Laureano Márquez
6 Julio, 2012
Al Foro de Sao PauloLa voz “culillo” aparece registrada en el Diccionario de la Real Academia . Es usada en varios países latinoamericanos como sinónimo de “perturbación angustiosa de ánimo”. Es lo que siente en este momento mucha gente en Venezuela, en relación con la expresión abierta de sus opiniones políticas cuando estas son contrarias a un gobierno dispuesto a hacer sentir su fuerza si ello sucede. Ojalá el Foro de Sao Paulo pudiera comprender la significación del culillo en nuestra historia antes de defender el indefendible comportamiento de algunos de sus afiliados.
El miedo no es una cosa nueva en el acontecer humano y mucho menos su uso para amedrentar, dominar, presionar y amenazar. Ya Francisco de Quevedo se rebelaba contra él con unas coplas que nunca pierden vigencia y menos en la Venezuela de hoy: “No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?” Qué bueno sería que el Foro de Sao Paulo tocara el tema de la libertad de expresión con toda su membresía.
Más atrás aún, los antiguos padecían también este mal tan humano. Los griegos deificaron a “Phobos” del que devienen las fobias, los romanos a “Pavor” y los arcadios tenían verdadero pánico al dios Pan. Tomas Moro, el santo patrono de los humoristas, aquel que dijo que había que mantener el buen humor hasta el cadalso y cumplió su promesa cuando, seguramente con mucho miedo también, pero con una fortaleza interior superior a aquel, le dijo al verdugo al pie del patíbulo en el que habría de ser decapitado: “ayúdeme usted a subir, que para bajar me las arreglo solo”, reflexionó también sobre el miedo, especialmente el de los más humildes, naturalmente, siempre más indefensos: “…la indigencia y la miseria privan de todo valor, embrutecen las almas, las acomodan al sufrimiento y a la esclavitud y las oprimen hasta privarlas de toda energía para sacudir el yugo”.
Aquí es donde uno comienza a comprender que mantener a la gente en la indigencia, pero con la ilusión de que tienen un único salvador: el líder o caudillo, es una forma muy eficiente de dominación. Ojalá alguien en el Foro de Sao Paulo investigara esto de mantener a los pueblos en la miseria, obligados a depender del monopolio gubernamental.
Los venezolanos todos tenemos miedo. Los que no estamos de acuerdo con el gobierno en que se nos sancione, persiga, encarcele, limite, cierre, censure, expropie y/o coñacee. Pero también los partidarios del gobierno tienen mucho miedo. Los de arriba de hablar y pensar libremente y “equivocarse” contraviniendo el criterio único. Los de abajo, de perder lo logrado, de que les quiten o no les entreguen la vivienda anhelada a la que tienen derecho, la beca, la ayuda o la misión. Por ello se le intenta hacer creer a la gente de manera subrepticia, bajo la apariencia de eficiencia electoral, que se puede determinar y conocer su voto. Es una manera de generar miedo. “Imparcialidad de los sistemas electorales”, otro buen tema para el Foro de Sao Paulo.
Franklin Delano nadie más autorizado para hablar del culillo decía: “a nada temo más que al miedo mismo”. En este momento, lo que más debemos temer es al miedo, sobre todo del lado de los funcionarios públicos o los que reciben ayudas gubernamentales por las que les exigen, indebidamente, lealtad. Recuerdo el reclamo que me hizo una vez una señora en Margarita: “Tú ya no escribes igual que antes… ¿tú como que estás asustado? (realmente usó otra palabra, una muy cercana al culillo)… Bueno, pues da la cara y lucha y defiéndenos. Yo no puedo porque trabajo en X (un organismo del Estado) y me pueden votar”. Me quedé pensando: “esta sí que es brava… a ella la pueden botar… ¿y a mí? El miedo es el mismo. ¿Por qué yo estoy obligado a vencerlo y ella no? A todos nos van a joder si no lo hacemos”.
Ojalá algún intelectual de izquierda investigara cómo este gobierno genera en Venezuela “perturbación angustiosa de ánimo” y cómo se pasa la Constitución por el Foro de Sao Paulo.
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