En: http://www.lapatilla.com/site/2012/11/02/argelia-rios-hasta-el-ultimo-aliento/
Argelia Ríos
Nadie dijo que sería fácil, pero no hay alternativa. Así son las luchas que se emprenden frente a gobiernos de la naturaleza del venezolano. Los logros son necesariamente progresivos y no hay forma de que sea diferente. Es verdad que las derrotas desalientan, pero no hay tiempo que perder: dentro de seis semanas se celebrarán las regionales y es forzoso reponerse para responder al nuevo desafío. El duelo no debe paralizar a nadie. La oposición no se puede dar el lujo de involucionar: mucho menos en un momento en el que se asoma la intensificación del Estado comunal. Los gobiernos descentralizados cobran relevancia: mientras más triunfos se consigan, mejores condiciones tendrá el campo democrático para forcejear en contra de un “modelo” que ya va tomando forma y que seguirá limitando el ejercicio de las libertades ciudadanas. Hoy como nunca es indispensable erguirse ante las dificultades, porque todas ellas son inherentes al tipo de batalla que el país está desarrollando.
Hace unos días, la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia ofreció unas declaraciones que deberían servir para que los ciudadanos vuelvan a levantarse, dispuestos a continuar en la pelea: en opinión de Luisa Estella Morales, el voto expresado por los venezolanos el pasado 7-O posee una fuerza constituyente. Otros voceros de la revolución han expresado opiniones similares: la pretensión de radicalizar “el proceso” debería conseguir la resistencia férrea de quienes desean el restablecimiento pleno de la democracia. No es cierto que esa resistencia haya sido hasta ahora en vano: sin ella, la revolución habría avanzado mucho más de lo que lo ha hecho. Siempre se ha dicho que ella llegará solamente hasta donde se le permita. Plantarle cara al autoritarismo implica obstinación y tenacidad. Cada revés debe ser asumido como lo que es: un llamado a optimizar el compromiso de la gente con las tareas que le corresponden para conquistar el objetivo democrático.
Abstenerse no es un acto de rebeldía: la experiencia del 2005 debió ser aleccionadora. Tomar de nuevo ese camino indicaría que no hubo aprendizaje. Nadie duda que el sistema electoral está concebido para beneficiar al régimen bolivariano. Sin embargo, lo que esto significa es que el trabajo de la oposición necesita una mayor dosis de responsabilidad de sus ciudadanos. Se equivocan quienes creen que se trata de un asunto exclusivamente de los políticos: no son ellos los que pueden impedir que el mapa de Venezuela vuelva a teñirse por completo de rojo. Si la gente de a pie no comprende su papel, la revolución podrá abonar el terreno para una “sucesión” construida a espaldas del texto constitucional. Lo que cabe es votar y resistir hasta el último aliento.
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