Laureano Márquez
7 Junio, 2013
Conocí al agente de la CIA que acaba deser expulsado del país. Su historia es la siguiente: conoció a una venezolana y no lo culpo se enamoró perdidamente. Cuando la compatriota descubrió que este supuesto agente era un cineasta independiente con experiencia en documentales le dijo: ” si haces documentales tienes que hacer uno sobre lo que está pasando en mi país” y los gringos que tienen esa vena romántica que en tantos problemas les mete, recogió el guante.
No faltó quien pensara que era un enviado de algún programa gringo subsidiario del canal 8, “the blade”, quizá. Fue sometido a duro interrogatorio por mis vecinos, que han jurado defenderme con la propia vida si es menester y cuando aparecí y expliqué que era gringo y venía en son de paz, muchos me miraron con suspicacia, pensando que yo había saltado la talanquera. Gudelia, en desagravio, trajo arepas de chicharrón y cuando supo por la prensa, pocos días después, lo de su detención, me pidió que no contara a nadie el episodio de las arepas.
No le falta razón, gringo y comiendo arepas, tiene que ser espía, necesariamente.
Igualmente sorprendido, indagué por su extraña indumentaria. Me explicó que iba a filmar en los alrededores del Palacio Federal imágenes de la toma de posesión de Maduro y que ese atuendo era para pasar desapercibido. Así de inocente es Tim, cree que un gringo con una franela de Chávez puede pasar desapercibido.
El fin de semana siguiente a la entrevista, Emilio Lovera y un servidor de Internet, presentábamos la obra Juicio a Vicente Nario, una obra de alto contenido político y nos pidió si podía invitar a un amigo suyo chavista, dirigente de un colectivo, y a su esposa. Quería observar la reacción de un afecto al “proceso” frente a la crítica y si también a él le hacía reír. El experimento se realizó con éxito, y finalizada la obra sostuvimos una conversa con el dirigente del colectivo, que resultó ser un exempleado de RCTV. Se ratificó en el encuentro lo que le había manifestado en la entrevista: los venezolanos estamos mucho más de acuerdo en el país que queremos de lo que el gobierno nos hace creer. Nuestro invitado disfrutó de la obra, la pasó bien, hubo intercambio de opiniones, respetuoso, pacífico, amable, crítico.
Ese es Tim Tracy, un gringo soñador que creyó con honestidad que aquí estaba pasando algo bueno. Gracias Tim por la visita, qué suerte para ti que alguien quería estrechar la mano de John Kerry. Termina tu documental y cuéntale a los ilusos que todavía quedan hallándole buen lejos a esta revolución, la tragedia que aquí se vive.
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