GERVER TORRES| EL UNIVERSAL
domingo 9 de junio de 2013 12:00 AM
El ministro de Finanzas de Venezuela, anunció recientemente que viajará a Estados Unidos y Europa para reunirse con empresarios e inversionistas. ¿Qué puede informarles el ministro que ellos no sepan? ¿Qué puede ofrecerles? ¿Reglas de juego claras? ¿Seguridad jurídica? ¿Seguridad física? ¿Clima favorable de inversiones? ¿Indicadores positivos de crecimiento e inflación?
Por supuesto que no puede ofrecer nada de eso; y si lo hace nadie le creería. Pero igual, algunos irán a oírlo, a reunirse con él. ¿Por qué? Pues querrán evaluar la situación y perspectivas de la deuda externa venezolana. ¿Habrá nueva emisión de papeles? ¿Alguna oportunidad de negocios allí? ¿Cuán cerca está el país de una situación de incumplimientos de pagos para deshacerse de esos papeles ya? Otros querrán ver las posibilidades de sacar del país los dividendos que sus empresas mantienen represados en Venezuela porque no los pueden convertir en dólares. Habrá los que buscan juzgar la verdadera situación y perspectivas de la producción petrolera para medir su impacto en los mercados internaciones del crudo. Estarán los que buscan evaluar cuánto le queda de vida al régimen para estimar las posibilidades de sobrevivencia de las filiales que operan en Venezuela. Como siempre, estarán los que quieren saber si hay alguna oportunidad de un negocio rápido, relancino, sobre todo ahora, con tanto desabastecimiento y escasez imperando en el país. También estará por allí coleado, algún académico buscando saber si en el horizonte se asoma algún viraje serio en el modelo económico, materia en la cual Merentes lo decepcionará.
Porque no basta con que el ministro deje escondido en casa a Giordani. Necesitaría mucho más que eso. Necesitaría todo un programa de políticas coherentes ya en marcha. Con ese cuadro, Merentes mejor se queda en casa, a menos que lo que quiera realmente sea hacer unas compritas mientras le hace creer a Maduro que está intentando revivir la economía.
Por supuesto que no puede ofrecer nada de eso; y si lo hace nadie le creería. Pero igual, algunos irán a oírlo, a reunirse con él. ¿Por qué? Pues querrán evaluar la situación y perspectivas de la deuda externa venezolana. ¿Habrá nueva emisión de papeles? ¿Alguna oportunidad de negocios allí? ¿Cuán cerca está el país de una situación de incumplimientos de pagos para deshacerse de esos papeles ya? Otros querrán ver las posibilidades de sacar del país los dividendos que sus empresas mantienen represados en Venezuela porque no los pueden convertir en dólares. Habrá los que buscan juzgar la verdadera situación y perspectivas de la producción petrolera para medir su impacto en los mercados internaciones del crudo. Estarán los que buscan evaluar cuánto le queda de vida al régimen para estimar las posibilidades de sobrevivencia de las filiales que operan en Venezuela. Como siempre, estarán los que quieren saber si hay alguna oportunidad de un negocio rápido, relancino, sobre todo ahora, con tanto desabastecimiento y escasez imperando en el país. También estará por allí coleado, algún académico buscando saber si en el horizonte se asoma algún viraje serio en el modelo económico, materia en la cual Merentes lo decepcionará.
Porque no basta con que el ministro deje escondido en casa a Giordani. Necesitaría mucho más que eso. Necesitaría todo un programa de políticas coherentes ya en marcha. Con ese cuadro, Merentes mejor se queda en casa, a menos que lo que quiera realmente sea hacer unas compritas mientras le hace creer a Maduro que está intentando revivir la economía.
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