LUIS JOSÉ SEMPRUM| EL UNIVERSAL
miércoles 20 de noviembre de 2013 12:00 AM
A principios de noviembre se hablaba de un posible golpe militar. No se trataba solo de rumores, sino también de artículos y comentarios públicos.
Se decía que se produciría una conmoción social, debido a la inflación, la escasez y la devaluación. El pueblo se alzaría contra el causante de la crisis, Nicolás Maduro; y, como consecuencia, las Fuerzas Armadas se verían obligadas a poner orden.
Al ver que el botín venezolano se les escapaba de las manos, los cubanos buscaron la manera de mantener el control sobre nuestro país. Decidieron adelantarse a la crisis, provocando otro tipo de conmoción, y a la vez crear un nuevo enemigo, hacia quien dirigir la rabia y la frustración popular.
Fue así como surgió la idea de criminalizar a los comerciantes, culparlos de la inflación y de la escasez, y promover saqueos y remates en las tiendas más emblemáticas.
Por el momento la estrategia les ha dado resultado, porque lograron cambiar la agenda. Una vez más, los cubanos pusieron a la MUD a la defensiva: si apoyan a los comerciantes, entonces están con la usura y la especulación; y si no lo hacen, entonces aparecen como gente débil, incapaz de defender la propiedad privada.
Pero en su afán de mantenerse en el poder, los cubanos no sólo se han echado encima a todo el sector comercial, sino que han despertado un monstruo, porque una vez que la gente se siente autorizada a saquear, cualquier cosa puede pasar en el futuro. Cuando el caos y la anarquía cobran vida propia, ya no hay fuerza capaz de frenarlas.
El problema de los cubanos es que en realidad no han resuelto la crisis, solo la han pospuesto, a un costo muy alto para ellos y para nuestro país. La inflación y la escasez empeorarán, y ya no habrá a quién echarle la culpa. Ellos estarán en el ojo del huracán.
Se decía que se produciría una conmoción social, debido a la inflación, la escasez y la devaluación. El pueblo se alzaría contra el causante de la crisis, Nicolás Maduro; y, como consecuencia, las Fuerzas Armadas se verían obligadas a poner orden.
Al ver que el botín venezolano se les escapaba de las manos, los cubanos buscaron la manera de mantener el control sobre nuestro país. Decidieron adelantarse a la crisis, provocando otro tipo de conmoción, y a la vez crear un nuevo enemigo, hacia quien dirigir la rabia y la frustración popular.
Fue así como surgió la idea de criminalizar a los comerciantes, culparlos de la inflación y de la escasez, y promover saqueos y remates en las tiendas más emblemáticas.
Por el momento la estrategia les ha dado resultado, porque lograron cambiar la agenda. Una vez más, los cubanos pusieron a la MUD a la defensiva: si apoyan a los comerciantes, entonces están con la usura y la especulación; y si no lo hacen, entonces aparecen como gente débil, incapaz de defender la propiedad privada.
Pero en su afán de mantenerse en el poder, los cubanos no sólo se han echado encima a todo el sector comercial, sino que han despertado un monstruo, porque una vez que la gente se siente autorizada a saquear, cualquier cosa puede pasar en el futuro. Cuando el caos y la anarquía cobran vida propia, ya no hay fuerza capaz de frenarlas.
El problema de los cubanos es que en realidad no han resuelto la crisis, solo la han pospuesto, a un costo muy alto para ellos y para nuestro país. La inflación y la escasez empeorarán, y ya no habrá a quién echarle la culpa. Ellos estarán en el ojo del huracán.
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