MIGUEL BAHACHILLE M.| EL UNIVERSAL
lunes 14 de julio de 2014 12:00 AM
Los alucinados persisten en la idea, así sea figurada, de hacer de Cuba y Venezuela "una misma cosa", tal como repetidamente lo afirmaran Raúl Castro y Chávez. La incorporación del cacique cubano, Orlando Borrego, al gabinete de Maduro como ente supremo para organizar el Estado y la economía venezolana, lejos de aquietar la incertidumbre, estremece a la mayoría. No es secreto que el tétrico personaje viene de una cruel dictadura que nada entiende de economía y mucho menos de enjundia democrática.
Las hazañas revolucionarias del personaje, a la diestra del también tétrico Che Guevara, son suficientemente conocidas. ¿Qué viene a buscar Borrego si buena parte de la integración Cuba-Venezuela se cumple con rigor? Cuba comparte nuestro erario mediante efugios de expiación por "ayudas" en servicios médicos, militares, educativos, cambiarios, petroleros, aduaneros, eléctricos, etcétera.
Ningún oficialista ha podido revelar por qué la excelencia científica, cultural y humana cubana no ha podido aplacar el estado de miseria de Cuba bajo la égida castrista. La verdad es que allá se ha erigido una sazón de represión y ruina de mengua colectiva que obnubila el cuerpo y espíritu del cubano. La libertad en Cuba es el instinto más buscado y el más penado por los cuerpos represivos. Maduro pretende calcar parte de ese modelo. Por ahora, sin soporte jurídico, encarcela a decenas de estudiantes y líderes políticos electos democráticamente, mientras por TV ordena instruir expedientes judiciales para intimidar al "adversario rebelde". Los cuerpos policiales maduristas han asimilado con eficacia la crueldad cubana.
El proceso va bien. Borrego sólo viene a "buscar algo" y supervisar el rumbo. El socio local ya ha elaborado tácticas restrictivas de control social como entorpecer viajes al exterior; limitar divisas a comercios e industrias; forzar la quiebra de empresas confiscadas; promover colas para que el pueblo aprenda a "pescar" productos de primera necesidad; propiciar el chatarreo de autos por escasez de repuestos; restringir insumos médicos en hospitales públicos y privados, etc.
¿Qué aprender de Cuba si allá no merma el proceso de retrocesión iniciado en 1998? Entonces Borrego tenía 22 años y bien puede recordar cómo era Cuba comparada con lo que es hoy. No obstante los males sociales propios de dictaduras latinoamericanas de la época como corrupción, analfabetismo y endemias, Cuba resaltaba por su peso específico al cotejarse con los demás. Veamos:
Primera nación iberoamericana y tercera en el mundo con ferrocarril (1837), tras Inglaterra y EEUU. Industrias movidas por electricidad (1877). Primera con alumbrado eléctrico, incluido España (1889); autos y tranvías eléctricos (1900). Telefonía discado directo (1906).
Primer vuelo de 2 horas, 40 minutos entre Cuba y Cayo Hueso por pilotos, los cubanos Agustín Parlá y Domingo Rosillo (1913).
Segundo país del mundo en fundar una emisora radial (PWX en 1922) y primera en transmitir noticieros y conciertos de música. Primera locutora (Esther Perea de la Torre). En 1928 tenía 61 emisoras de radio; 43 de ellas en La Habana. Cuarto tras EEUU, Canadá, URSS, con mayor número de emisoras por densidad poblacional y extensión territorial. Mayor exportadora para Iberoamérica de libretos y novelas radiales (1935). El más moderno estudio de TV en 1953 (CMQ-1953).
Segundo de Iberoamérica (1955) con menor mortalidad infantil (33 p/c mil nacidos). La ONU la reconoce (1957) como el país ibérico con mayor número de médicos per cápita (uno p/c 957 hab.). Segundo en transmitir TV (1950) y a colores (1958). Primer departamento de rayos X en Latinoamérica (1907). Segundo, tras de Uruguay, en consumo calórico per cápita (2.870). Tercer hispánico en consumo de carne tras Argentina y Uruguay (1954). El 80% de las viviendas con baños propios.
La ONU la registra (1956) como segundo de Iberoamérica con menor índice de analfabetismo (23,6%), mientras España, El Salvador, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Guatemala y República Dominicana, tenían un ponderado del 60%.
En 1958 con más autos per cápita (uno p/c 38 hab.); electrodomésticos y segundo con receptores de radio.
Cuba promulga en 1940 una de las constituciones más avanzadas del mundo. Primera en Iberoamérica en reconocer el voto de la mujer; su derecho al trabajo y abrir cuentas bancarias sin visado del marido. España lo logra 36 años después (1976). Se establece el derecho al divorcio (1918). Un presidente de raza negra (1940).
Salario mínimo y autonomía universitaria (1937). En los 50 tenía mayor ingreso per cápita que Italia y el doble que España. En 1958, con 6,5 millones de habitantes, ocupaba el N 29 entre las mayores economías del mundo. La Habana tenía más salas de cines que New York y París (358). Todo ello sin citar grandes figuras de las artes, literatura, deporte, ciencia, que prestigiaron la prosapia cubana.
Así, pues, el señor Borrego como pieza de la revolución que destruyó a Cuba para crear una cofradía del terror, nada tiene que buscar en Venezuela que no sea olfatear el contexto económico del país en procura de emolumentos para prolongar el estatus represor de su país y prolongar el desmoronamiento total de su economía.
El mito del humanismo solidario propio de las revoluciones se deshace ante el hambre y la desidia. El cubano come lo que provee el gobierno y vive como prescribe la cúpula comunista. ¿Puede algún cubano viajar por voluntad propia? ¡Por Dios! ¿Qué clase de Estado y sistema económico puede organizar este personaje de 78 años, de los cuales 56 ha vivido bajo el más craso marxismo?
¿A qué juega Maduro, muy debilitado, si todas las encuestadoras, incluso del gobierno, reflejan el rechazo hacia sistemas que restringen las libertades públicas? La omisión oficial de su propia ignorancia, las estructuras poco homogéneas y falta de disciplina que impera en las instituciones del Estado, elevan el grado de frustración provocando conflictos que desencadenan en lugares inesperados. Basta voltear la mirada hacia Ciudad Guayana para corroborarlo.
Así, pues, cualquier motivo, así sea insignificante, sirve de pretexto para estimular el estallido, la indignación y hasta protestas radicales. Pareciera que es lo que busca el régimen; de lo contrario no se justifica la traída del insurgente Borrego para ubicarlo en un mundo que desconoce y que, por el contrario, odia desde hace 56 años o más. ¿A qué juega Maduro?
Las hazañas revolucionarias del personaje, a la diestra del también tétrico Che Guevara, son suficientemente conocidas. ¿Qué viene a buscar Borrego si buena parte de la integración Cuba-Venezuela se cumple con rigor? Cuba comparte nuestro erario mediante efugios de expiación por "ayudas" en servicios médicos, militares, educativos, cambiarios, petroleros, aduaneros, eléctricos, etcétera.
Ningún oficialista ha podido revelar por qué la excelencia científica, cultural y humana cubana no ha podido aplacar el estado de miseria de Cuba bajo la égida castrista. La verdad es que allá se ha erigido una sazón de represión y ruina de mengua colectiva que obnubila el cuerpo y espíritu del cubano. La libertad en Cuba es el instinto más buscado y el más penado por los cuerpos represivos. Maduro pretende calcar parte de ese modelo. Por ahora, sin soporte jurídico, encarcela a decenas de estudiantes y líderes políticos electos democráticamente, mientras por TV ordena instruir expedientes judiciales para intimidar al "adversario rebelde". Los cuerpos policiales maduristas han asimilado con eficacia la crueldad cubana.
El proceso va bien. Borrego sólo viene a "buscar algo" y supervisar el rumbo. El socio local ya ha elaborado tácticas restrictivas de control social como entorpecer viajes al exterior; limitar divisas a comercios e industrias; forzar la quiebra de empresas confiscadas; promover colas para que el pueblo aprenda a "pescar" productos de primera necesidad; propiciar el chatarreo de autos por escasez de repuestos; restringir insumos médicos en hospitales públicos y privados, etc.
¿Qué aprender de Cuba si allá no merma el proceso de retrocesión iniciado en 1998? Entonces Borrego tenía 22 años y bien puede recordar cómo era Cuba comparada con lo que es hoy. No obstante los males sociales propios de dictaduras latinoamericanas de la época como corrupción, analfabetismo y endemias, Cuba resaltaba por su peso específico al cotejarse con los demás. Veamos:
Primera nación iberoamericana y tercera en el mundo con ferrocarril (1837), tras Inglaterra y EEUU. Industrias movidas por electricidad (1877). Primera con alumbrado eléctrico, incluido España (1889); autos y tranvías eléctricos (1900). Telefonía discado directo (1906).
Primer vuelo de 2 horas, 40 minutos entre Cuba y Cayo Hueso por pilotos, los cubanos Agustín Parlá y Domingo Rosillo (1913).
Segundo país del mundo en fundar una emisora radial (PWX en 1922) y primera en transmitir noticieros y conciertos de música. Primera locutora (Esther Perea de la Torre). En 1928 tenía 61 emisoras de radio; 43 de ellas en La Habana. Cuarto tras EEUU, Canadá, URSS, con mayor número de emisoras por densidad poblacional y extensión territorial. Mayor exportadora para Iberoamérica de libretos y novelas radiales (1935). El más moderno estudio de TV en 1953 (CMQ-1953).
Segundo de Iberoamérica (1955) con menor mortalidad infantil (33 p/c mil nacidos). La ONU la reconoce (1957) como el país ibérico con mayor número de médicos per cápita (uno p/c 957 hab.). Segundo en transmitir TV (1950) y a colores (1958). Primer departamento de rayos X en Latinoamérica (1907). Segundo, tras de Uruguay, en consumo calórico per cápita (2.870). Tercer hispánico en consumo de carne tras Argentina y Uruguay (1954). El 80% de las viviendas con baños propios.
La ONU la registra (1956) como segundo de Iberoamérica con menor índice de analfabetismo (23,6%), mientras España, El Salvador, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Guatemala y República Dominicana, tenían un ponderado del 60%.
En 1958 con más autos per cápita (uno p/c 38 hab.); electrodomésticos y segundo con receptores de radio.
Cuba promulga en 1940 una de las constituciones más avanzadas del mundo. Primera en Iberoamérica en reconocer el voto de la mujer; su derecho al trabajo y abrir cuentas bancarias sin visado del marido. España lo logra 36 años después (1976). Se establece el derecho al divorcio (1918). Un presidente de raza negra (1940).
Salario mínimo y autonomía universitaria (1937). En los 50 tenía mayor ingreso per cápita que Italia y el doble que España. En 1958, con 6,5 millones de habitantes, ocupaba el N 29 entre las mayores economías del mundo. La Habana tenía más salas de cines que New York y París (358). Todo ello sin citar grandes figuras de las artes, literatura, deporte, ciencia, que prestigiaron la prosapia cubana.
Así, pues, el señor Borrego como pieza de la revolución que destruyó a Cuba para crear una cofradía del terror, nada tiene que buscar en Venezuela que no sea olfatear el contexto económico del país en procura de emolumentos para prolongar el estatus represor de su país y prolongar el desmoronamiento total de su economía.
El mito del humanismo solidario propio de las revoluciones se deshace ante el hambre y la desidia. El cubano come lo que provee el gobierno y vive como prescribe la cúpula comunista. ¿Puede algún cubano viajar por voluntad propia? ¡Por Dios! ¿Qué clase de Estado y sistema económico puede organizar este personaje de 78 años, de los cuales 56 ha vivido bajo el más craso marxismo?
¿A qué juega Maduro, muy debilitado, si todas las encuestadoras, incluso del gobierno, reflejan el rechazo hacia sistemas que restringen las libertades públicas? La omisión oficial de su propia ignorancia, las estructuras poco homogéneas y falta de disciplina que impera en las instituciones del Estado, elevan el grado de frustración provocando conflictos que desencadenan en lugares inesperados. Basta voltear la mirada hacia Ciudad Guayana para corroborarlo.
Así, pues, cualquier motivo, así sea insignificante, sirve de pretexto para estimular el estallido, la indignación y hasta protestas radicales. Pareciera que es lo que busca el régimen; de lo contrario no se justifica la traída del insurgente Borrego para ubicarlo en un mundo que desconoce y que, por el contrario, odia desde hace 56 años o más. ¿A qué juega Maduro?
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