OFELIA AVELLA| EL UNIVERSAL
lunes 14 de julio de 2014 12:00 AM
Hace poco el alcalde Ledezma dijo con claridad que "nadie se puede creer dueño de la unidad". Por eso no se puede "excluir a nadie". Dijo también unas palabras que son particularmente importantes: "O nos unimos o nos hundimos. Si no estamos unidos, ¿con qué autoridad moral vamos a pedirle a la gente que se una en torno al proyecto que le estamos proponiendo? (http://www.lapatilla.com/site/2014/07/02/ledezma-nadie-se-puede-creer-dueno-de-la-unidad).
Se puede comprender que todos pensemos distinto, pero más que de "personas", como dice, se trata de hacer creíble el proyecto. Si los ciudadanos viésemos la voluntad política de trazar una agenda común, "un concepto, un modelo, un mecanismo" que permitiese a la Unidad acercarse a la gente, haciendo creíble la instrumentación del proyecto, seríamos más fuertes. ¿Cómo pretender que vean en la oposición una alternativa los que alguna vez creyeron en el proyecto socialista? ¿Por qué se detendrían a escucharnos si no ven claridad de rumbo, si no ven "el cómo" instrumentar el plan? Si no lo vemos nosotros porque no han logrado proponerlo en conjunto, ¿lo verán ellos?
Antes de pretender reanudar un diálogo que no lo fue, las fuerzas opositoras deberían sentarse a contrastar opiniones y visiones. Hay que hacer un esfuerzo por ser humildes y por ceder -cada uno- en lo que haya que ceder, si deseamos ser más fuertes. Puestas las estrategias sobre la mesa, unos podrían reconocer que quizás van lento; otros podrían reconocer que son inmediatistas. El equilibrio necesita de una visión capaz de conciliar las tendencias en la emergencia del momento. Un proyecto de país no excluye que cada uno siga trabajando en su ámbito, pero sí exige una única agenda para todos. Hay que poder reconocer que la sociedad clamaba por un cambio y decidió salir de nuevo a marchar. Hay que respetar esa decisión de miles en el país. La calidad de la protesta evidenció el grado de disgusto justificado. Una protesta que es un derecho y no un error. Hay presos políticos; hay estudiantes detenidos; hubo muertos por salir a protestar. Desear vivir en democracia no merece la cárcel o la muerte. El país necesitaba expresarse y así lo hizo, libremente. La protesta dejó en evidencia -de hecho- de lo que es capaz el gobierno. Por eso los tiempos -y la sociedad- claman por una unidad superior que prevenga el desplome de la nación.
Los ciudadanos necesitamos ver un rumbo definido y unos líderes capaces de olvidar sus proyectos y ambiciones personales en beneficio del país. Si no lo vemos quienes desconfiamos de este régimen, ¿por qué habrían de verlo quienes buscan cobijo en él? ¿Por qué dejarían de depender del Estado si no ven clara la alternativa?
La gente actúa cuando la propuesta ilumina y da esperanza. Si el proyecto es confuso y ambiguo, frena. La sociedad necesita ver una unidad fuerte y segura, capaz de orientarnos como alternativa y de explicar hacia dónde vamos. Si caminamos disgregados, por rutas paralelas, la fractura será mayor. El país necesita un cambio, pero necesita un rumbo: unidad de propuesta. Necesita volver a creer, a esperanzarse en los valores posibles. Los líderes, además, deben poder interpretar las necesidades de todos en una sociedad; no sólo de un grupo, sino de todos. Su función es relacionar los diversos sectores y necesidades, problemas y mentalidades, para que la sociedad capte un horizonte común. Si hablo al más pobre debo poder remitirlo al más pudiente y viceversa, pero no para enfrentarlos sino para relacionarlos y ordenarlos a un fin común. Por eso no es honesto desprestigiar a un compañero de lucha para resaltar el proyecto personal. Por eso todos los venezolanos, ricos y pobres, chavistas y no chavistas, debemos estar incluidos en los discursos que se dirigen al pueblo.
Me cuesta creer que la unidad es imposible, como dijo en su artículo mi amigo Luis Semprum el pasado miércoles (http://www.eluniversal.com/opinion/140709/por-que-la-unidad-es-imposible). Quisiera confiar en que los venezolanos captaremos la urgencia del momento para unirnos, pero quizás lo inevitable sea una transición salida del chavismo, como señaló el padre Ugalde (http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/140706/es-inevitable-un-gobierno-de-transicion-salido-del-chavismo).
No hemos logrado unirnos en torno a una única agenda. Los intereses particulares, de grupos o la incapacidad de coincidir en lo esencial, de interpretar el momento histórico que vivimos, nos han fracturado. Ojalá captemos cuánto depende todo de lo que seamos capaces de hacer para trascendernos y pensar en el país.
Se puede comprender que todos pensemos distinto, pero más que de "personas", como dice, se trata de hacer creíble el proyecto. Si los ciudadanos viésemos la voluntad política de trazar una agenda común, "un concepto, un modelo, un mecanismo" que permitiese a la Unidad acercarse a la gente, haciendo creíble la instrumentación del proyecto, seríamos más fuertes. ¿Cómo pretender que vean en la oposición una alternativa los que alguna vez creyeron en el proyecto socialista? ¿Por qué se detendrían a escucharnos si no ven claridad de rumbo, si no ven "el cómo" instrumentar el plan? Si no lo vemos nosotros porque no han logrado proponerlo en conjunto, ¿lo verán ellos?
Antes de pretender reanudar un diálogo que no lo fue, las fuerzas opositoras deberían sentarse a contrastar opiniones y visiones. Hay que hacer un esfuerzo por ser humildes y por ceder -cada uno- en lo que haya que ceder, si deseamos ser más fuertes. Puestas las estrategias sobre la mesa, unos podrían reconocer que quizás van lento; otros podrían reconocer que son inmediatistas. El equilibrio necesita de una visión capaz de conciliar las tendencias en la emergencia del momento. Un proyecto de país no excluye que cada uno siga trabajando en su ámbito, pero sí exige una única agenda para todos. Hay que poder reconocer que la sociedad clamaba por un cambio y decidió salir de nuevo a marchar. Hay que respetar esa decisión de miles en el país. La calidad de la protesta evidenció el grado de disgusto justificado. Una protesta que es un derecho y no un error. Hay presos políticos; hay estudiantes detenidos; hubo muertos por salir a protestar. Desear vivir en democracia no merece la cárcel o la muerte. El país necesitaba expresarse y así lo hizo, libremente. La protesta dejó en evidencia -de hecho- de lo que es capaz el gobierno. Por eso los tiempos -y la sociedad- claman por una unidad superior que prevenga el desplome de la nación.
Los ciudadanos necesitamos ver un rumbo definido y unos líderes capaces de olvidar sus proyectos y ambiciones personales en beneficio del país. Si no lo vemos quienes desconfiamos de este régimen, ¿por qué habrían de verlo quienes buscan cobijo en él? ¿Por qué dejarían de depender del Estado si no ven clara la alternativa?
La gente actúa cuando la propuesta ilumina y da esperanza. Si el proyecto es confuso y ambiguo, frena. La sociedad necesita ver una unidad fuerte y segura, capaz de orientarnos como alternativa y de explicar hacia dónde vamos. Si caminamos disgregados, por rutas paralelas, la fractura será mayor. El país necesita un cambio, pero necesita un rumbo: unidad de propuesta. Necesita volver a creer, a esperanzarse en los valores posibles. Los líderes, además, deben poder interpretar las necesidades de todos en una sociedad; no sólo de un grupo, sino de todos. Su función es relacionar los diversos sectores y necesidades, problemas y mentalidades, para que la sociedad capte un horizonte común. Si hablo al más pobre debo poder remitirlo al más pudiente y viceversa, pero no para enfrentarlos sino para relacionarlos y ordenarlos a un fin común. Por eso no es honesto desprestigiar a un compañero de lucha para resaltar el proyecto personal. Por eso todos los venezolanos, ricos y pobres, chavistas y no chavistas, debemos estar incluidos en los discursos que se dirigen al pueblo.
Me cuesta creer que la unidad es imposible, como dijo en su artículo mi amigo Luis Semprum el pasado miércoles (http://www.eluniversal.com/opinion/140709/por-que-la-unidad-es-imposible). Quisiera confiar en que los venezolanos captaremos la urgencia del momento para unirnos, pero quizás lo inevitable sea una transición salida del chavismo, como señaló el padre Ugalde (http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/140706/es-inevitable-un-gobierno-de-transicion-salido-del-chavismo).
No hemos logrado unirnos en torno a una única agenda. Los intereses particulares, de grupos o la incapacidad de coincidir en lo esencial, de interpretar el momento histórico que vivimos, nos han fracturado. Ojalá captemos cuánto depende todo de lo que seamos capaces de hacer para trascendernos y pensar en el país.
No comments:
Post a Comment