JOSÉ MAYORA | EL UNIVERSAL
viernes 25 de mayo de 2012 03:28 PM
El cancionero popular, compendio de glorias y miserias, recoge, desde la cotidianidad, muchas enseñanzas que no se deben desdeñar. Tal evocación obedece a que constantemente escuchamos en programas de opinión a ciudadanos y moderadores, expresar su idea de la Venezuela que queremos, lo "bello que sería ver otra vez a los venezolanos hermanados" en un espacio donde todos podamos convivir y entendernos, donde sea posible disentir sin ser perseguidos. Pienso que es una intención loable pero que debe ser matizada y analizada con cuidado para no caer en el embrujo del idílico título de la pegajosa melodía de "Agárrense de las manos".
La Venezuela en la cual yo crecí repudiaba las dictaduras, fomentaba la democracia, daba oportunidades a caraquistas y magallaneros, copeyanos y comunistas, adecos y masistas, católicos y protestantes. Sin embargo, tal derrotero fue insuficiente pues bajo su sombra convivieron la injusticia, las desigualdades y los resentimientos.
Quizás esto explique porqué distinguidos dirigentes del chavismo que en el pasado profesaron los postulados de la democracia, con posiciones de responsabilidad gubernamental, hoy día profesan postulados radicalmente diferentes. Quizás también nos ayude a entender, cómo parte de los venezolanos que vivieron esa Venezuela, hoy están polarizados, reniegan del pasado y se sienten reivindicados por un discurso disociador, cuya finalidad nunca ha sido la de construir sobre las semejanzas, sino la de profundizar las diferencias.
Yo le preguntaría a quienes abogan por la reconciliación, ¿qué es y qué alcance tiene tal cosa? Esta duda me asalta al escuchar aseveraciones como la formulada el pasado martes desde la tribuna parlamentaria, por la periodista Tania Díaz quien denunciaba los atropellos sufridos por los periodistas afectos al régimen, a quienes la MUD les impedía hacer su trabajo el cual, de acuerdo con esta comunicadora, consistía en "desmontar la candidatura del candidato de la derecha". Yo tenía entendido que el trabajo de los comunicadores era informar y que el público se formara su propio juicio. Al parecer, yo estoy equivocado. En todo caso, la pregunta pertinente es: ¿cómo puede haber reconciliación con posiciones que profundizan las diferencias y combaten las semejanzas?
Si bien es cierto que no es esta la hora de las retaliaciones o de los reconcomios, tampoco es la hora de las ingenuidades. El candidato de la MUD ha dicho muy claro que él será el presidente de todos los venezolanos y eso para mí es suficiente para entender que el próximo presidente de Venezuela, viene a gobernar con el estandarte de la inclusión. Frente a este norte, ¿qué actitud asumirán aquellos venezolanos que militan en las filas chavistas de la intolerancia activa?
Yo estoy persuadido que la única reconciliación posible es la de garantizarles a todos los venezolanos el acceso a las finalidades públicas; rescatar el control y autoridad dentro del sistema penitenciario; restituirle al Estado su institucionalidad, al gobierno su condición de gerente de lo público y al sistema productivo sus condiciones operativas; rescatar la soberanía e independencia verdaderas; disipar la vana ilusión que se ha inoculado en los grupos más populares acerca del supuesto poder que ostentan; y, por encima de todas las cosas, permitir que la justicia haga su trabajo "sin mirar a quien".
¡Cuando Venezuela sea un espacio de "inclusión", podremos hablar de reconciliación!
La Venezuela en la cual yo crecí repudiaba las dictaduras, fomentaba la democracia, daba oportunidades a caraquistas y magallaneros, copeyanos y comunistas, adecos y masistas, católicos y protestantes. Sin embargo, tal derrotero fue insuficiente pues bajo su sombra convivieron la injusticia, las desigualdades y los resentimientos.
Quizás esto explique porqué distinguidos dirigentes del chavismo que en el pasado profesaron los postulados de la democracia, con posiciones de responsabilidad gubernamental, hoy día profesan postulados radicalmente diferentes. Quizás también nos ayude a entender, cómo parte de los venezolanos que vivieron esa Venezuela, hoy están polarizados, reniegan del pasado y se sienten reivindicados por un discurso disociador, cuya finalidad nunca ha sido la de construir sobre las semejanzas, sino la de profundizar las diferencias.
Yo le preguntaría a quienes abogan por la reconciliación, ¿qué es y qué alcance tiene tal cosa? Esta duda me asalta al escuchar aseveraciones como la formulada el pasado martes desde la tribuna parlamentaria, por la periodista Tania Díaz quien denunciaba los atropellos sufridos por los periodistas afectos al régimen, a quienes la MUD les impedía hacer su trabajo el cual, de acuerdo con esta comunicadora, consistía en "desmontar la candidatura del candidato de la derecha". Yo tenía entendido que el trabajo de los comunicadores era informar y que el público se formara su propio juicio. Al parecer, yo estoy equivocado. En todo caso, la pregunta pertinente es: ¿cómo puede haber reconciliación con posiciones que profundizan las diferencias y combaten las semejanzas?
Si bien es cierto que no es esta la hora de las retaliaciones o de los reconcomios, tampoco es la hora de las ingenuidades. El candidato de la MUD ha dicho muy claro que él será el presidente de todos los venezolanos y eso para mí es suficiente para entender que el próximo presidente de Venezuela, viene a gobernar con el estandarte de la inclusión. Frente a este norte, ¿qué actitud asumirán aquellos venezolanos que militan en las filas chavistas de la intolerancia activa?
Yo estoy persuadido que la única reconciliación posible es la de garantizarles a todos los venezolanos el acceso a las finalidades públicas; rescatar el control y autoridad dentro del sistema penitenciario; restituirle al Estado su institucionalidad, al gobierno su condición de gerente de lo público y al sistema productivo sus condiciones operativas; rescatar la soberanía e independencia verdaderas; disipar la vana ilusión que se ha inoculado en los grupos más populares acerca del supuesto poder que ostentan; y, por encima de todas las cosas, permitir que la justicia haga su trabajo "sin mirar a quien".
¡Cuando Venezuela sea un espacio de "inclusión", podremos hablar de reconciliación!
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