OSWALDO PÁEZ-PUMAR| EL UNIVERSAL
jueves 17 de julio de 2014 12:00 AM
No le queda bien a quien ejerce la presidencia, así sea usurpada, burlarse de un ciudadano. Ya Carlos Soublette lo dijo: "Venezuela no se perderá porque un ciudadano se burle de un gobernante, se perderá porque un gobernante se burle de sus conciudadanos". El usurpador practica esa burla porque sus mentores, Chávez y Castro, también la practicaron llamando a sus conciudadanos escuálidos y gusanos. Tiene el usurpador dos cualidades. La de imitar como el mono y la de remedar como el loro. La "salida" de la que se burla llamándola "loquera" que dejó decenas de muertos y cientos de detenidos y fue la "entrada a la cárcel" de la mejor juventud venezolana, es la misma loquera que acompañó a Bolívar hasta el desequilibrio de compararse a Cristo y al Quijote: "los tres más grandes majaderos de la historia"; con la meta de la libertad como único bien, que poco antes de morir afirma haber logrado a costa de perder lo demás.
El usurpador rodeado de militares que están muy lejos de ser herederos o continuadores del "ejército forjador de libertades" como gustan llamarse, mientras disparan contra su pueblo, se solazan en la burla que el usurpador dirige contra muertos y prisioneros, aunque los encargados de una y otra ejecución sean las tropas que los generales comandan, desde luego que un comando estrictamente formal, pues ellos a su vez están comandados por los hermanos Castro: Fidel y Raúl.
Esos generales y coroneles cubiertos de alamares, botones, presillas y oropeles son más bien herederos de Antoñanzas, Zuazola, Tíscar, Puy, Monteverde, Morales y por supuesto Boves, comandantes de ejércitos forjadores de opresión, contra la cual gritamos con brío. Sin duda entre los méritos que han acumulado para acceder incluso al rango de generales en jefe está el entrenamiento de tropas para combatir la fantástica invasión que prepara el imperio, mediante la audaz tarea de disparar contra los ciudadanos desarmados que salidos de liceos y universidades descubrieron hace tiempo que la fuerza de su lucha está en sus ideas; y contra ellas, las armas que los apuntan no pueden dar en el blanco.
El usurpador rodeado de militares que están muy lejos de ser herederos o continuadores del "ejército forjador de libertades" como gustan llamarse, mientras disparan contra su pueblo, se solazan en la burla que el usurpador dirige contra muertos y prisioneros, aunque los encargados de una y otra ejecución sean las tropas que los generales comandan, desde luego que un comando estrictamente formal, pues ellos a su vez están comandados por los hermanos Castro: Fidel y Raúl.
Esos generales y coroneles cubiertos de alamares, botones, presillas y oropeles son más bien herederos de Antoñanzas, Zuazola, Tíscar, Puy, Monteverde, Morales y por supuesto Boves, comandantes de ejércitos forjadores de opresión, contra la cual gritamos con brío. Sin duda entre los méritos que han acumulado para acceder incluso al rango de generales en jefe está el entrenamiento de tropas para combatir la fantástica invasión que prepara el imperio, mediante la audaz tarea de disparar contra los ciudadanos desarmados que salidos de liceos y universidades descubrieron hace tiempo que la fuerza de su lucha está en sus ideas; y contra ellas, las armas que los apuntan no pueden dar en el blanco.
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