Luis Florido
Los venezolanos hemos venido derribando un inmenso muro puesto por Chávez-Maduro que impedía que la comunidad internacional se enterara de la verdad sobre la grave crisis social, política, económica, las violaciones de los derechos humanos y los presos políticos en Venezuela. Durante 17 años dedicaron gran parte de los recursos del pueblo en iniciativas como Petrocaribe, Alba, entre muchas regalías a otros países. Fue de esta forma como lograron persuadir y anestesiar a muchos para que lograra avanzar la peor estafa en la historia de nuestro continente llamada “socialismo del siglo XXI” que ni es socialismo ni es del siglo XXI. Pero se acabó el dinero y al mismo tiempo se terminó el amor. La anestesia está perdiendo efecto y comienzan a despertar los miembros de nuestro condominio americano que ahora repudian las acciones de Maduro que ponen en riesgo la estabilidad democrática de toda la región.
América Latina despierta y nuestra gira por Brasil, Chile, Uruguay y México lo corroboran.
Como diputados de la nueva Asamblea Nacional democrática, nos han recibido en estos países todos los sectores: senados, congresos, cancillerías, poderes públicos y hasta gobernadores. Más allá de un café o una franca conversación, hemos venido estableciendo alianzas en función de proteger la democracia venezolana que atraviesa el peor momento de su historia republicana. Es difícil explicar en cada país, que el otrora país rico se ha convertido, cual Ricky Ricón, en un “pobre país rico”. No hay dinero para comprar medicamentos y en los hospitales la gente se está muriendo de mengua; dolorosamente el hampa cada día enluta a más familias venezolanas; de cada diez alimentos, apenas se consiguen dos; el salario mínimo apenas llega a los ocho dórales, y la inflación es de tres dígitos, acercándose vertiginosamente a las predicciones del Fondo Monetario Internacional, que vaticina 700% anual.
Esto es difícil de explicar y de entender para los que mantenían una alianza “ideológica” con el chavismo y que ahora se sienten estafados, nostálgicos por la caída del Muro de Berlín que derribó consigo ideologías, o por la lectura del libro de Eduardo Galeano que no abrió venas, pero unificó a aquellos que en algún momento se inspiraron en su pensamiento.
América Latina hoy mira con interés el cambio que se produjo en Venezuela el 6-D, pero también ve con preocupación el conflicto de poderes planteado desde el Ejecutivo, sobre todo porque el Parlamento es el poder por excelencia en cualquier país y es por ello que nos abren sus puertas. Con la muerte de Chávez, y la posterior victoria unitaria de diciembre, nuestros países comienzan a entender que el reto por la unión del Sur y de la América toda pasa por sacar las ideologías de nuestro menú, y que para consolidar la unión y la estabilidad a lo interno de cada país en tiempos de globalización, hay que estabilizar la desestabilizada Venezuela, donde los vientos de cambio se han convertido en huracán enorme e indetenible.
Todos debemos seguir empujando el muro de Maduro que obstaculiza el progreso de nuestro pueblo y el acompañamiento de la comunidad internacional es vital para el cambio pacífico y democrático que estamos a solo meses de concretar. ¡Ya comenzamos a ver la luz al final del túnel!
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