Laureano Márquez
14 Junio, 2013
No quiero ser tremendista, pero yo no soy escaparate de nadie, por más que uno milite en la derecha fascista y golpista, por muy agente del imperio que uno sea, todo tiene su límite.
El plan es destruir completamente al país y hacerle creer al mundo que esta devastación fue obra de la actual administración, cosa que dicho sea de paso es perfectamente creíble.
Los altos comandos de la oposición saben que cada vez que Andrés Velásquez va al estado Bolívar viene con las maletas llenas de uranio y plutonio, esenciales para la fabricación de la bomba. En su infinita maldad el diputado guayanés trae el uranio de contrabando en bolsas de merey salado y el plutonio bajo la inocente apariencia de laulau ahumado. En el sótano de la MUD (casi nadie lo conoce) hay un laboratorio oculto en un búnker a más de 50 metros de profundidad. En él, un diligente equipo de científicos, comandados por la mente pervertida y maquiavélica de Henry Ramos Allup ataviado con bata blanca de laboratorio, el copete despeinado y los ojos puyúos trabaja día y noche entre tubos de ensayo humeantes y ollas de cobre al fuego, para conseguir el agua pesada necesaria para la fabricación de la bomba. Ismael García y Julio Borges han sido los encargados de conseguir la masa para amasar el uranio, indispensable en la fabricación de cualquier artefacto nuclear. Ese ha sido el punto crítico de la operación, porque masa no se consigue ni pa’ remedio, pero los contactos de Julio Borges con el Partido Popular en España hicieron llegar clandestinamente dos kilogramos que el propio Aznar compró personalmente en Mercadona.
Resuelta esta parte inicial, el problema ha sido el de la fusión de los neutrones, porque como todo está polarizado, ya casi no quedan neutrones.
Ramón Guillermo Aveledo le pidió a Carmona que desde Bogotá enviase unos cogollos fusionados (si se fusionaban aquí iban a hacer mucho ruido) de núcleos de deuterio (2H) y de tritio (3H), dos isótopos del hidrógeno, para dar un núcleo de helio. Pero se presentó el problema de que el helio se derritió porque a Ocariz, que lo fue a buscar a Cúcuta, le agarró cola entrando a San Antonio. Al final el problema se resolvió cuando compraron una bolsa de helio en una licorería cercana.
La otra gran dificultad fue la de cómo conseguir enriquecer el uranio. Para tal fin se logró hacer pasar al uranio por funcionario del Estado y que le nombraran en un alto cargo relacionado con la asignación de divisas. Demás está decir que en tres meses se consiguió su total enriquecimiento. Por último, para lograr una reacción en cadena de radio y televisión algunos pensaron en tomar el canal 8, pero Ledezma logró resolver con una cadena de Twitter.
Esta es la situación, si a lo que acabamos de revelar, se suma la compra de 18 aviones de guerra, que según mis servicios de información ya llegaron al país y están en la base aérea de Palo Negro, justo al lado de los aviones del PSUV, para que nadie se dé cuenta, los del gobierno no lo han notado porque se sienten tan sobrados que ni llevan la cuenta de los aviones que tienen. Capriles ordenó que se les pusiera una marca de agua, para evitar que se confundan con los del otro partido, pero resulta que llovió y se les borró la marca y ahora nadie sabe cuáles son los del PSUV y cuáles de la oposición. Se supone que cuando los pilotos infiltrados activen el control de la alarma que abre los seguros de las puertas los encontrarán. En todo caso, parece que la confrontación es inevitable. Seguramente luego de la hecatombe nuclear que la oposición promueve, no habrá agua ni luz, escaseará la comida y el papel higiénico, el sistema productivo quedará desmantelado, la inseguridad en las calles será insoportable y la vialidad e infraestructura nacional quedarán completamente destruidas. Es más, parece que Capriles ya lanzó esa bomba atómica y no nos dimos ni cuenta.
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