Thursday, May 24, 2012

Vegetarianos por diseño genético

En: http://www.noticierodigital.com/2012/05/vegetarianos-por-diseno-genetico/

Ignacio Ávalos Gutiérrez

23 Mayo, 2012
I.
Como podría haberlo escrito Marx, un fantasma recorre el mundo, el fantasma del cambio climático. Desde hace algún tiempo se viene hablando, por tanto, de revisar de pies a cabeza el modelo que nos ha traído hasta acá, ese que, como dijo en el año 1620 Francis Bacon, consideraba a la naturaleza como una “ramera colectiva” y proponía “sacudirla hasta sus cimientos” con el fin de “expandir los límites del imperio humano hasta hacer realidad todas sus posibilidades”. De estos lodos nos vienen, así pues, estos polvos climáticos, en virtud de una lógica desarrollista que ha prevalecido hasta nuestros días.
II.
Por pura casualidad – la casualidad sobrevenida por unos tragos de ron con amigos investigadores – tope con un reciente artículo que ha causado algún revuelo en los medios científicos. Se trata de “Cambio Climático e Ingeniería Humana”, escrito por un filósofo y dos científicos, quienes, dicho de manera harto resumida, plantean que el cambio de la biología humana podría ser un elemento determinante en el tratamiento de los graves problemas ambientales que aquejan al planeta y, a fin de el ciudadano de a pie entienda bien lo que quieren decir, muestran algunas propuestas. En una de ellas señalan que si el consumo de carne es responsable de más del 18 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, podría provocarse científicamente el rechazo a este alimento y así no habría necesidad de tener espacios deforestados para la cría de ganado. En otra indican que, tomando en cuenta, que la masa corporal humana necesita demasiada energía para funcionar, podrían reducirse los cuerpos en un 25 %, lo que sería una efectiva medida de ahorro. Y en una tercera, señalan que el rediseño de la capacidad visual serviría para disminuir la demanda de iluminación.
En suma, la ingeniería genética daría, pues, la oportunidad de adaptarse a las transformaciones ambientales que ocurren a tal velocidad que, seguramente, no daría tiempo para que la adaptación se diera mediante mecanismos naturales instalados en los terrícolas.
III.
El texto que vengo comentado ha causado, como dije, cierto revuelo. En términos éticos el problema no es, ciertamente, nada menor, como lo expresa el escritor argentino Nicolás Mavrakis al preguntarse bajo qué autoridad, detrás de qué principios y con qué riesgos podrían los científicos delimitar cuáles serían las necesidades de la Humanidad ante los posibles cambios climáticos del planeta y rediseñar bajo ese esquema toda la naturaleza humana. Por detrás se encuentra, añade, el sospechoso perfume de viejos proyectos fracasados alrededor del perfeccionamiento genético de la especie.
Por otra parte, en algunos círculos ha privado la idea de que estamos frente a un escrito desmesurado que linda con la ficción, sobre todo por sus propuestas insólitas – cosa que hasta cierto punto ya fue admitidos por unos de sus autores -, pero no hay que olvidar los numerosos casos (recordemos a Julio Verne, por ejemplo), en los que, con el paso del tiempo, la ciencia tuvo que darle la razón a la ficción.
IV.
En todo caso, estamos ante unas ideas que, vía la ingeniería genética, pretenden soslayar la enorme complejidad política del problema ambiental, eluden la necesidad de aceptar que la actividad humana se encuentra cada vez más estrechamente vinculada a los ecosistemas biofísicos y quitan importancia a una reinterpretación del progreso, colocada en el marco de un cada vez más urgente viraje civilizatorio.
HARINA DE OTRO COSTAL
Vengo de un viaje corto y perdone Usted si me pongo quisquilloso y le digo en tono llorón que impacta, cuando se regresa a Caracas, el mal olor en muchos de sus lugares. La basura se ha vuelto un dato normal, casi imprescindible en nuestro paisaje urbano, como si no hubiese manera de que la ciudad estuviera limpia y fuera éste un objetivo imposible, a pesar de lo que demuestran otras capitales latinoamericanas. Así las cosas, pareciera, en fin, que en materia de gestión pública seguimos sin resolver las jugadas de rutina, mientras buscamos el jonrón, que, por cierto, tampoco se nos da.
¿Que tal, pues, si, por no dejar, asumimos una política de “olor cero” incluida, desde luego, una estrategia de reciclaje?.

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