FÉLIX R. CHACÓN| EL UNIVERSAL
lunes 14 de julio de 2014 12:00 AM
En los meses previos al Mundial 2014 el gobierno venezolano jugaba un partido complicado pero que para el cual contaba con muchas más fortalezas, estrategias, recursos, astucia y despiadado manejo de los faos, en comparación a su débil contendor que entró a la cancha más solo que la una, con un balón de trapo, sin zapatos, sin canilleras, con árbitros y hasta hinchas en contra, no obstante más seguro que Luis Pinto en sus objetivos.
Pero llegó el Mundial y le compró al gobierno ese extratiempo que le sacó las patas del barro y justo antes del novantesimo minuto le brindó el tan buscado respiro necesario en la cancha antes de que a lo Neymar a lo Messi a lo Robben, los estudiantes, la ciudadanía, la salida se desprendiera y le metiera el gol. El gobierno pudo como en el boxeo, recostarse de las cuerdas, porque no estaba noqueado pero sí comenzando a boquear y en su esquina lo ayudaban a aparentar lo contrario.
Tuvo suerte de que las gradas estuvieron entretenidas por un mes, frente a sus televisores pantalla plana de pulgadasn y súper high definition, cortesía indirecta de Daka, JVG, etc., a las que dejaron sin inventarios. Y así como el tráfico desaparecía cada vez que había partido, asimismo desapareció la sensación de SIDI (Sensación Inminente de Desastre Inescapable) que acecha aún más desde que se produjo el cambio de presidente.
En su eterna receta de pan y circo para el pueblo es de esperar el anuncio para incluir un mundialito venezolano perenne que saque a la gente de las calles y las refugie en sus family entertaiment rooms, mientras aún cuentan con algo de energía eléctrica, y unas cuantas cervecitas que todavía se consiguen por ahí.
Finalizado el Mundial, el gobierno deberá recurrir a otro show so pena de que la realidad lo aplaste. Los estrategas, asesores, socios, la izquierda mundial, y cuanto bicho a tenido que ver con estos terribles 15 años, no le aconsejaron que se cuidara del mediocampista italiano-dominicano-venezolano, quien apenas hace unas semanas le metió un autogol. Tampoco le advirtieron que era mejor devaluar, subir la gasolina, incrementar impuestos, entre partido y partido mientras el pueblo vestía las camisas de sus equipos preferidos y se abstraían de su triste realidad.
Comienza un nuevo tiempo, indefinido pero con las gradas vacías. Las fanaticadas volverán a sus desgraciadas vidas, a ver si regresan a sus casas sanos y salvos, si consiguen algo de lo que buscan, a su precaria cotidianidad. Esa que entre juego y juego, tercamente y muy a pesar del gobierno se asomaba para decirles, aquí estoy en las calles de Barquisimeto, Mérida, Puerto Ordaz, en las cárceles y morgues del país, en el HCU, en las farmacias, en las colas interminables, en sus devaluados sueldos.
El partido luce que terminará 7 a 1, y hasta los que aún dicen vestir tu camisa se cantarán ellos mismos un sonoro "Oooole".
Maduro, se te acabó el Mundial.
Pero llegó el Mundial y le compró al gobierno ese extratiempo que le sacó las patas del barro y justo antes del novantesimo minuto le brindó el tan buscado respiro necesario en la cancha antes de que a lo Neymar a lo Messi a lo Robben, los estudiantes, la ciudadanía, la salida se desprendiera y le metiera el gol. El gobierno pudo como en el boxeo, recostarse de las cuerdas, porque no estaba noqueado pero sí comenzando a boquear y en su esquina lo ayudaban a aparentar lo contrario.
Tuvo suerte de que las gradas estuvieron entretenidas por un mes, frente a sus televisores pantalla plana de pulgadasn y súper high definition, cortesía indirecta de Daka, JVG, etc., a las que dejaron sin inventarios. Y así como el tráfico desaparecía cada vez que había partido, asimismo desapareció la sensación de SIDI (Sensación Inminente de Desastre Inescapable) que acecha aún más desde que se produjo el cambio de presidente.
En su eterna receta de pan y circo para el pueblo es de esperar el anuncio para incluir un mundialito venezolano perenne que saque a la gente de las calles y las refugie en sus family entertaiment rooms, mientras aún cuentan con algo de energía eléctrica, y unas cuantas cervecitas que todavía se consiguen por ahí.
Finalizado el Mundial, el gobierno deberá recurrir a otro show so pena de que la realidad lo aplaste. Los estrategas, asesores, socios, la izquierda mundial, y cuanto bicho a tenido que ver con estos terribles 15 años, no le aconsejaron que se cuidara del mediocampista italiano-dominicano-venezolano, quien apenas hace unas semanas le metió un autogol. Tampoco le advirtieron que era mejor devaluar, subir la gasolina, incrementar impuestos, entre partido y partido mientras el pueblo vestía las camisas de sus equipos preferidos y se abstraían de su triste realidad.
Comienza un nuevo tiempo, indefinido pero con las gradas vacías. Las fanaticadas volverán a sus desgraciadas vidas, a ver si regresan a sus casas sanos y salvos, si consiguen algo de lo que buscan, a su precaria cotidianidad. Esa que entre juego y juego, tercamente y muy a pesar del gobierno se asomaba para decirles, aquí estoy en las calles de Barquisimeto, Mérida, Puerto Ordaz, en las cárceles y morgues del país, en el HCU, en las farmacias, en las colas interminables, en sus devaluados sueldos.
El partido luce que terminará 7 a 1, y hasta los que aún dicen vestir tu camisa se cantarán ellos mismos un sonoro "Oooole".
Maduro, se te acabó el Mundial.
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