompieron muchas barreras".
"En Estados Unidos existe un problema grave de racismo y el ser elegido Obama fue un paso gigantesco para la humanidad, para la aceptación de que todos tenemos derechos a progresar y a realizar nuestros sueños. Como músico y como venezolana para mí fue increíble ver a miles de personas con una sonrisa en la cara y poder representar a la mujer latina, a las madres y a los venezolanos fue muy lindo. Me dio gusto de que yo representara a Venezuela en ese momento", afirma.
En cuanto a sus improvisaciones la pianista comenta que es un "estado". Asegura que le gusta improvisar todo tipo de estilos desde el clásico al barroco y pasando también por las cacerolas ya que hasta eso ha improvisado.
"Me encanta improvisar. Es un estado sumamente libre, donde no existen reglas, de mucha imaginación. Me encanta estar en ese momento donde se crea una composición y luego se desvanece. Incluso lo especial de la improvisación con el público es eso de que no ha sido prefabricado y que tampoco puede continuar, porque una vez que se improvisa se acabó".
De sus innumerables conciertos, el que más recuerda como especial fue cuando tocó por primera vez en Nuremberg, Alemania, su pieza para piano y orquesta Expatria, ya que le resultó difícil y a la vez conmovedor. "Fue una noche contundente y memorable. Expatria es una obra compleja y dolida y entregarme a ella y dar el mensaje de expatria al público presente fue muy memorable para mí", dice, conmovida.
Gabriela ha tocado en diversos espacios y con varias orquestas y asegura que no existe escenario musical en el que le falte tocar, pero no es falta de modestia, para ella lo importante es lo que se lleva a ese espacio.
"Le he dado la vuelta al mundo muchas veces. Los espacios no son realmente importantes. Lo fundamental es lo que se comparte con el público en ese momento, una sala para mí, por más conocida que sea, no es un premio. Lo que importa es la ocasión y la piel que dejas en el escenario y cómo compartes eso con tu público", resume.
"Mis padres me regalaron para mi primera navidad, cuando tenía siete meses, un pianito de juguete que estaba destinado a mi prima que es mayor que yo, pero mi abuela, cuando vio el pianito, decidió que debía ser para mí. Como buena persona del signo tauro terminó ganando la discusión y yo terminé con el pianito de cola", cuenta Montero.
La abuela no se equivocó. No hay duda de que fue una niña prodigio. Al año y medio de edad, y con ese pianito de juguete, ya tocaba melodías infantiles como Palomita blanca y Niño lindo. A los tres años dio su primer recital delante de los invitados a su fiesta de cumpleaños, a los cuatro años empezó a recibir clases privadas de piano con una profesora, a los cinco años realizó su primer concierto y a los ocho hizo su debut con la Orquesta,. Luego Fundayacucho la becó para que estudiara en el exterior. Lo demás es historia.
Desde pequeña, la música y el piano marcaron su vida, pero en algún momento, pensó que podría dedicarse a otro oficio.
"Varias veces me plantée ser otra cosa. Con los niños prodigio pasa que uno siente que la decisión fue tomada por la vida. Hubo un momento, ya en la adolescencia, y a los veintipico de años, que me cuestioné todo y quise estudiar psicología, pero yo soy entera y absolutamente musical. Esa es mi esencia y, realmente, fue imposible darle la espalda", rememora.
Montero le ha dado la vuelta al mundo con su talento. Es reconocida y aclamada por sus improvisaciones en el piano y recordada porque tocó en la primera investidura del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Para Gabriela, ese momento tuvo muchos significados ya que para ella se "rompieron muchas barreras".
"En Estados Unidos existe un problema grave de racismo y el ser elegido Obama fue un paso gigantesco para la humanidad, para la aceptación de que todos tenemos derechos a progresar y a realizar nuestros sueños. Como músico y como venezolana para mí fue increíble ver a miles de personas con una sonrisa en la cara y poder representar a la mujer latina, a las madres y a los venezolanos fue muy lindo. Me dio gusto de que yo representara a Venezuela en ese momento", afirma.
En cuanto a sus improvisaciones la pianista comenta que es un "estado". Asegura que le gusta improvisar todo tipo de estilos desde el clásico al barroco y pasando también por las cacerolas ya que hasta eso ha improvisado.
"Me encanta improvisar. Es un estado sumamente libre, donde no existen reglas, de mucha imaginación. Me encanta estar en ese momento donde se crea una composición y luego se desvanece. Incluso lo especial de la improvisación con el público es eso de que no ha sido prefabricado y que tampoco puede continuar, porque una vez que se improvisa se acabó".
De sus innumerables conciertos, el que más recuerda como especial fue cuando tocó por primera vez en Nuremberg, Alemania, su pieza para piano y orquesta Expatria, ya que le resultó difícil y a la vez conmovedor. "Fue una noche contundente y memorable. Expatria es una obra compleja y dolida y entregarme a ella y dar el mensaje de expatria al público presente fue muy memorable para mí", dice, conmovida.
Gabriela ha tocado en diversos espacios y con varias orquestas y asegura que no existe escenario musical en el que le falte tocar, pero no es falta de modestia, para ella lo importante es lo que se lleva a ese espacio.
"Le he dado la vuelta al mundo muchas veces. Los espacios no son realmente importantes. Lo fundamental es lo que se comparte con el público en ese momento, una sala para mí, por más conocida que sea, no es un premio. Lo que importa es la ocasión y la piel que dejas en el escenario y cómo compartes eso con tu público", resume.
No comments:
Post a Comment