VALENTÍN ARENAS AMIGÓ| EL UNIVERSAL
lunes 16 de junio de 2014 12:00 AM
La MUD busca la salida a este desastre por la vía electoral propia de una sociedad como la venezolana que tiene una cultura democrática de cuarenta años. Los jóvenes que perciben el país-desastre donde les tocará vivir si esto continuara, se lanzaron a las calles para acelerar un cambio y detener así la destrucción de la Venezuela donde les tocará vivir. La salida de la MUD es propia de los adultos y la salida de los estudiantes de la juventud. ¿Quién tiene la razón?
Salirnos de este caos por la vía electoral no es posible mientras el nuevo árbitro no tenga la confianza del soberano, o sea, del pueblo venezolano, pues los antecedentes del CNE son negativos. Si se logra contar con un CNE comprometido con el pueblo y no con el régimen, la vía electoral funcionará porque hasta los maduristas saben que el actual encargado de la Presidencia no cuenta con el apoyo de la mayoría de los venezolanos para permanecer en el cargo. Esto es obvio y con un CNE imparcial quedará comprobado. Volver a buscar el regreso de la democracia por la vía electoral con este CNE sería un suicidio colectivo contrario a la sobrevivencia del país. Tendría que pasar mucho tiempo, que la destrucción de Venezuela sea mas crítica aún de lo que ya es para que la avalancha de votos sea tal que ni un árbitro parcializado podría decidir el resultado burlando la soberanía popular. Con el control de todos los poderes públicos y los medios de comunicación, ¿se imagina el lector qué podría hacer la oposición democrática para que una paliza electoral sea reconocida y declarada? Esto sin contar que a mayor tiempo en el poder este régimen, mayor será también la destrucción del país que hay que recuperar. Muy costosa es esta espera.
Si la vía electoral no es confiable entonces al soberano no le quedaría otra alternativa que manifestar su voluntad masivamente en las calles de todo el país, porque la Constitución admite que el pueblo se exprese también a través de la protesta pacífica cuando no tiene otra manera de hacerlo pues los poderes públicos y medios de comunicación están tomados por el régimen. De esta manera las calles funcionarán como urnas electorales para expresar la voluntad del pueblo, soberano único, según la Constitución. Dentro de ella todo, fuera de ella nada, dijo alguien por ahí hace años. Si las circunstancias obligaran a convertir las calles en urnas electorales entonces procedería que la sociedad civil en pleno se fuera a la calle para ejercer el voto movilizándose conjuntamente con los estudiantes, si queremos vivir en un país donde la libertad y demás derechos humanos sean reconocidos y respetados por el Estado, señal de que se vive en una democracia, algo que ahora no sucede. Pero la sociedad civil no es un ente vacío sino que está integrado por diferentes sectores que tienen todos que sumarse a los estudiantes. Nos referimos a las universidades, a los colegios profesionales, a las organizaciones de empresarios como Fedecámaras y a las organizaciones obreras como CTV, Fades y otras. ¿Se imagina el lector qué sucedería si la sociedad civil acompaña a los estudiantes en las calles para expresar así la voluntad del pueblo y demostrar que es la mayoría que el CNE se niega a reconocer? Cuando no es confiable expresar la voluntad del soberano por la vía electoral nos queda la vía de la calle para hacerlo de manera visible y sin necesidad de conteo. Si los estudiantes dieron a conocer su voluntad con el impacto de sus protestas, ¿se imagina usted, lector amigo, qué sucedería si la sociedad civil completa se fuera a la calle para que se conozca la voluntad que no puede expresar acudiendo a las urnas electorales?
La sociedad civil lanzada toda a la calle pone a correr a todos aquellos que se niegan a reconocer y respetar la soberanía nacional, cuyo titular es el pueblo venezolano. Lo que sucedió en abril del 2002 es bien elocuente y demuestra la fuerza que tiene el pueblo en la calle.
Profesor de Instituciones Políticas de la UCAB
Salirnos de este caos por la vía electoral no es posible mientras el nuevo árbitro no tenga la confianza del soberano, o sea, del pueblo venezolano, pues los antecedentes del CNE son negativos. Si se logra contar con un CNE comprometido con el pueblo y no con el régimen, la vía electoral funcionará porque hasta los maduristas saben que el actual encargado de la Presidencia no cuenta con el apoyo de la mayoría de los venezolanos para permanecer en el cargo. Esto es obvio y con un CNE imparcial quedará comprobado. Volver a buscar el regreso de la democracia por la vía electoral con este CNE sería un suicidio colectivo contrario a la sobrevivencia del país. Tendría que pasar mucho tiempo, que la destrucción de Venezuela sea mas crítica aún de lo que ya es para que la avalancha de votos sea tal que ni un árbitro parcializado podría decidir el resultado burlando la soberanía popular. Con el control de todos los poderes públicos y los medios de comunicación, ¿se imagina el lector qué podría hacer la oposición democrática para que una paliza electoral sea reconocida y declarada? Esto sin contar que a mayor tiempo en el poder este régimen, mayor será también la destrucción del país que hay que recuperar. Muy costosa es esta espera.
Si la vía electoral no es confiable entonces al soberano no le quedaría otra alternativa que manifestar su voluntad masivamente en las calles de todo el país, porque la Constitución admite que el pueblo se exprese también a través de la protesta pacífica cuando no tiene otra manera de hacerlo pues los poderes públicos y medios de comunicación están tomados por el régimen. De esta manera las calles funcionarán como urnas electorales para expresar la voluntad del pueblo, soberano único, según la Constitución. Dentro de ella todo, fuera de ella nada, dijo alguien por ahí hace años. Si las circunstancias obligaran a convertir las calles en urnas electorales entonces procedería que la sociedad civil en pleno se fuera a la calle para ejercer el voto movilizándose conjuntamente con los estudiantes, si queremos vivir en un país donde la libertad y demás derechos humanos sean reconocidos y respetados por el Estado, señal de que se vive en una democracia, algo que ahora no sucede. Pero la sociedad civil no es un ente vacío sino que está integrado por diferentes sectores que tienen todos que sumarse a los estudiantes. Nos referimos a las universidades, a los colegios profesionales, a las organizaciones de empresarios como Fedecámaras y a las organizaciones obreras como CTV, Fades y otras. ¿Se imagina el lector qué sucedería si la sociedad civil acompaña a los estudiantes en las calles para expresar así la voluntad del pueblo y demostrar que es la mayoría que el CNE se niega a reconocer? Cuando no es confiable expresar la voluntad del soberano por la vía electoral nos queda la vía de la calle para hacerlo de manera visible y sin necesidad de conteo. Si los estudiantes dieron a conocer su voluntad con el impacto de sus protestas, ¿se imagina usted, lector amigo, qué sucedería si la sociedad civil completa se fuera a la calle para que se conozca la voluntad que no puede expresar acudiendo a las urnas electorales?
La sociedad civil lanzada toda a la calle pone a correr a todos aquellos que se niegan a reconocer y respetar la soberanía nacional, cuyo titular es el pueblo venezolano. Lo que sucedió en abril del 2002 es bien elocuente y demuestra la fuerza que tiene el pueblo en la calle.
Profesor de Instituciones Políticas de la UCAB
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