FERNANDO OCHOA ANTICH| EL UNIVERSAL
domingo 30 de junio de 2013 12:00 AM
La grabación presentada por el alcalde Jorge Rodríguez y el ministro de Información Ernesto Villegas, a través del Canal 8, de una conversación privada sostenida entre la diputada María Corina Machado y el profesor Germán Carrera Damas reviste suma gravedad. No es posible que la opinión pública acepte un hecho tan reprobable sin hacer oír su voz de protesta. Lo primero que debo decir es que los funcionarios que cometieron ese delito, con tanto descaro, muestran una total falta de ética política. El colmo, es que dicha grabación se produjo en la propia casa de habitación del doctor Carrera. Nadie puede creer que esa grabación les llegó a sus manos por pura casualidad. Todos saben que fue realizada por algún cuerpo de Seguridad del Estado.
Jorge Rodríguez insistió, durante la presentación de la grabación, en acusar a María Corina Machado y a Ramón Guillermo Aveledo de traidores a la patria y de promover un supuesto golpe militar. Creo que es el momento de debatir estos temas, ya que de manera permanente figuras representativas del gobierno nacional o del PSUV acusan a la oposición venezolana de mantener vinculaciones con el Departamento de Estado con la finalidad de impulsar en Venezuela un golpe militar o preparar un proceso de desestabilización. Aquí es aplicable aquel dicho popular: "cada ladrón juzga por su condición". Traidores a la patria y conspiradores son realmente Hugo Chávez, los oficiales felones del 4 de febrero y todos aquellos que han colaborado en la penetración cubana en Venezuela.
No se es traidor a la patria, como de manera tan ligera se ha tratado de señalar a María Corina Machado y a Ramón Guillermo Aveledo, por conversar con un representante de un gobierno extranjero sobre la situación política nacional. Al hablar de ella tienen que surgir distintos escenarios de solución. Por señalarlos no se está cometiendo el delito de traición a la patria. Este surge cuando usted entrega a una potencia extranjera secretos de Estado o permite a un extranjero desempeñar funciones públicas reservadas para venezolanos por nacimiento. Dolorosamente, esto es lo que exactamente ha ocurrido en Venezuela, durante los últimos catorce años, con el gobierno de Cuba y sus funcionarios. Las pruebas están a la vista.
Tampoco es verdad que un grupo político está conspirando con la finalidad de organizar un golpe militar porque se haga algún comentario sobre el tema, ni siquiera que se converse con un militar. Ese tipo de rumores siempre han existido en Venezuela. Es parte de nuestra idiosincrasia. Las conspiraciones militares se originan por causas más profundas. Estas causas siempre han sido profesionales, políticas, económicas y sociales. Sobran ejemplos: descontento por los ascensos, escogencia equivocada de los mandos militares, cuestionamiento sobre la legitimidad de un gobierno, una equivocada política internacional, procesos inflacionarios, escasez de productos de primera necesidad, desprestigio por corrupción de altos funcionarios y tantas otras.
El objetivo del régimen quedó absolutamente claro: tratar de dividir a la oposición democrática provocando algún resentimiento entre los distintos líderes y partidos políticos. Las terminantes declaraciones de Henrique Capriles pusieron de relieve la fortaleza de la unidad al afirmar que:"lo único grave fue el hecho delictivo de haber grabado a dos personas en su casa. No fue una llamada telefónica, posiblemente colocaron un micrófono o estuvieron persiguiendo a María Corina con los dispositivos de alta tecnología que compró el Gobierno para violar la privacidad de los ciudadanos". También le restó importancia a las observaciones realizadas por la diputada Machado, reconociendo como natural que en una alianza política existan distintas maneras de enfocar un problema determinado.
La única conclusión a la que se puede llegar ante este lamentable incidente es que el régimen chavista, debilitado por la falta de legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro, busca opacar la imagen de María Corina Machado con la finalidad de ponerle un freno a la capacidad de acción que ha demostrado en el campo internacional después del incidente parlamentario. Estoy convencido que este camino es equivocado. El régimen debería reflexionar sobre la difícil situación que enfrenta. El proceso de desestabilización, a que se refieren con tanto temor los líderes oficialistas, no se origina en la acción de la oposición. Es consecuencia de la grave crisis política, económica y social que enfrenta Venezuela producto de los graves errores cometidos en estos catorce años de desgobierno.
Jorge Rodríguez insistió, durante la presentación de la grabación, en acusar a María Corina Machado y a Ramón Guillermo Aveledo de traidores a la patria y de promover un supuesto golpe militar. Creo que es el momento de debatir estos temas, ya que de manera permanente figuras representativas del gobierno nacional o del PSUV acusan a la oposición venezolana de mantener vinculaciones con el Departamento de Estado con la finalidad de impulsar en Venezuela un golpe militar o preparar un proceso de desestabilización. Aquí es aplicable aquel dicho popular: "cada ladrón juzga por su condición". Traidores a la patria y conspiradores son realmente Hugo Chávez, los oficiales felones del 4 de febrero y todos aquellos que han colaborado en la penetración cubana en Venezuela.
No se es traidor a la patria, como de manera tan ligera se ha tratado de señalar a María Corina Machado y a Ramón Guillermo Aveledo, por conversar con un representante de un gobierno extranjero sobre la situación política nacional. Al hablar de ella tienen que surgir distintos escenarios de solución. Por señalarlos no se está cometiendo el delito de traición a la patria. Este surge cuando usted entrega a una potencia extranjera secretos de Estado o permite a un extranjero desempeñar funciones públicas reservadas para venezolanos por nacimiento. Dolorosamente, esto es lo que exactamente ha ocurrido en Venezuela, durante los últimos catorce años, con el gobierno de Cuba y sus funcionarios. Las pruebas están a la vista.
Tampoco es verdad que un grupo político está conspirando con la finalidad de organizar un golpe militar porque se haga algún comentario sobre el tema, ni siquiera que se converse con un militar. Ese tipo de rumores siempre han existido en Venezuela. Es parte de nuestra idiosincrasia. Las conspiraciones militares se originan por causas más profundas. Estas causas siempre han sido profesionales, políticas, económicas y sociales. Sobran ejemplos: descontento por los ascensos, escogencia equivocada de los mandos militares, cuestionamiento sobre la legitimidad de un gobierno, una equivocada política internacional, procesos inflacionarios, escasez de productos de primera necesidad, desprestigio por corrupción de altos funcionarios y tantas otras.
El objetivo del régimen quedó absolutamente claro: tratar de dividir a la oposición democrática provocando algún resentimiento entre los distintos líderes y partidos políticos. Las terminantes declaraciones de Henrique Capriles pusieron de relieve la fortaleza de la unidad al afirmar que:"lo único grave fue el hecho delictivo de haber grabado a dos personas en su casa. No fue una llamada telefónica, posiblemente colocaron un micrófono o estuvieron persiguiendo a María Corina con los dispositivos de alta tecnología que compró el Gobierno para violar la privacidad de los ciudadanos". También le restó importancia a las observaciones realizadas por la diputada Machado, reconociendo como natural que en una alianza política existan distintas maneras de enfocar un problema determinado.
La única conclusión a la que se puede llegar ante este lamentable incidente es que el régimen chavista, debilitado por la falta de legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro, busca opacar la imagen de María Corina Machado con la finalidad de ponerle un freno a la capacidad de acción que ha demostrado en el campo internacional después del incidente parlamentario. Estoy convencido que este camino es equivocado. El régimen debería reflexionar sobre la difícil situación que enfrenta. El proceso de desestabilización, a que se refieren con tanto temor los líderes oficialistas, no se origina en la acción de la oposición. Es consecuencia de la grave crisis política, económica y social que enfrenta Venezuela producto de los graves errores cometidos en estos catorce años de desgobierno.
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