Sunday, July 13, 2014

Hay cosas que no cambian

En: http://www.eluniversal.com/opinion/140713/hay-cosas-que-no-cambian

SOLEDAD MORILLO BELLOSO| EL UNIVERSAL
domingo 13 de julio de 2014 12:00 AM
Hay un país ficticio que nada se parece a la verdadera Venezuela. No se caracteriza por la proverbial sencillez y el donaire que fue norma. No es la nación progresista y con ansias de desarrollo que fue sello y marca. Menos es tierra de atenciones y simpatías. No abunda ya la sonrisa franca y el buenagentismo. La generosidad se fue de viaje y la solidaridad no halla espacio para germinar.

En este país inventado a los golpes, los militares cambiaron su uniforme por trajes de cursi carnaval y usan su poder y armas para agredir a los ciudadanos, mientras vociferan consignas de odio en desfiles que denigran a eso que alguna vez fue patria. Es el país de gobernantes nuevos ricos sin clase ni vergüenza algunas y ciudadanos convertidos en mendigos que deben arrastrarse para intentar obtener lo que por derecho les toca. Es el país donde la vida no vale nada y el trabajo honesto es cosa de gafos. Venezuela es ahora el país de políticos groseros y mujeres en política chabacanas y marimachos. Es el país de música vulgar a todo volumen y niños jugando a jefes de pandillas. El país donde mandan gigantes pranes y los jueces son enanos morales.

En ese país sobramos quienes creemos que la decencia y altura moral son algo más que adorno, los que amamos el idioma y no lo usamos como alimento de zamuros, los que no lanzamos basura a la calle ni creemos que ser procaz es ser autóctono. Estamos de más los que suponemos que lo que tengamos debe ser producto del trabajo esforzado y competitivo, los que jamás hemos vendido favores ni hipotecado conciencias, los que creemos en el voto y esperamos ilusamente sea respetado. No somos necesarios los que creemos en una democracia de instituciones fuertes y sólidas y no de caudillos recién vestidos que llegaron al poder con el uso del trajín, la transa y la manipulación. Sobramos quienes pensamos que Venezuela puede ser algo más que una casa de placeres en venta al mejor postor. Demás estamos quienes nos hemos pasado la vida entera defendiendo la función de un periodismo ético, ese que revela verdades y no taparea mentiras.

Dijo Cabello que si queríamos que nuestra voz fuera escuchada, debíamos ganar elecciones. Con esa sentencia puso las cartas sobre la mesa. Quienes disentimos de la Robolución somos ceros a la izquierda en un país regentado no por un gobierno sino por un barbárico ejército de ocupación de militares y civiles cuyo único propósito fue destruir para, sobre las ruinas, construir su propia versión de El Pez que Fuma. Hicieron trizas los campos, las industrias, los comercios, las calles, los cafés, las areperas, la moneda, el crédito, las empresas, la evaluación-país, la credibilidad, la confianza, los valores, los principios, las virtudes, los sueños, las ilusiones. Y encima nos saquearon.

Ahora, sin tan siquiera el mínimo pudor que haría pedir perdón por sus enormes pecados, quieren vendernos cambios. Se toman tiempo en anunciarlos. Lo necesitan para destruir las pruebas de sus monstruosos delitos y preparar sus propios, sus cuentas para la escena final del melodrama de la debacle. El debe y el haber marca una deuda insensata y un haber de migajas.

El país se los cobrará en las urnas. Hay cosas que no cambian

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