Gustavo Coronel
Materiales para un debate, Parte I
He estado conversando sobre el tema militar con uno de los miembros más distinguidos de esa institución, con
la finalidad de afinar mis ideas sobre la F.A. y su papel en nuestro
país. A pesar de mi apellido no la conozo desde adentro y no puedo
considerarme muy versado sobre su historia. Solo puedo juzgarla por su
actuación. Por ello he iniciado un intercambio de
ideas con el destacado militar que menciono arriba y él me ha
autorizado para compartir con mis lectores algunos aspectos de esas
conversaciones.
Una de las primeras interrogantes que le planteé a mi amigo es: Desde cuando podemos hablar de una institución militar en Venezuela? Mi
amigo me dice: “Juan Vicente Gómez terminó con los caudillos. Creó una
institucionalidad precaria, pero mejor que lo anterior. Organizó
guarniciones militares con cuarteles que aun existen”.
“Gómez”
– continua mi amigo – “estableció relaciones entre los presidentes de
estado y los comandantes de guarnición. Un tanto perversas, porque
algunos eran sus compadres y se vigilaban mutuamente, por si acaso
alguien quería emerger como caudillo”.
“En esa época” - continuó mi amigo – “el
comunismo comenzó a jugar un papel en Venezuela”. Sobre esta
afirmación, pienso que en la creación de una ideología política de
izquierda en Venezuela tuvo especial relevancia
la actuación de la llamada Generación del 28, muy nutrida de la
literatura marxista, tanto de la romántica a lo Máximo Gorki o a lo
Plejanov, como la más dura que ya se nutría del estalinismo. Allí se
mezcló el idealismo con el totalitarismo, en proporciones muy variables
de individuo a individuo.
Para
comprender mejor esta etapa temprana en la vida de la institución
militar mi amigo me recomienda leer los libros de Eleazar López
Contreras: ”Páginas para la historia militar de Venezuela” y “Proceso Político-Social 1928-1936”.
“López
y Medina”- continuó mi amigo – “fueron los precursores de la democracia
venezolana, pero ese proceso sufrió un atraso con la revolución de
octubre del 45. Eso nos llevó al
retroceso con la aparición de Marcos Pérez Jiménez como nuevo caudillo
militar”.
El
primer acto de intervención en la vida política del país por parte de
la institución militar creada bajo el gobierno de J.V. Gómez, se produjo
cuando Acción Democrática y la F.A. se unieron para derrocar al
presidente Isaías Medina, quien le daba continuidad a la construcción de la democracia iniciada por López Contreras”.
Más tarde, agrego yo, la dictadura de Marcos Pérez Jiménez fué el corolario de aquel primer acto histórico de
intervención de la institución militar en la política venezolana. Lo
de Ad y la F.A. había sido un evento dominado por el mundo político. Lo
de Pérez Jimémez fue un zarpazo militar, en nombre y representción de la
institución, causado por la discrepancia ideológica con el gobierno del
llamado trienio adeco de los años 45 al 48. En
los 10 años que fueron de 1948 a 1958 la F.A. venezolana se convirtió
en gobierno y los militares fueron actores principales en las
ejecutorias anti-democráticas, en la corrupción administrativa de la
época, así como en los logros de infraestructura del país.
La
huida de Pérez Jiménez en 1958 terminó con el régimen militar,
iniciándose una etapa democrática bipartidista basada en el Pacto de
Punto Fijo. Apunta mi amigo que “este
pacto incluía a un grupo de políticos de base que conservaban el
pensamiento originario de una izquierda comunista, el de la generación
del 28 ”. Mi amigo continúa
diciéndome: “El sector político venezolano ha sido absolutamente
irresponsable en el manejo de la Fuerza Armada, al igual que lo ha sido
con el manejo de PDVSA. En el caso de la Fuerza
Armada, se atribuye a Rómulo Betancourt y al Pacto de Punto Fijo la
política de las 3C para con los militares.... Nada más ofensivo que eso,
caña, cobres y c…. para que se mantuvieran quietos y entretenidos...
Alrededor de eso, se armó una trama de corrupción y tráficos de
mercancía que causaban mucho bochorno.... Cada compra de equipos
militares estaba acompañada de escándalos públicos sin que ello se
investigara y sancionara.... Los negocios se orquestaban desde las altas
esferas políticas y los militares de turno, obedientes, complacientes o
cómplices, cohonestaban tales negocios. En los años 70, se le regalaron
aviones de combate a Bolivia, se compraron las Fragatas a Italia, los
AMX30 a Francia, y los F-16 a USA, todo un coctel de tecnología. Cuando
el incidente del Caldas en los años 80 (Jaime Lusinchi era el
Presidente) se hicieron contratos a los que resultaba casi imposible
hacerles seguimiento. Algunos ascensos militares se negociaban fuera de
las Fuerzas Armadas y cuando las listas llegaban a la comisión de
Defensa del Senado ya no había nada que discutir, todo estaba cuadrado. En
1997-1998, por iniciativa del General Raúl Salazar, se integró una
comisión de reestructuración de la Fuerza Armada Nacional. Su propósito
era preparar un documento que permitiera diseñar, estructurar y
potenciar una Fuerza Armada a fin de superar el
desorden existente y lograr que la institución se organizara y
adiestrara para enfrentar las hipótesis de conflicto de nuestro país,
todo ello de acuerdo con las posibilidades de financiamiento y sin
sacrificar las necesidades
apremiantes de la sociedad.
Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999, ese plan estaba estructurado en su gran mayoría. Nunca lo quiso ver...”.
Por lo que dice mi amigo la perversión de la F.A. fue promovida activamente por el sector político como una forma de controlarla. La hizo su cómplice de las numerosas
irregularidades administrativas que caracterizaron la etapa que va desde 1958 hasta 1998. El afirma con énfasis lo siguiente: “La
etapa 1958-1998 tuvo muchas equivocaciones en el manejo militar. El
poder político se descalificaba a si mismo y endiosaba al liderazgo
militar, por ejemplo: ¿Qué tienen que hacer los militares en un proceso electoral?
A nuestro entender, teníamos que trasladar las actas y custodiar los
votos porque los ciudadanos eran tan deshonestos que si quedaban en sus
manos se hacían trampa mutuamente, a pesar del pacto de Punto Fijo. A
pesar de la custodia se engañaban unos a otros con aquello de acta mata voto. Eso
todavía se mantiene, pero ahora la Fuerza Armada es parte integral de la trampa en la alianza
cívico-militar. En el caso de las Universidades, se le asignó a la
Fuerza Armada la responsabilidad de la custodia de todo lo relacionado
con la prueba de aptitud académica, porque en manos de los ciudadanos se
traficaba con los exámenes y se manipulaba el proceso para favorecer a
los hijos de los amigos y relacionados. Se asignaban cupos “legalmente”
para los hijos de los profesores universitarios. En el caso de la
dotación escolar para los estudiantes de primaria, se asignó a la Fuerza
Armada la responsabilidad de recepción, almacenamiento distribución y
entrega al usuario final del llamado bulto escolar porque en manos de
los ciudadanos desaparecía el material. Sin embargo, se burlaba el
proceso con contratos amañados en los que empresarios y políticos se
llevaban grandes tajadas. Dejo
aquí los ejemplos, hay muchos otros en esos 40 años, pero todo eso
sumado a la política de las tres C para que los militares estuvieran
felices degeneró en una gran red de corrupción tanto en el sector
político como en el sector militar. Gracias a un
liderazgo militar complaciente que no supo imponer la dignidad de la
institución militar al servicio de la república y la envileció con
tareas que correspondían al sector ciudadano y que este que no era capaz
de atender honesta y responsablemente. Así se gestó, un caldo de
cultivo para el golpe del 4 de febrero de 1992”.
Esto
que dice mi amigo es conocido por muchos venezolanos, pero creo que lo
que hay que comprender es que esa manera de actuar se convirtió en un
sistema de expoliación al país, en una gran conspiración
político-militar.
Mi
propia experiencia refuerza las apreciaciones de mi amigo. Cuando
estuve a cargo de la Dirección General de la Corporación Venezolana de
Guayana fui visitado por un General del ejército, quien venía a pedir a
la CVG dinero, casas y vehículos para, según él, “poder llevar a cargo
sus tareas de
vigilancia en Guayana y en las fronteras”. Cuando le comenté que esos
recursos debían salir del presupuesto nacional, en lo asignado a
Defensa, el General me respondió que lo que él pedía era lo que otros
antes que yo le habían dado. El sistema duraba ya años y estaba muy
enraizado en la Fuerza Armada y en el sector político. La burocracia
civil no hacia preguntas como las que yo le hice al General (a quien
finalmente no le dí nada, lo cual aceleró mi salida de la Corporación).
En
este punto lo que es necesario reflexionar es por qué prevaleció esta
conchupancia perversa
entre políticos y militares para defraudar al país. Los dos grupos son
disímiles en su naturaleza. La burocracia política es difusa y no tiene “alma”
o la tiene muy fragmentada en grupos ideologicamente diferentes. Pero
la institución militar parece ser o pretende ser más compacta, tiene una
rígida organización, tiene códigos de honor, un “sprit de cors”, tiene
“alma”. Esa alma no pudo evitar la conchupancia.
Y
así llegamos a la etapa chavista. Me cuenta mi amigo que Chávez no ha
debido graduarse en la escuela de estado mayor porque le
reprobaron en reparación. Sin embargo ocurrió algo insólito, una
maniobra hecha por unos generales que le dió a Chávez una segunda
oportunidad y así lo graduaron. El General que era Director de esa
escuela, Alberto Esqueda Torres, fue el primer ministro de
infraestructura que tuvo Chavez, probablemente le estaban pagando una
factura. La victoria electoral de Chávez fue auspiciada por toda una
conjura de militares, políticos, empresarios e intelectuales que
propiciaban un cambio”.
Agrego yo: lo que no comprendió la conjura es que no todo cambio es para mejorar. Hay remedios mucho peores que la enfermedad.
En la segunda parte de mi reflexión pienso describir la situación de la F.A. durante el período 1999-2013.
Luego, en la tercera parte, trataré de llegar a algunas conclusiones.
Abordo
este tema con el más sincero deseo venezolano de que podamos
enfrentarnos con nuestras realidades, sin dogmas pre-establecidos.
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