FÉLIX R. CHACÓN | EL UNIVERSAL
lunes 9 de julio de 2012 04:43 PM
No tengo dudas de que a usted se le ganarán las elecciones del 7 de octubre. Pero sabemos que por su talante antidemocrático es difícil prever que pase la batuta de forma pacífica, democrática, reconociendo que fracasó. Lo que sí es seguro es que por siempre cargará con la rémora histórica del más estruendoso fracaso a cuestas auspiciado por gobernante alguno en este generoso país.
No importa que trate de contar otra historia o de que sus aduladores se la fabriquen. Siempre se sabrá que optó por someter a lo que una vez llamó su pueblo a la más grande estafa política a la que se haya atrevido político venezolano alguno. Ni siquiera la última dictadura, que si bien ya sabemos el daño que causó, defraudó tanto a los venezolanos como su gobierno. Pérez Jiménez, oprimió, persiguió, mató, pero siendo un dictador producto de un golpe de Estado, todo eso y más era de esperarse, y se luchó contra ello y el país pudo superar esa etapa. Pero su vergüenza, Sr. Presidente, será que estafó a Venezuela usando las formas democráticas para luego renegar de ellas y usarlas a su antojo en contra del pueblo venezolano. Su vergüenza será que blandiendo la bandera democrática se empeñó en implantar su proyecto comunista de destrucción de un país.
Su sueño no se materializó, a Dios gracias. A la época perdida en la que sumió al país, siempre se le conocerá como una pesadilla muy a pesar de las manipulaciones y racionalizaciones.
Se le acabó el tiempo, Sr. Presidente, sólo le quedan escasos meses. Una vez cumplido ese período deberá usted entregar el país a nuevas, creadoras y más positivas fuerzas que tomen la senda de la concordia, la construcción de un verdadero país, la vuelta de la identidad nacional, del progreso, de las aulas, del trabajo edificante, del progreso.
El tiempo se le acabó, Sr. Chávez, no se trata de querer sacarlo a ultranza. Usted fue el depositario de cheques en blanco como nunca antes el pueblo venezolano había dado a gobernante alguno. Lo lamentamos por usted, pero de forma más profunda por el país que ha destruido. Usted pasará a la historia como lo peor de nuestro sistema político, como la más desastrosa expresión de lo que ya venía muy mal. Lo lamentamos por Venezuela, porque pudiendo haber dirigido el país en beneficio de el mismo y los venezolanos, usted eligió venderlo a intereses extranjeros.
Usted siempre será depositario de la vergüenza a la cual nos ha expuesto, al escarnio al que ha sometido a nuestro gentilicio, a la pena que supone haber asistido a una de las peores épocas en América Latina en la que los dirigentes de países, que al igual que usted piensan que el fin justifica los medios, no han tenido reparo en, como buitres hambrientos, participar del festín inmoral y traicionero que supone beneficiarse mutuamente en detrimento del pueblo venezolano.
Sr. Presidente, debe dar usted paso a un nuevo discurso, a nuevas ideas, a venezolanos genuinos, a un verdadero nuevo país con problemas pero con espacios y reconocimiento para todos, en donde ningún venezolano más nunca sea apartado en la construcción del país que soñamos.
Se le acabó el tiempo, Presidente. A estas alturas es muy difícil que vuelva usted a engatusar a los venezolanos que lo han acompañado en el pasado, en especial a los más desfavorecidos, quienes de primera mano sufren las consecuencias de su forma inconstitucional de gobernar, y a quienes les comprometió su futuro y el de sus hijos, pero que ya han decidido que sea el flaco quien se los recobre.
No importa que trate de contar otra historia o de que sus aduladores se la fabriquen. Siempre se sabrá que optó por someter a lo que una vez llamó su pueblo a la más grande estafa política a la que se haya atrevido político venezolano alguno. Ni siquiera la última dictadura, que si bien ya sabemos el daño que causó, defraudó tanto a los venezolanos como su gobierno. Pérez Jiménez, oprimió, persiguió, mató, pero siendo un dictador producto de un golpe de Estado, todo eso y más era de esperarse, y se luchó contra ello y el país pudo superar esa etapa. Pero su vergüenza, Sr. Presidente, será que estafó a Venezuela usando las formas democráticas para luego renegar de ellas y usarlas a su antojo en contra del pueblo venezolano. Su vergüenza será que blandiendo la bandera democrática se empeñó en implantar su proyecto comunista de destrucción de un país.
Su sueño no se materializó, a Dios gracias. A la época perdida en la que sumió al país, siempre se le conocerá como una pesadilla muy a pesar de las manipulaciones y racionalizaciones.
Se le acabó el tiempo, Sr. Presidente, sólo le quedan escasos meses. Una vez cumplido ese período deberá usted entregar el país a nuevas, creadoras y más positivas fuerzas que tomen la senda de la concordia, la construcción de un verdadero país, la vuelta de la identidad nacional, del progreso, de las aulas, del trabajo edificante, del progreso.
El tiempo se le acabó, Sr. Chávez, no se trata de querer sacarlo a ultranza. Usted fue el depositario de cheques en blanco como nunca antes el pueblo venezolano había dado a gobernante alguno. Lo lamentamos por usted, pero de forma más profunda por el país que ha destruido. Usted pasará a la historia como lo peor de nuestro sistema político, como la más desastrosa expresión de lo que ya venía muy mal. Lo lamentamos por Venezuela, porque pudiendo haber dirigido el país en beneficio de el mismo y los venezolanos, usted eligió venderlo a intereses extranjeros.
Usted siempre será depositario de la vergüenza a la cual nos ha expuesto, al escarnio al que ha sometido a nuestro gentilicio, a la pena que supone haber asistido a una de las peores épocas en América Latina en la que los dirigentes de países, que al igual que usted piensan que el fin justifica los medios, no han tenido reparo en, como buitres hambrientos, participar del festín inmoral y traicionero que supone beneficiarse mutuamente en detrimento del pueblo venezolano.
Sr. Presidente, debe dar usted paso a un nuevo discurso, a nuevas ideas, a venezolanos genuinos, a un verdadero nuevo país con problemas pero con espacios y reconocimiento para todos, en donde ningún venezolano más nunca sea apartado en la construcción del país que soñamos.
Se le acabó el tiempo, Presidente. A estas alturas es muy difícil que vuelva usted a engatusar a los venezolanos que lo han acompañado en el pasado, en especial a los más desfavorecidos, quienes de primera mano sufren las consecuencias de su forma inconstitucional de gobernar, y a quienes les comprometió su futuro y el de sus hijos, pero que ya han decidido que sea el flaco quien se los recobre.
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