ANGEL GARCÍA BANCHS| EL UNIVERSAL
lunes 10 de junio de 2013 12:00 AM
El próximo par de años de ajuste, devaluación, estanflación, y disminución del consumo y el endeudamiento, serán sumamente duros y dolorosos para la economía nacional, al menos desde una perspectiva de corto plazo. Pero, a mediano y largo plazos habrán significado el período durante el cual se habrán sembrado las semillas de la prosperidad, una prosperidad que durará décadas, muchas, por demás. Serán los años en los que se habrá acabado con un modelo que arrancó a mediados de los 70 del siglo pasado, y que se exacerbó en los últimos 14 años, hasta conducir a su fin por implosión. Serán los años de la eutanasia del petropulismo y el rentismo, los años de la liberación.
Al igual que su economía, la sociedad venezolana en general está en transición; está en el tránsito de un régimen autocrático, voluntarista, oligárquico e irracional, hacia una República en la que imperen los verdaderos valores de la venezolanidad, nuestras normas y principios, la civilidad, los pactos entre partidos, gremios, sindicatos, la Iglesia, los poderes y militares y, en fin, el Estado de Derecho y la Ley.
La razón es sencilla. Ha muerto el árbitro y caudillo para el que, definitivamente, no hay sustitución, y el modelo que sostenía al régimen ya entró en contradicción. Muerto el caudillo, la solución pasa por reemplazarlo con una nueva institucionalidad. Y agotado el modelo, no queda otra, sino su sustitución.
En particular, el modelo petropulista de reparto de la renta externa petrolera para el consumo abaratado de bienes importados y la fuga de divisas al exterior; el modelo de apropiación discrecional e irracional del ingreso y la riqueza; el modelo conflictivo de lucha de clases; el modelo rentista petrolero; el modelo de estatización de la producción de bienes privados y de privatización de la provisión de bienes públicos; el modelo de secuestro institucional; y el modelo socialista petrolero, se agotó a partir de 2012 cuando dejó de crecer el precio del petróleo a un ritmo superior al de nuestro inflación.
Ahora, los desbalances y desequilibrios a los cuales tanto hacíamos referencia los economistas empiezan a ser palpados por el ciudadano. Llegó la hora en que cobra el populismo, aunque ello sea al costo de su autodestrucción. En este y el próximo par de años vendrá más devaluación, inflación, escasez, caída del poder de compra de los salarios, el consumo y la actividad económica en general. Pero, ello coincidirá con un proceso ya iniciado de transición política, que sólo un demente en un manicomio podría negar. Serán estos, entonces, los años de la eutanasia del petropulismo y el rentismo, los años de la liberación.
Al igual que su economía, la sociedad venezolana en general está en transición; está en el tránsito de un régimen autocrático, voluntarista, oligárquico e irracional, hacia una República en la que imperen los verdaderos valores de la venezolanidad, nuestras normas y principios, la civilidad, los pactos entre partidos, gremios, sindicatos, la Iglesia, los poderes y militares y, en fin, el Estado de Derecho y la Ley.
La razón es sencilla. Ha muerto el árbitro y caudillo para el que, definitivamente, no hay sustitución, y el modelo que sostenía al régimen ya entró en contradicción. Muerto el caudillo, la solución pasa por reemplazarlo con una nueva institucionalidad. Y agotado el modelo, no queda otra, sino su sustitución.
En particular, el modelo petropulista de reparto de la renta externa petrolera para el consumo abaratado de bienes importados y la fuga de divisas al exterior; el modelo de apropiación discrecional e irracional del ingreso y la riqueza; el modelo conflictivo de lucha de clases; el modelo rentista petrolero; el modelo de estatización de la producción de bienes privados y de privatización de la provisión de bienes públicos; el modelo de secuestro institucional; y el modelo socialista petrolero, se agotó a partir de 2012 cuando dejó de crecer el precio del petróleo a un ritmo superior al de nuestro inflación.
Ahora, los desbalances y desequilibrios a los cuales tanto hacíamos referencia los economistas empiezan a ser palpados por el ciudadano. Llegó la hora en que cobra el populismo, aunque ello sea al costo de su autodestrucción. En este y el próximo par de años vendrá más devaluación, inflación, escasez, caída del poder de compra de los salarios, el consumo y la actividad económica en general. Pero, ello coincidirá con un proceso ya iniciado de transición política, que sólo un demente en un manicomio podría negar. Serán estos, entonces, los años de la eutanasia del petropulismo y el rentismo, los años de la liberación.
No comments:
Post a Comment