JOSÉ LEÓN D’ALESSANDRO| EL UNIVERSAL
sábado 30 de noviembre de 2013 12:00 AM
214 años transcurrieron desde aquella mañana del 8 de mayo de 1799. Aire neblinoso arropaba la ciudad de Caracas y la voz del sentenciado sacudió la conciencia de los ahí convocados: "no tardarán muchos años sin que mi sangre sea vengada". La plaza mayor exhibe un decorado inusual envuelta en una atmósfera lúgubre. El bando enumera los crímenes del reo y a continuación el joven José María España cuelga del grueso cordel.
Once años después, el destino de Venezuela cambiará para siempre. El escenario el mismo, no menos de cien metros la distancia entre el Cabildo y la iglesia Catedral. 19 de abril, la Capitanía General se resignará abatida ante el vigor y decisión de los miembros de la Junta Suprema.
A los venezolanos nos está vedado claudicar. En todo momento nos comportamos con altivez frente al infortunio. Cuando lloramos no sabemos si por tristeza o por alegría. Nuestra amistad es el rasgo más evidente; desde los primeros colonos fundadores de la Colonia Tovar, personas venidas de otras tierras contribuyeron con su talento al fomento del desarrollo y se han asimilado a nuestras costumbres creando una urdimbre sociocultural de extraordinarios matices.
Cómo gozamos al ver a Gustavo Dudamel, creciéndose al dirigir una orquesta en cualquier teatro del planeta. A Gabriela Montero con sus aplaudidas improvisaciones, en aquellos escenarios donde el público sabe valorar la calidad y virtuosismo de un artista.
¡Viva! la república civil cuando apretamos en el pecho la emoción que nos depara Simón Díaz con sus tonadas, imprimiéndole a cada nota un matiz de orgullo a la expresión más genuina del folclor venezolano. O aquella escena en la que Gledys Ybarra en Cosita Rica, telenovela del escritor y poeta Leonardo Padrón, increpa a su menor hijo: -Quiero verte subir por esas escaleras y entrar por la puerta, oliendo a tiza, a pupitre.
¡Viva! la república civil cuando el 25 de marzo de 1955 José Rafael Pocaterra, valiente prócer civil, que resistió los pesados grillos de la tiranía gomecista, fue el orador con motivo del Cuatricentenario de la ciudad de Valencia y ante el dictador de turno expresó en verso: "pero llegaban voces, eran voces románticas/los nuevos ideales.../ Unos forjaban leyes, otros tiraban coces/ ¿Dónde están los derechos nacionales?/ ¡Cuántas leyes atroces!/ ¿Quién se cogió los reales?/ ¿Y el dictador y sus dictatoriales?
¡Viva! la república civil cuando la nota deportiva da cuenta del triunfo de Miguel Cabrera, como el jugador más valioso en el beisbol de Grandes Ligas. Y el orgullo de contar en el templo de los inmortales del beisbol al campo corto Luisito Aparicio.
¡Viva! la república civil al saber del nombramiento del ingeniero eléctrico venezolano Rafael Reif, egresado de la Universidad de Carabobo, como presidente del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Hoy la UC y las demás universidades nacionales, son ignoradas por el Gobierno al negarle los recursos para el normal funcionamiento, intentando ignorar, sin lograrlo, su reconocida calidad académica.
¡Viva! la república civil cuando María Eugenia Alonso, personaje de la novela Ifigenia (1924) de Teresa de la Parra, describe la realidad de la mujer venezolana de su tiempo: -Las mujeres tienen dos religiones, una en la Iglesia, la otra, abarca todas las horas y los espacios, siendo el Dios cualquiera de los hombres del entorno familiar: padre, hermano o el novio, tal vez el hijo o el marido. Se trata de sentir la superioridad masculina a quien rendir tributo de obediencia y vasallaje. La autora pudo dibujar la realidad social de la Venezuela por venir. La superioridad masculina expresada en machismo desembocó en paternidad irresponsable, cuyo principal exponente es la delincuencia juvenil. La mujer, por vía de las circunstancias se transformó en el binomio padre-madre. A diario ensaya ingeniosas estrategias para adiestrar a sus hijos y ponerlos a salvo del ratatá de la metralleta o el silbido de las balas pérdidas. Porque la libertad es un valor intrínseco, cuyo fundamento se afinca en cada uno de nosotros, contamos con una herencia expresada en el valor de la juventud. En 1928 alzaron la voz reclamando libertad. Hoy es opinión pública exigiendo espacio al pluralismo, a la libertad de expresión, cese del acoso a la libertad empresarial, el exilio y la cárcel por motivos políticos, así como la descarada violación a los derechos humanos.
Este 8D te convoco a honrar a José María España colmando de votos las urnas electorales y al final de la jornada, gritemos con fuerza: ¡Viva! la república civil.
Once años después, el destino de Venezuela cambiará para siempre. El escenario el mismo, no menos de cien metros la distancia entre el Cabildo y la iglesia Catedral. 19 de abril, la Capitanía General se resignará abatida ante el vigor y decisión de los miembros de la Junta Suprema.
A los venezolanos nos está vedado claudicar. En todo momento nos comportamos con altivez frente al infortunio. Cuando lloramos no sabemos si por tristeza o por alegría. Nuestra amistad es el rasgo más evidente; desde los primeros colonos fundadores de la Colonia Tovar, personas venidas de otras tierras contribuyeron con su talento al fomento del desarrollo y se han asimilado a nuestras costumbres creando una urdimbre sociocultural de extraordinarios matices.
Cómo gozamos al ver a Gustavo Dudamel, creciéndose al dirigir una orquesta en cualquier teatro del planeta. A Gabriela Montero con sus aplaudidas improvisaciones, en aquellos escenarios donde el público sabe valorar la calidad y virtuosismo de un artista.
¡Viva! la república civil cuando apretamos en el pecho la emoción que nos depara Simón Díaz con sus tonadas, imprimiéndole a cada nota un matiz de orgullo a la expresión más genuina del folclor venezolano. O aquella escena en la que Gledys Ybarra en Cosita Rica, telenovela del escritor y poeta Leonardo Padrón, increpa a su menor hijo: -Quiero verte subir por esas escaleras y entrar por la puerta, oliendo a tiza, a pupitre.
¡Viva! la república civil cuando el 25 de marzo de 1955 José Rafael Pocaterra, valiente prócer civil, que resistió los pesados grillos de la tiranía gomecista, fue el orador con motivo del Cuatricentenario de la ciudad de Valencia y ante el dictador de turno expresó en verso: "pero llegaban voces, eran voces románticas/los nuevos ideales.../ Unos forjaban leyes, otros tiraban coces/ ¿Dónde están los derechos nacionales?/ ¡Cuántas leyes atroces!/ ¿Quién se cogió los reales?/ ¿Y el dictador y sus dictatoriales?
¡Viva! la república civil cuando la nota deportiva da cuenta del triunfo de Miguel Cabrera, como el jugador más valioso en el beisbol de Grandes Ligas. Y el orgullo de contar en el templo de los inmortales del beisbol al campo corto Luisito Aparicio.
¡Viva! la república civil al saber del nombramiento del ingeniero eléctrico venezolano Rafael Reif, egresado de la Universidad de Carabobo, como presidente del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Hoy la UC y las demás universidades nacionales, son ignoradas por el Gobierno al negarle los recursos para el normal funcionamiento, intentando ignorar, sin lograrlo, su reconocida calidad académica.
¡Viva! la república civil cuando María Eugenia Alonso, personaje de la novela Ifigenia (1924) de Teresa de la Parra, describe la realidad de la mujer venezolana de su tiempo: -Las mujeres tienen dos religiones, una en la Iglesia, la otra, abarca todas las horas y los espacios, siendo el Dios cualquiera de los hombres del entorno familiar: padre, hermano o el novio, tal vez el hijo o el marido. Se trata de sentir la superioridad masculina a quien rendir tributo de obediencia y vasallaje. La autora pudo dibujar la realidad social de la Venezuela por venir. La superioridad masculina expresada en machismo desembocó en paternidad irresponsable, cuyo principal exponente es la delincuencia juvenil. La mujer, por vía de las circunstancias se transformó en el binomio padre-madre. A diario ensaya ingeniosas estrategias para adiestrar a sus hijos y ponerlos a salvo del ratatá de la metralleta o el silbido de las balas pérdidas. Porque la libertad es un valor intrínseco, cuyo fundamento se afinca en cada uno de nosotros, contamos con una herencia expresada en el valor de la juventud. En 1928 alzaron la voz reclamando libertad. Hoy es opinión pública exigiendo espacio al pluralismo, a la libertad de expresión, cese del acoso a la libertad empresarial, el exilio y la cárcel por motivos políticos, así como la descarada violación a los derechos humanos.
Este 8D te convoco a honrar a José María España colmando de votos las urnas electorales y al final de la jornada, gritemos con fuerza: ¡Viva! la república civil.
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