JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO)| EL UNIVERSAL
viernes 18 de julio de 2014 12:00 AM
¿Quién les dijo a los integrantes de la Mesa de la Unidad que ellos eran los representantes, únicos y absolutos, de la oposición? Desde hace algún tiempo, a estos señores, "los tengo en observación" porque sus actuaciones no me convencen -de ello pueden dar fe mis testimonios y las críticas abiertas que les he hecho. Me resulta demasiado capcioso y significativo que Nicolás los califique de "MUD pasiva", cuando, supongo, lo que quiso decirles fue MUD sumisa. A mi juicio, eso es lo que han sido: unos dirigentes sumisos que se prestan para legitimar las atrocidades que comenten los del Gobierno, brindándoles el oxígeno y el maquillaje que necesitan los déspotas para lucir una apariencia democrática de la cual, estamos convencidos, adolecen. Lo he dicho en otras oportunidades, aunque a muchos no les gusta: todo esto es parte del mismo juego político, "tú me das, yo te doy"; sin importar las consecuencias de esta danza en la que el Gobierno se jacta de imponer el ritmo que quiere que la MUD baile.
Entonces, tengo mis razones para dudar de las "buenas intenciones" de los señores de la MUD. ¿Quién me garantiza, con las manos puestas en el fuego, que ellos no son unos títeres del títere mayor que es Nicolás? ¿Quién me asegura que, desde ya, con la mirada puesta en la elecciones del 2015, los integrantes de la Mesa no están negociando sus posiciones y cargos, ergo su pequeña parcelita de poder? El comportamiento de los últimos días, incluidas las lamentables declaraciones de Ramón José Medina, me ratifican que estamos en presencia de unos autoerigidos representantes de la oposición, cuyos únicos intereses siguen siendo velar por sus individualidades. Eso, sin mencionar su notoria obsesión por los procesos electorales.
Por ello, insisto, es importante que no confundamos "dirigentes" con "líderes". En la MUD no hay líderes. Hay dirigentes que, dicho sea de paso, se manejan con un extremado miedo hacia su público –es decir, sus electores. Y en política no se puede actuar con miedo. Se debe ser determinante, contundente, confiable, creíble. La MUD parece haber diseñado un manual de actuación política y, quien se salga de esos lineamientos, termina siendo un traidor. Por otra parte, maneja, a mi modo de ver de forma equívoca, el aspecto de la unidad. Sería preferible que enterraran a los partidos que la conforman y funden un nuevo partido llamado Unidad. Porque no hay nada peor en política que mantener una unidad hipócrita y acomodaticia. Hablarle a la gente en nombre de la unidad no es suficiente para despertar emoción; porque el disfraz de la unidad, no ocultará las diferencias políticas de quienes la integran. Podemos convivir dentro de un grupo, sin ser iguales. La unidad se diluye, termina perdiendo su esencia, cuando es pretendida por grupos que tienen intereses encontrados.
El afán por la unidad ha hecho que la MUD parezca un "club de caudillos" donde lo que privan son posturas personalistas, que pretenden un liderazgo que no se han ganado. Cuando a alguien de la Mesa se le ocurre hacer un llamado a coger la calle, termina siendo un traidor. ¡Por eso es que Maduro los tiene encarriladitos! porque a Nicolás no le gusta la protesta encendida en las calles. Y la MUD acató.
A Maduro le conviene que la MUD baje el volumen y el perfil propagandístico de sus acciones políticas. El Gobierno necesita minimizar huelgas, manifestaciones, cualquier atisbo de incomodidad y descontento. Y la Mesa evidencia miedo: miedo a sí misma y al gobierno. ¡Miedo a la calle! Eso hace que los políticos de la MUD sean percibidos como políticos de vitrina porque, mientras estén permanentemente contemplando, sin que les duela ni padezcan lo que ven, mientras sean impasibles, seguirán sumergidos en una especie de Nuevo Circo Político; pero, con cada vez menos poder de convocatoria.
Los números no mienten. Cada día crece más el grueso de venezolanos inconformes ante la falta de un liderazgo conductor que rompa con los dos extremos: el que representa el gobierno y el que pretende acaparar la MUD. Y resulta que ambos son excluyentes; entonces, parecen iguales. A principios de semana, hice una encuesta entre los oyentes del programa. Les invité a que señalaran en qué se diferenciaba la MUD del gobierno de Maduro. La mayoría respondió que solo se distinguían en la forma de vestir, en los colores, en el modo de hablar; pero, en esencia, ambos son más de lo mismo. Así, con "más de lo mismo" no saldremos de este atolladero.
La MUD tiene que meterse de lleno en el pueblo. Convertirse en un poder callejero, olvidándose del poder político que solo aspira ganar elecciones. Confundirse y ser parte del colectivo, sin pretender que sea al revés. Por eso es que Maduro los tiene encarriladitos, porque mientras sigan actuando así seguirán siendo unos tontos útiles. Eso sí, unos tontos útiles que hacen muy feliz a Maduro.
Entonces, tengo mis razones para dudar de las "buenas intenciones" de los señores de la MUD. ¿Quién me garantiza, con las manos puestas en el fuego, que ellos no son unos títeres del títere mayor que es Nicolás? ¿Quién me asegura que, desde ya, con la mirada puesta en la elecciones del 2015, los integrantes de la Mesa no están negociando sus posiciones y cargos, ergo su pequeña parcelita de poder? El comportamiento de los últimos días, incluidas las lamentables declaraciones de Ramón José Medina, me ratifican que estamos en presencia de unos autoerigidos representantes de la oposición, cuyos únicos intereses siguen siendo velar por sus individualidades. Eso, sin mencionar su notoria obsesión por los procesos electorales.
Por ello, insisto, es importante que no confundamos "dirigentes" con "líderes". En la MUD no hay líderes. Hay dirigentes que, dicho sea de paso, se manejan con un extremado miedo hacia su público –es decir, sus electores. Y en política no se puede actuar con miedo. Se debe ser determinante, contundente, confiable, creíble. La MUD parece haber diseñado un manual de actuación política y, quien se salga de esos lineamientos, termina siendo un traidor. Por otra parte, maneja, a mi modo de ver de forma equívoca, el aspecto de la unidad. Sería preferible que enterraran a los partidos que la conforman y funden un nuevo partido llamado Unidad. Porque no hay nada peor en política que mantener una unidad hipócrita y acomodaticia. Hablarle a la gente en nombre de la unidad no es suficiente para despertar emoción; porque el disfraz de la unidad, no ocultará las diferencias políticas de quienes la integran. Podemos convivir dentro de un grupo, sin ser iguales. La unidad se diluye, termina perdiendo su esencia, cuando es pretendida por grupos que tienen intereses encontrados.
El afán por la unidad ha hecho que la MUD parezca un "club de caudillos" donde lo que privan son posturas personalistas, que pretenden un liderazgo que no se han ganado. Cuando a alguien de la Mesa se le ocurre hacer un llamado a coger la calle, termina siendo un traidor. ¡Por eso es que Maduro los tiene encarriladitos! porque a Nicolás no le gusta la protesta encendida en las calles. Y la MUD acató.
A Maduro le conviene que la MUD baje el volumen y el perfil propagandístico de sus acciones políticas. El Gobierno necesita minimizar huelgas, manifestaciones, cualquier atisbo de incomodidad y descontento. Y la Mesa evidencia miedo: miedo a sí misma y al gobierno. ¡Miedo a la calle! Eso hace que los políticos de la MUD sean percibidos como políticos de vitrina porque, mientras estén permanentemente contemplando, sin que les duela ni padezcan lo que ven, mientras sean impasibles, seguirán sumergidos en una especie de Nuevo Circo Político; pero, con cada vez menos poder de convocatoria.
Los números no mienten. Cada día crece más el grueso de venezolanos inconformes ante la falta de un liderazgo conductor que rompa con los dos extremos: el que representa el gobierno y el que pretende acaparar la MUD. Y resulta que ambos son excluyentes; entonces, parecen iguales. A principios de semana, hice una encuesta entre los oyentes del programa. Les invité a que señalaran en qué se diferenciaba la MUD del gobierno de Maduro. La mayoría respondió que solo se distinguían en la forma de vestir, en los colores, en el modo de hablar; pero, en esencia, ambos son más de lo mismo. Así, con "más de lo mismo" no saldremos de este atolladero.
La MUD tiene que meterse de lleno en el pueblo. Convertirse en un poder callejero, olvidándose del poder político que solo aspira ganar elecciones. Confundirse y ser parte del colectivo, sin pretender que sea al revés. Por eso es que Maduro los tiene encarriladitos, porque mientras sigan actuando así seguirán siendo unos tontos útiles. Eso sí, unos tontos útiles que hacen muy feliz a Maduro.
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